Todo empezó el pasado viernes con un aviso a su móvil desde, supuestamente su entidad bancaria. Un mensaje avisaba a Patricia Fraile, una joven de 32 de Matapozuelos, de que habían intentado acceder a su cuenta desde un nuevo dispositivo. A ella no le pareció ... extraño, ya que su padre tiene los datos de acceso a la cuenta que usa para su pequeña empresa de jardinería y limpieza.
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«Les salió todo a pedir de boca. Pinché en el enlace y a los dos minutos me llamaron desde lo que yo creía que era Unicaja, porque hasta les clonan el teléfono», comienza explicando esta víctima de estafa que hace público su testimonio con un objetivo claro: «Que nadie más tenga que pasar por lo mismo que he pasado yo. No hay derecho a que te quiten un dinero que cuesta tanto ganar con sudor y esfuerzo».
Patricia Fraile
Afectada por ciberestafa
Y eso lo dice a raíz de caer en una trampa bien organizada, que ha terminado con la retirada de 2.005 euros de la cuenta. «Sabían perfectamente mi nombre y apellidos. Te habla alguien que dice ser el empleado del departamento de seguridad del banco y que te va a ayudar a cancelar los cargos que son una transferencia de 1.000 euros y dos bizum de 500 cada uno más cinco euros de costes que han hecho a tu cuenta. Según me dijeron solo tenía que seguir unos sencillos pasos», continúa Fraile.
Lo que no sabía entonces es que estaba siendo estafada por hackers expertos en desplumar cuentas bancarias. «Me dijeron que un hombre desde Alicante trataba de quitarme el dinero y que tenía que darle un código que me llegó por SMS, idéntico al que te llega del banco. De hecho, dentro del mismo hilo de conversación. No sé cómo lo hacen pero es increíble».
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Se aprovechan de las prisas de querer solucionar rápidamente el problema, del miedo que crean en alguien que cree que está hablando con personal de su entidad bancaria y al que le informan de que le están intentando estafar y se aprovechan también del horario en el que lo hacen, en el caso de Patricia (y en el de muchos otros afectados) eran las 13:30 de un viernes cuando comenzó la estafa. En apenas 10 minutos y tras darles una de las combinaciones de su tarjeta de coordenadas ya habían retirado el dinero. Recibió otro mensaje de texto, 'Operación cancelada con éxito'.
«Tras eso me dicen que hasta que no reciba un mensaje a lo largo del día que no volviese a acceder a mi cuenta online. Te lo dicen, confías y obedeces con toda la buena fe del mundo. Recuerdo que me dijeron que si quería podía ir el lunes al banco para que me dieran los datos de quien estaba detrás de la estafa y yo encima les di las gracias», dice visiblemente molesta por haber sido estafada.
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Cuando colgó, llamó a su padre para comentarle lo que había pasado, «pero me dijo que él no había intentado meterse en la cuenta y al momento llamé a mi madre y me dijo que llamase a la Policía de inmediato», explica. Llegarían varias llamadas telefónicas, primero a comisaría y después a la sucursal. «Era el mismo número desde el que me habían llamado antes y me dijeron ya los que sí eran realmente del banco que además habían intentado pedir dos microcréditos a mi nombre».
A Patricia le pasó algo inusual en casos de ciberestafas como estos, conocidos como 'smishing'. «Cuando vi el número desde donde se había hecho el bizum llamé inmediatamente y esta vez se puso una chica extranjera que me colgó». A la desesperada, consiguió contactar con el hombre que se había hecho pasar por empleado de la entidad bancaria. «Fingí ser abogada y traté de pararlo como pude, incluso citando el Código Penal. Intentaba mantener la calma y no perder los nervios con la persona que estaba al otro lado para que me devolvieran lo que es mío. Esos 2.000 euros iban para pagar impuestos, autónomos y facturas», asegura Fraile, quien señala que en redes sociales le han comentado –hay una plataforma de afectados– que era excepcional el que hubiera podido contactar con los estafadores.
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Denunció rápidamente en las dependencias de la Guardia Civil de Mojados, se puso en contacto con el banco también de inmediato, pero una semana después no ve solución y teme que vaya para largo. «He de agradecer que me han devuelto los 5 euros de tasas por las operaciones que otros han realizado de forma fraudulenta en mi cuenta», dice con ironía.
Fraile asegura que «las víctimas de esto, que sé que somos muchas, estamos desamparados, desprotegidas. Quiero dar visibilidad a esto porque no hay derecho a que luego vayas al banco y se desentiendan, te dicen que no saben nada. El timo está muy bien hecho y tienen que poner freno a que los estafadores les hackeen de esa forma», dice con notable enfado.
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En su caso el dinero fue a parar a una cuenta de Pineda del Mar, un pueblo de Barcelona, «pero ese dinero se mueve a otra cuenta y a otra y desaparece porque actúan desde otros países. Tendré que armarme de paciencia y denunciar al banco también porque es la única manera de que pueda recuperar mi dinero», finaliza.
Desde Unicaja Banco se ha declinado hacer declaraciones públicas sobre un problema que afecta a todo el sector.
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