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J. Sanz
Valladolid
Viernes, 25 de enero 2019, 21:23
La mayor riada registrada por el Pisuerga, que tuvo lugar el 6 de marzo de 2001, se llevó por delante el último arco de piedra que se conservaba de la pasarela que permitía acceder a las históricas aceñas salvando el desnivel desde el actual paseo ... de Isabel la Católica. Aquel caminito pétreo, intransitable desde los albores del siglo XX, conducía al vestigio industrial más antiguo que se conserva en la ciudad, como son los restos (cuatro piedras visibles a día de hoy) de esta suerte de molino construido en el siglo XII aguas abajo del Puente Mayor y que estuvo en servicio hasta finales del XIX. El indudable valor histórico de las aceñas ha llevado al Ayuntamiento a poner en marcha un proyecto, que nació hace dos años de la asociación Los Amigos del Pisuerga y el arquitecto Arturo Balado, para recuperar los restos que sea posible del fondo del río y de la orilla (hasta el murete), consolidar los vestigios existentes y ponerlos en valor a continuación con una pasarela desde la orilla que permita visitar las aceñas.
1230 Primeras referencias escritas a la existencia de las aceñas junto al Puente Mayor (siglo XI), utilizadas entonces como molino para el trigo.
1602 Primer testimonio gráfico de las aceñas en un cuadro de la infanta Ana de Austria, obra de Juan Pantoja de la Cruz. Las aceñas aún se utilizan como molino y como batán para tupir la lana.
1738 La pasarela original de madera para llegar a las aceñas desde el Puente Mayor se sustituye por otra de piedra.
1875 Las aceñas pierden su uso tradicional y se utilizan para llevar el agua a las fuentes de la ciudad.
1886 Las aceñas se abandonan coincidiendo con la puesta en marcha del Canal del Duero ese mismo año y comienza su progresivo deterioro hasta la actualidad.
La primera fase del proyecto, que ya está adjudicada al arqueólogo Arturo Balado (Patrimonio Inteligente), se centrará en la recuperación de los restos sumergidos y se llevará a cabo presumiblemente en verano, aprovechando que el río alcanza esos meses su caudal más bajo.
«El trabajo de campo será una excavación arqueológica que precisará de la realización de un pequeño dique provisional (o ataguía) en el río para secar el tramo en el que el que se encuentran las aceñas y de una excavación en la orilla, hasta el muro, para recuperar los restos que sea posible tanto del molino como de la pasarela», explican fuentes de la Concejalía de Urbanismo, impulsora de este proyecto financiado con 33.000 euros para este fase de recuperación.
«Vamos a excavar, limpiar, recuperar los elementos que sea posible y datar los vestigios -estos trabajos durarán un mes- para después elaborar un informe exhaustivo -otro mes más- previo a la ejecución de un proyecto de consolidación de los muros de las aceñas, reconstrucción parcial de las mismas y, si todo va bien, de colocación de una pasarela ligera que permita llegar hasta ellas y visitarlas», resumen las fuentes consultadas antes de reconocer que «la reconstrucción total es inviable».
Y esto último no es de extrañar si se tiene en cuenta que las aceñas fueron abandonadas a merced del azote de las aguas del Pisuerga en 1886. Para entonces ya habían caído en desgracia al perder su uso tradicional, desde el siglo XIII, como molino de trigo y batán para tupir la lana. Esto último ocurrió en 1875 y durante los once años siguientes aún estarían en servicio como 'motor' para elevar el agua hacia las fuentes de la ciudad. La puesta en servicio del Canal del Duero para el abastecimiento, en 1886, causó su cierre.
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