

El doctor Bacterio investiga en la UVA
Un físico vallisoletano usa a la TIA de Mortadelo y Filemón para dar nombre al código de su investigación
El 23 de mayo de 2003, el dibujante Francisco Ibáñez, creador de sagas como Mortadelo y Filemón, 13 Rue del Percebe o Rompetechos, se mostraba ... pesimista en la Feria del Libro de Valladolid sobre el futuro del cómic. «Los más jóvenes tienen cada vez menos interés por la proliferación de los videojuegos y las nuevas tecnologías». No era el caso de Gabriel. Entonces con 8 años, los tebeos fueron su puerta de entrada a la literatura. Y sus padres, profesor él, decidieron fomentarla.
Aquel día, la madre de Gabriel le llevó por sorpresa a la Acera de Recoletos, cita anual de casetas y stands literarios. Antes había comprado un ejemplar de las aventuras de los dos investigadores de la TIA, su desastrosa agencia. Casi sin darse cuenta, Gabriel se encontró ante una larga cola de autógrafos ¡delante de su ídolo el gran Ibáñez!
Cuando le tocó su turno, apenas pudo balbucear su nombre. Ibáñez le estampó un dibujo de Mortadelo disfrazado de serpiente y un autógrafo: 'A mi amiguete, Gabriel'.
El chaval siguió cruzando, aún con más ganas, todas las 'puertas' que le abrían las aventuras de Ibáñez. Con su colección de tebeos, que hoy supera el centenar, solo competían sus notas, como su premio extraordinario de Bachillerato. Los monográficos de las Olimpiadas, de los Mundiales..., los tiene todos. «E incluso algún incunable poco conocido por el gran público», admite.
Con el paso de los años y antes de marcharse de casa, sus padres le preguntaron si se deshacían de su vieja colección. «Ni hablar. Me los llevaré algún día, cuando tenga casa».

Hoy tiene 27 años y, tras licenciarse en Física en la Universidad de Valladolid y completar su doctorado en la de Oxford (Inglaterra), regresó a casa en enero pasado gracias a una beca Margarita Salas y un contrato de asistente postdoctoral. Sus años fuera incluyeron una estancia en Burdeos (Francia), donde reorientó su proyecto y se involucró en el estudio de la interferometría de Talbot, que analiza plasmas de densidad sólida utilizando láseres de electrones libres. Algo complejo para cualquier profano pero que tiene gran utilidad en Medicina para el uso de pruebas con rayos X y contrastes, entre otras posibilidades.
No tenían un modelo de predicción y Gabriel decidió centrarse en ello. El resto del equipo, integrado por físicos alemanes y norteamericanos, empezó llamando a su código TNT. «Como el explosivo. A mi aquello no me convencía», reconoce Pérez Callejo.
El Astérix español
Cuando completaron su trabajo pensaron en publicarlo. Seguía faltando el nombre del código. Algo se encendió en la cabeza de Gabriel. Talbot Interferometry Analyzer (Analizador de Interferometría Talbot). T.I.A.. «Como el código lo hice yo y TNT es algo internacional ¿por qué no cambiarlo por TIA?», pensé.
Empezaron a remitir su artículo científico a revistas de renombre. «La primera lo rechazó porque el acrónimo de TIA no les convencía», relata en su despacho de la Facultad de Ciencias.
Con la segunda editorial hubo que insistir, pero acabaron aceptándolo. Hace unos días, la revista 'Physics of Plasmas' publicaba el texto. En las referencias finales, la número 13 dice: Gabriel Pérez Callejo desea mencionar que el nombre del código TIA pretende ser un homenaje a la obra de Francisco Ibáñez. Desde Burdeos, el jefe del proyecto llamó a Gabriel. «Ahora entiendo tu insistencia. Mortadelo y Filemón son en España lo que Astérix y Obélix en Francia». Quizá le habría costado más si supiera que el acrónimo de Ibañez para su agencia era Técnicos de Investigación Aeroterráquea (TIA).
Casi dos décadas después, Gabriel entendió el porqué de su cabezonería. Admite que se ha preguntado muchas veces «por qué no fui capaz de decirle nada aquel día a Ibáñez». Hoy, casi dos décadas después, reconoce que «el homenaje es una forma de respuesta a mi silencio de entonces».
Decidió publicar en su perfil de Twitter la portada de la publicación científica junto a la foto del niño que había salido con su uniforme del colegio Inmaculada Misioneras acompañado de su madre y camino de la sorpresa de su vida. Las redes multiplicaron la anécdota.
Le han llegado cientos de referencias de personas que, como él, construyeron su infancia esperando las nuevas aventuras de las viñetas de Ibáñez. No hay que olvidar que la longeva carrera del artista catalán supera el medio siglo. Se han hecho eco desde la Plataforma que reclama para él el Premio Príncipe de Asturias, a cientos de 'ibañistas' entregados.
«Con lo tóxico que suele ser Twitter -reflexiona el físico Pérez Callejo- y en este caso no ha habido ni un solo comentario negativo». Lo más 'duro' que le han lanzado es un 'No mienta, usted es el doctor Bacterio disfrazado de físico'.
Por eso, Gabriel tiene un último deseo para reconciliarse con el niño mudo de 8 años. A sus 86 años, Francisco Ibáñez, que siempre se consideró un «soso que se expresa dibujando», vive su retiro en Barcelona, lejos de la efervescencia de las redes sociales.
Su entregado admirador vallisoletano aún no sabe si su homenaje ha llegado hasta su ídolo. De hecho no descarta «conectar con alguien cercano, por ejemplo su editorial, para que se lo comente». Sería, según él, una forma de sentirse portavoz del cariño y admiración de varias generaciones de lectores de tebeos.
Y si pudiera decírselo en persona, ¿qué le comentaría? «Creo que me volvería a quedar mudo otra vez», se teme Gabriel.
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