Valladolid

Dos colegios unidos por el deporte y la inclusión

«No se trata de correr ni de ganar, sino de participar y ayudar al que llevas al lado. Aquí los niños vienen a vivir una experiencia nueva», decía Gabriel Rodríguez, director del CEIP Parque Alameda junto a la línea de salida situada en el parque de Covaresa. Esta carrera la celebraron por primera vez con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad (3 de diciembre). «El primer año la celebramos justo ese día y nos cayó una nevada tremenda. Decidimos trasladarla a mayo y cada año se va superando», añadía.

Hubo cuatro recorridos diferentes adaptados a la edad y condición física del alumnado participante. Desde distancias muy cortas de 300 metros para los más pequeños hasta el kilómetro para los mayores. Todo pensado para que nadie se quede sin llegar a la meta.

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En la línea de salida, había un gran arco hinchable cedido por el atleta Isaac Viciosa que no se quiso perder la carrera. Los participantes fueron agrupados por colores, mezclando niños de ambos centros. «Juntamos a los alumnos de nuestras cuatro etapas que son, Infantil Especial, EBO, EBO 2 (Enseñanza Básica Obligatoria) y TVA (Transición a la Vida Adulta), con los niños del colegio ordinario Parque Alameda. Así, socializan, se hacen amigos y pierden el miedo a lo desconocido», explicaba Carlos Yugueros, profesor de Educación Física en el colegio Número 1. «Para nuestros alumnos, participar en una carrera popular y tener su correspondiente dorsal, es algo que no siempre está a su alcance. Aquí, lo viven en igualdad», prosiguió.

En la línea de salida estaba animando a los chavales, la deportista y concejala de Participación Ciudadana y Deportes del Ayuntamiento de Valladolid, Mayte Martínez, quien no dudó en destacar el valor del encuentro. «Es una jornada deportiva, festiva y solidaria que favorece la inclusión y la creación de lazos entre los niños, con y sin discapacidad. El deporte es una herramienta muy poderosa para fomentar valores como el respeto y la convivencia», apuntó

El ambiente fue de auténtica fiesta. Padres, abuelos, vecinos del barrio, voluntarios y entidades colaboradoras ayudaron en la organización y aportaron premios, fruta, agua y pulseras conmemorativas para los participantes. «Los niños de ambos coles ya se conocen, se saludan, se dan abrazos… Es muy emotivo. Es una fiesta, pero también una lección para todos. Nos permite conocer otras realidades, valorar la suerte que tenemos y aprender desde pequeños a convivir», concluía Gabriel Rodríguez.