El doctor José Luis Almudí repetirá otros cuatro años más al frente del Colegio Oficial de Médicos de Valladolid. Al ser el único candidato no precisa elecciones y este martes tomará posesión oficial del cargo.
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–Pocos cambios en el equipo.
–Es una candidatura ... continuista. Solo ha habido dos cambios y por necesidad. Rosa Ibán será la vicepresidenta segunda (Gloria Sánchez Antolín ocupa un cargo directivo en Sacyl) y Guillermo Cabezudo, un MIR de segundo año de Cirugía General, la voz de los residentes, cargo que antes ocupaba Verónica González que ya no es residente.
–Los estatutos sí cambiaron.
–Efectivamente, a finales de año y se han publicado en el Bocyl hace poco. Eliminan la vocalía de las terapias alternativas, hacen que las listas electorales sean de candidatura cerrada y no puedan votarse por separado la permanente y cada vocalía y limitan a dos legislaturas la presidencia.
–Pero esto no le afecta al aprobarse cuando ya era presidente.
–Aunque no me afecte esta limitación de mandato lo asumo como un compromiso personal. Un presidente no debe acomodarse en el cargo y los proyectos deben desarrollarse en dos legislaturas, si no se puede cumplir en ese tiempo con los proyectos debe darse paso a otro equipo. Es salud democrática.
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–¿Qué balance hace del cierre de legislatura y que nuevas metas se marca?
–Tomamos un proyecto hace cuatro años con mucha ilusión, con un claro decálogo de propuestas y comenzamos muy fuertes. Nos posicionamos en defender la evidencia científica y en un proyecto de potenciar la formación con programas propios que no dependieran de la industria farmacéutica. Creamos grupos de trabajo para AtenciónPrimaria y para la Hospitalaria. Ahora lo haremos para Pediatría porque es necesario abordar esta especialidad y su situación no diferenciada en hospitales y centros de salud. También estábamos ilusionados con el 125 aniversario de la creación del Colegio de Médicos de Valladolid y teníamos previstos muchos eventos sociales y para la profesión... y llegó la pandemia. Tuvimos que suspenderlo.
–El covid fue un buen golpe para médicos y asistencia.
–Era una enfermedad que desconocíamos, no estábamos preparados para ello. Dos cosas nos preocupaban especialmente: Protegernos en una época de escasez de equipos de protección individual (epis) y resolver los problemas de salud de nuestros pacientes. No teníamos herramientas casi ni de diagnóstico ni tratamiento en una enfermedad de evolución muy rápida. Muchos iban mal al quinto o séptimo día. Esto ha afectado mucho a los médicos. Además ha sido muy larga.
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–Pero los médicos ya estaban muy quemados antes de la pandemia.
–Quemados ante el déficit de profesionales, ya desde 2007. Y llegó el covid que, sobre todo en los hospitales ofreció un escenario dantesco. Desbordó la capacidad, los recursos... Al borde del colapso y paralizó la actividad, salvo urgencias y procesos oncológicos. Mucha patología crónica, sobre todo cardiaca y oncológica, han llegado en estadíos avanzados a la consulta. Hubo un claro infradiagnóstico. Hizo aún más evidente las carencias estructurales y de recursos humanos previas y la sexta ola fue la puntilla en AtenciónPrimaria que arrastraba una larga crisis existencial. La Primaria y las Urgencias hospitalarias no tienen filtro previo y llega todo sin contención. Uno de nuestros objetivos es devolverles el equilibrio emocional, la motivación. Trabajar por ello.
–Mucho se ha hablado de las carencias de AtenciónPrimaria; pero ahí sigue sin reforma. ¿Cabe no hacer nada?
–No puedes esperar resultados diferentes si haces lo mismo. El diagnóstico está hecho y compartido y el tratamiento prescrito. Hace muchos años que se sabe que la tasa de reposición de médicos, no solo de Medicina de Familia, sino de varias especialidades hospitalarias, es muy insuficiente;pero no se ha abordado. Es necesario intervenir. En primer lugar está infrafinanciada.
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–¿Qué propone?
–La solución no está en el número de egresados ni en más facultades de Medicina sino en aumentar la capacidad de formación de las plazas MIR y, para ello, tiene que haber más unidades y docentes y más tutores, por lo tanto. Y como ni se recompensa ni se valora y hay además ahora una fuerte carga asistencial no pueden dedicar tiempo a enseñar. Para ello hace falta liberar parte del tiempo. La desmotivación es enorme.
–¿Hay un uso político de la sanidad?
–Es usada como arma arrojadiza por todos. Hace falta un pacto y un consenso, con participación de profesionales, políticos, sindicatos, sociedades científicas, corporaciones locales... y diseñar una hoja de ruta a corto, medio y largo plazo. O se cambia el modelo o colapsa.
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–¿Un médico por consultorio?
–Tenemos de las mejores ratios de España en número de pacientes por médico;pero, al analizar cada zona, las cargas de trabajo son muy variables y hay fuertes tensiones. Un modelo con 3.662 consultorios es insostenible y no solo porque no haya facultativos sino porque atomizar de esta manera es inviable no da lugar a una buena prestación de servicio. El sistema está ahora orientado a la complacencia y no a la eficiencia.
–¿Qué propone?
–Ordenar los recursos y aumentar la capacidad de respuesta de forma próxima a los vecinos pero no en cada puerta de cada casa. Un porcentaje altísimo de las consultas son de escaso valor y se pueden resolver de forma eficaz de otra forma. Siempre garantizando la asistencia. Un municipio de cabecera debe tener consultas de alta resolución, con buen equipamiento y tecnología punta y mejorar las comunicaciones terrestres. Garantizar consultas; pero hay que reorganizar los medios de los que disponemos y hacer una tarea de educación sanitaria de la población, mejorar la comunicación entre centros de salud y hospitales y la telemedicina.
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–¿Difícil hacer entender un plan de reforma?
–Es un proyecto de mejora. La Atención Primaria es tan accesible que morirá de éxito. La población depende demasiado del médico, para cualquier decisión, y hay otras opciones, problemas que pueden solucionarse en otros ámbitos sociales o familiares. Es complaciente pero debe de ser eficiente y si no hacemos nada va a a desaparecer y llegar al colapso. Igual hay que llegar a la crisis absoluta y renacer para que todos los que se oponen al cambio igual entonces entiendan lo que ocurre.
–Pocos médicos y se van.
–Es el problema de la falta de fidelización. Hay un desajuste entre oferta y demanda. Los que son propietarios de una plaza están atrapados en su centro de salud y los que no la tienen se mueven en función de sus necesidades vitales y profesionales. Potenciar la autogestión, que tan denostada fue, me parece fundamental para ser partícipe de un proyecto, para formar equipo e identificarse con el centro de trabajo y sus proyectos. Es necesario retomar la autogestión tanto en Primaria como en los hospitales porque además estabiliza plantillas y mejora la asistencia. Y también hay que abordar, según complejidades y procesos, lo que se llaman subespecialidades, es decir, que la oferta para determinados servicios puede ser perfilada, no solo por méritos de tiempo trabajado sino por capacidades. También es importante replantearse la especialización en urgencias porque un médico de Familia se prepara para un centro de salud. Los compañeros que trabajan en estos servicios deben sentirse cómodos.
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–¿El fin último de una orgenización colegial?
–Proteger al colegiado, al médico y de esta forma también al paciente, a la calidad asistencial. Tenemos que lograr devolver motivación, mejorar las condiciones. Y también proyectamos detectar, buscar posibles casos de médicos jubilados, mayores de 75 años, que tengan problemas sociales y ponerles en contacto con recursos del colegio o externos para estos casos.
–¿Las agresiones en vez de descender se han incremantado?
–Después de la pandemia, ha tenido lugar un aumento de las agresiones, sobre todo verbales y especialmente en Atención Primaria y en Urgencias por ser muy accesibles y tener un acceso muy libre. Cuando desapareció el miedo terminaron los aplausos.
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–¿Cómo es la relación con el Consejo de Colegios Oficiales de Médicos de Castilla y León?
–El objetivo es no perder el tiempo con disputas estériles. Lo más importante para mí son los colegiados de Valladolid.
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