Dos profesores de la Universidad de Valladolid, en una expedición en la Antártida

Su destino exacto es la base argentina de Marambio, situada en la isla del mismo nombre, en el mar de Weddell, al extremo norte de la península antártica. Allí, el GOA tiene instalados desde el 2018, dos equipos cruciales para la investigación atmosférica: un fotómetro solar CIMEL, que mide la radiación solar directa, y una cámara all-sky para la determinación automática de la cobertura de nubes. Su misión será reemplazar el fotómetro solar, que sí que está operativo, por otro instrumento idéntico, pero con una calibración reciente, para que pueda garantizar mediciones que cumplan con los más altos estándares de calidad científica.

Además, tendrán que instalar también un radiómetro adicional para determinar y seguir la temperatura de la superficie, facilitando así calibraciones de medidas de satélites con sensores térmicos. «Una vez cada uno o dos años, hay que realizar estas tareas de mantenimiento. En concreto este equipamiento hace dos años que no lo revisamos», explica Abel Calle, quien ya participó en la anterior incursión del GOA en el gélido territorio antártico. Sin embargo, para el informático Javier Gatón, esta expedición representa un nuevo y emocionante desafío. «Hemos tenido que equiparnos para estar allí durante tres semanas en condiciones extremas de frío. La temperatura oscilará entre los -10ºC y los 5ºC y habrá fortísimas rachas de viento ya se trata del área de confluencia de los dos océanos. Con una dinámica atmosférica tan complicada la sensación térmica será muy inferior», añade Javier.

Las mediciones relacionadas con aerosoles atmosféricos y temperatura, reforzarán las bases de datos manejadas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para la elaboración de informes científicos globales. Tratarán, además, de profundizar en el estudio de aerosoles atmosféricos y temperaturas, con el objetivo de comprender mejor la dinámica atmosférica en esta región. «Es emocionante poder hacer ciencia en un sitio como la Antártida», subraya Calle. Su compañero de expedición está igual de ilusionado ante este gran desafío. «Tengo muchísimas ganas de ir, aunque como buen informático, me da miedo la poca cobertura de internet que pueda tener allí», completa Gatón, acostumbrado a enfrentarse a las líneas de código desde la comodidad de un despacho.

La base Marambio es un enclave estratégico para la investigación científica. Durante el verano antártico, acoge a unos 60 profesionales, entre ellos paleontólogos y biólogos dedicados al monitoreo de poblaciones de pingüinos, además de los científicos atmosféricos vallisoletanos del GOA. «La vida en una base antártica es muy peculiar, hay que hacer un gran esfuerzo de convivencia. La base es argentina y aquel país hace una selección muy exhaustiva del personal que envía allí. Todos tienen una muy buena disposición y la convivencia se hace interesantísima», indica Calle.

Cabe destacar que durante el mes de enero, David Mateos y Daniel González, también del GOA de la UVa, han estado desplazados a la base española Juan Carlos I, ubicada en la isla Livingston, en el archipiélago de las Shetland. Esta presencia de investigadores españoles en diferentes bases antárticas subraya la importancia de la colaboración internacional en la investigación climática y la comprensión de fenómenos atmosféricos globales. «Para hacer estudios climáticos es importantísimo estudiar las zonas polares, tanto el Ártico como la Antártida, porque son zonas muy delicadas del planeta, en las que los cambios climáticos tienen un impacto mucho más importante», concluyen los investigadores vallisoletanos Calle y Gatón.