Doctor Centeno: «La vacunación infantil es segura pero, además, permite socializar a los niños»

El jefe de Pediatría del Hospital Río Hortega, la zona Oeste hospitalaria de Valladolid, Fernando Centeno, aclara las dudas al respecto. En primer lugar, este especialista destaca que «las vacunas infantiles sí son seguras. La recomienda todo el mundo científico y profesional de la atención pediátrica. Es la postura de la Asociación Española de Pediatría, por ejemplo. Los efectos secundarios descritos, la miocarditis y la pericarditis, son realmente excepcionales y además en los adolescentes que lo han sufrido la evolución ha sido buena. No es preocupante».

El doctor Centeno añade que «son eficaces. Disminuyen la enfermedad grave, casi elimina el ingreso en UCI y la mortalidad... el riesgo es muy bajo para los beneficios obtenidos». Sin embargo, este especialista entiende el planteamiento de que «si la enfermedad es leve en un niño o asintomática, los padres puedan dudar en vacunarlos. Pero en algunos casos puede haber complicaciones, también tenemos niños con covid persistente que, aunque hayan pasado la infección incluso con pocos síntomas, luego permanecen mucho tiempo con problemas, con cansancio... El balance riesgo-beneficio es favoravle a ponerlas, desde luego. El beneficio individual es alto y el riesgo muy bajo».

Asimismo, «desde un punto de vista de salud pública está claramente justificado. Es bueno para todos. Hay cierta inquietud en que vacunar a los pequeños es una ventaja para los mayores; pero, además de lo ya señalado, hay un importante interés en la sociabilización del menor. Los niños y adolescentes también tiene su propio grupo social. Están las clases, los recreos, los cumpleaños, los deportes... además de la relación con sus padres y abuelos. El tener la vacuna puesta reducirá las aulas en cuarentena y flexibilizará las restricciones en sus encuentros si deja de haber tantos casos. El beneficio en su sociabilización es claro. Normalizan su vida y es importante porque la pandemia les ha afectado», apunta Fernando Centeno.

«Desde un punto de vista ético siempre hay que atender a cuatro principios –apunta– la beneficencia, es decir, que haga bien y aquí se cumple, hay beneficios, puede que no tan altos como en otras cuestiones, pero sí; la no maleficiencia, que no produzca daño y ya hemos dicho que los efectos secundarios son muy bajos y la equidad, que llega de forma generalizada, que todos estén protegidos. Además el hecho de vacunar a los menores favorece la atención hospitalaria, de ellos mismos, que el acceso al diagnóstico y tratamiento de otras patologías se vería favorecido si hubiera menos casos de covid. Repercutiría en su propia atención. Y, el último principio ético, el de la justicia, equidad en la distribución de cargas y beneficios se cumple», repasa.

«En cualquier caso, los padres que tienen dudas o cuando sus hijos tienen alguna patología que les preocupa con respecto a la vacuna, es totalmente legítimo y lo suyo es que lo hablen con su pediatra, que le transmitan sus dudas y puedan tomar una decisión bien informados y compartida. Hay casos en los que puede no ser recomendable, hay niños que por su situación clínica previa podrían sufrir una epilepsia inducida o fiebres y en estos casos lo recomendable sería evitarlo. El Ministerio de Sanidad y la Sociedad Española de Cardiología Pediátrica y Cardiopatías Congénitas establecen casos en los que se recomienda y prioridades y otras indicaciones.

Así, esta última sociedad científica establece que: «Es recomendable que los niños con cardiopatías se vacunen frente a la Covid-19 porque según las recomendaciones del Ministerio de Sanidad, de la Asociación Española de Pediatría y otras sociedades científicas disminuye la gravedad de la enfermedad y el riesgo de padecer covid persistente; se podrán priorizar en general pacientes trasplantados, con tratamiento sustitutivo renal, pacientes con inmunodeficiencias o que estén recibiendo tratamiento inmunosupresor y los efectos adversos más frecuentes son el dolor en la zona de punción, dolor de cabeza o malestar general. Asimismo, indica que «si la administración de la vacuna contra el SARS-COV2 coincidiera con otras vacunas del calendario infantil no supondría un inconveniente, ya que se puede administrar de manera simultánea con cualquier vacuna en lugares anatómicos diferentes. Y, por el contrario, la no administración de forma simultánea no implicaría ningún problema; ya que no es necesario esperar ningún intervalo de tiempo entre las diferentes vacunas».