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«La mayoría reservamos nuestras bodas en 2018 y 2019 y tuvimos que aplazarlas por la pandemia», resume Sandra, una de las afectadas por el cierre, por ahora definitivo, de un veterano de la hostelería como el hotel La Vega, en Arroyo, cuyos gestores, la ... cadena asturiana Domus,clausuró sus puertas en octubre, anuló todas sus reservas de celebraciones para 2022 y mantiene en Erte desde entonces, en principio, hasta el 28 de febrero, a los treinta trabajadores de la plantilla. El cese de la actividad fue comunicado a las parejas que tenían concertadas los banquetes de sus enlaces para el año que viene y que ya habían abonado su fianza, 1.500 euros de media, cuya devolución llevan reclamando desde hace un mes. La cadena, por ahora, les ha dado la callada por respuesta. «Somos dieciocho afectados y llevamos un mes pidiendo que nos devuelvan nuestro dinero antes de tener que iniciar acciones judiciales», lamenta Daniel, otro de los damnificados, quien incide en que los aún dueños del hotel les «han dado buenas palabras» y aclara que «lo cierto es que ninguno hemos visto aún un euro».
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Los responsables del hotel, que hasta mediados de octubre habían mantenido su previsión de celebrar las celebraciones concertadas, «a pesar de que les insistimos mucho ante los rumores de un posible cierre», avisaron finalmente a las parejas por teléfono. «Nos dijeron que se cancelaba todo y que nos ofrecían como alternativa otros dos hoteles ajenos a la cadena, que se comprometían a conservar la reserva, pero con otras condiciones a las que teníamos firmadas». Pero muchos rechazaron la propuesta, impulsada desde la propia gerencia del hotel, «ya que sus precios nada tenían que ver con los que nosotros habíamos acordado». Así que la inmensa mayoría de las parejas afectadas optaron por buscarse la vida para reservar sus celebraciones con otros establecimiento y han reclamado formalmente a Domus la devolución de sus fianzas, cuya suma global ronda los treinta mil euros, sin éxito hasta la fecha.
«Tuvimos que aplazar la boda por la pandemia, primero, luego por el cierre temporal del hotel (entre octubre y abril) y ahora esto», lamenta Sandra, una de las afectadas por la cancelación de las bodas reservadas para 2022 en el hotel La Vega, cerrado desde hace un mes. «No ha sido fácil buscar de repente otro restaurante, sobre todo, por la demanda que hay para el año que viene después de todo lo que ha pasado», lamenta antes de explicar que, en su caso, abonaron dos mil euros de señal. «Lo único que queremos es que nos lo devuelvan y pasar página con ellos», concluye.
Estas dieciocho parejas son, en principio, las únicas afectadas por el repentino cierre del hotel. Su última directora, Elvira Muñoz, que se mantiene en Erte junto al resto de los trabajadores, afirma que «en cuanto supimos que iban a cerrar dejamos de coger reservas para otras bodas o comuniones y avisamos de inmediato a todas las parejas afectadas». Ella misma, añade, buscó «alternativas con otros hoteles similares para ofrecerles que asumían sus fianzas». Otra cosa, y así ha ocurrido con la mayoría de las parejas, es que no les cuadraran las tarifas de los otros establecimiento. «Entiendo perfectamente la faena y ojalá que la cadena devuelva las fianzas, pero por parte de la plantilla hemos hecho lo que hemos podido por ellos», defiende.
«Somos conscientes de la situación y nuestro compromiso es de devolver las fianzas antes de que acabe el año», aseguró ayer el consejero delegado de la cadena Domus, Secundido Cosme, quien aclaró que están «estudiante cada caso para devolver el importe que corresponda, ya que hay parejas que sí han ido a los otros hoteles y otras a las que quizás haya que descontarle algún concepto, pero el compromiso es de devolver esas fianzas».
Los treinta trabajadores, cuyo Expediente de Regulación Temporal de Empleo (Erte) expira el 28 de febrero, viven con incertidumbre, aunque con «esperanza», su futuro a medio plazo. Los propietarios mantienen el hotel La Vega en venta y la plantilla apunta a que puede haber alguna cadena interesada en la compra de un veterano establecimiento, que abrió sus puertas en 1995 y que cuenta con 144 habitaciones, pero que aseguran que se encuentra en «perfecto estado».
El establecimiento, gestionado por Domus desde hace un lustro, ya cerró sus puertas temporalmente por la pandemia entre octubre de 2020 y abril de este año, cuando retomó la actividad tanto en el capítulo de alojamientos como de celebraciones (bodas, comuniones...). Hasta que en octubre cerró sus puertas definitivamente. «Nos estuvieron dando buenas palabras durante meses y, al final, nos llamaron para decir que cerraban y que cancelaban sus reservas», incide María, otra de las afectadas por la anulación de las bodas.
Las parejas afectadas tenían sus reservas cerradas para el año que viene, en su mayoría después de numerosos aplazamientos por la pandemia, y ahora estudian agruparse para reclamar la devolución de sus fianzas. «Es nuestro dinero y esperamos que lo devuelvan sin tener que llegar a los tribunales por unas cantidades que, al margen de que son nuestras y tenemos derecho a recuperarlas, entendemos que no son tan importantes para una cadena hotelera», sentencia Daniel.
«Domus no va a dejar tirado a nadie y por eso hemos cerrado en cuanto acabamos con los compromisos que teníamos para este año y comunicamos la situación de inmediato a los titulares de las reservas del próximo año», incide Secundino Cosme antes de reconocer que su cadena aún «no ha decidido si vamos a reabrir el hotel o si habrá otro gestor cuando concluyan los expendientes de la plantilla en febrero de 2022».
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