Capilla y altar de la iglesia del monasterio de Corpus Christi

Las dominicas del Corpus Christi cierran su convento del Prado de la Magdalena

El inmueble, en el que residían cinco monjas, acogió el pasado domingo una Eucaristía de despedida

Javier Burrieza

Miércoles, 11 de noviembre 2020, 07:26

Un convento más se cierra para siempre en Valladolid: el monasterio del Corpus Christi de monjas dominicas en el Prado de la Magdalena. El pasado domingo celebraron una Eucaristía de despedida con el cardenal arzobispo de Valladolid, y en los próximos días las cinco ... hermanas que conforman la actual comunidad se trasladarán a otros monasterios de la orden: en Caleruega (cuna de su fundador santo Domingo), Zamora, San Sebastián y Portacoeli, en la calle Teresa Gil de Valladolid.

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Precisamente esta ciudad llegó a contar con siete conventos de dominicas: Santa Catalina (hoy propiedad municipal), Madre de Dios (en la parroquia de San Pedro), Las Lauras (en el espacio del Campo Grande y hoy derribado), San Felipe de la Penitencia en el Campillo (después sustituidas por la llegada de los capuchinos y su nueva iglesia de la Paz), el del Sacramento en las Tenerías, el que nos ocupa del Corpus y el mencionado de Portacoeli, consolidado por el polémico Rodrigo Calderón, el valido del duque de Lerma.

El cardenal Blázquez quiere mantener el templo con culto

El destino del edificio actual, de ladrillo prensado en su fachada, muy bien aparejado, se encuentra en las manos de la Federación de Santo Domingo de monjas dominicas, aunque el cardenal Blázquez ha expresado su deseo de mantener el templo con culto, sede además de la cofradía de la Oración del Huerto y lugar donde custodian dos de los pasos de su propiedad, obras de Miguel Ángel Tapia. El patrimonio artístico del monasterio se repartirá entre las distintas comunidades donde se van a establecer las monjas, esperando que en el reparto exista especial atención a Valladolid, tanto al de Portacoeli como al de frailes de San Pablo, en cuyo presbiterio se instaló hace meses la sillería del coro alto del Corpus Christi.

Los orígenes del propio del Corpus se remontan a 1545, a la persona de doña Ana de Boninseni y al deseo que expresó de iniciar una comunidad religiosa en unas casas que había comprado don Galván Boninseni en la parroquia de San Lorenzo, en la actual Plaza de Santa Ana. Sin embargo, la trayectoria de la comunidad religiosa, siempre bajo la espiritualidad de santo Domingo, fue inestable, lo que la ha privado de la conservación de un patrimonio mueble histórico destacado y de un archivo que permita reconstruir su historia. Nunca la comunidad del Corpus Christi fue numerosa. En 1837 recibieron a las dominicas de Benavente y apenas unos años compartieron el convento con las monjas vallisoletanas de Santa Catalina, antes de su traslado a Salamanca. Desde entonces, las religiosas del Corpus han visto morir a cinco hermanas desde finales de 2018 y fracasar la llegada de nuevas vocaciones.

Desde aquella interesante fundadora del siglo XVI, que tomó el nombre de Ana de la Encarnación, las monjas se dividieron: las que la siguieron pasaron a Simancas, regresaron a Valladolid, frente al llamado pradillo de San Sebastián; se establecieron en la calle de la Puente y recalaron, en el último tercio del XVI, en el espacio conventual del Campo Grande (hoy Acera de Recoletos), donde edificaron su histórico edificio que mantuvieron hasta 1884.

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Ni Matías Sangrador, ni García-Valladolid lo valoraron. El deterioro que sufrió a lo largo del siglo XIX, tanto en la Guerra de la Independencia como en el Sexenio Revolucionario de 1868, amén de la expansión de la ciudad burguesa por esa zona, hizo pensar a las monjas en una nueva ubicación: el Prado de la Magdalena. El maestro de obras, Pablo Luis Redondo, trazó el plano del edificio y de la huerta y lo dividió en lotes que, a medida que se iban vendiendo, permitía la construcción del nuevo edificio detrás de una Facultad de Medicina también en construcción.

El diputado Juan Alzurena, yerno de Paulina Harriet, compró alguno de estos terrenos, según informaba en 1884 El Norte de Castilla, para edificar un singular proyecto de hoteles. No lo consiguió. Mientras, las monjas dominicas celebraron la primera misa en su nueva iglesia de retablo mayor neoclásico, con imitación a mármoles, en junio de 1889.

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