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El sector harinero ve el panorama complicado. En los últimos diez días, las lonjas han marcado subidas cercanas al 50%, que se suman a las que ya se produjeron a lo largo del 2021, según datos facilitados por Harinas Carbajo, de Benavente. «Estamos muy preocupados ... al ver que el mercado de cereales está tan desorbitado. En diez días hemos visto cómo el trigo subía entre 70 y 100 euros la tonelada. En marzo de 2021 la tonelada de trigo costaba 240 euros y ahora mismo está entre los 360 y 400 euros. Ahora mismo hay producto, pero de aquí a un par de meses, la situación puede complicarse», apunta su director del departamento comercial, Pablo Carbajo. «La guerra es un grave problema humanitario, pero también económico. En nuestro caso, la mayor parte del cereal que compramos es nacional, pero este año también habíamos comprado alguna partida fuera. Hasta ahora no habíamos subido nuestro producto, pero desde ayer hemos empezado a repercutirlo. No queda otra», explica, al tiempo que añade que «los clientes lo entienden, pero vemos que la situación se va a poner muy difícil para todos, tanto para nosotros los productores como para nuestros clientes, y también para el consumidor final, que lo notará en su cesta de la compra.
Pedro Lobato, de panadería Simancas
Los panaderos llevan meses con el agua al cuello y ven con resignación las noticias que llegan desde el otro lado de Europa. Saben que se les avecina una nueva subida en su principal materia prima. «Otra más», lamenta Pedro Lobato, de la panadería Simancas. En el último trimestre de 2021, se vio obligado a subir diez céntimos el precio de la barra por el aumento de los costes de la luz, combustibles y materias primas. Una subida que será de nuevo insuficiente para cubrir sus costes de producción que espera para los próximos meses. «Es lo que nos faltaba», dice el panadero, que teme que, si el conflicto se alarga, no quede más remedio que volver a revisar sus precios.
«Es pronto para notar las consecuencias de la guerra en los precios, pero sé que de forma inmediata nos subirán la harina y el aceite de girasol. El trigo de la harina que usamos viene de Ucrania. Acabo de hacer un pedido y ya me han dicho que sería más cara. Lo que nos pidan, lo tendremos que pagar», incide, mientras explica que «el problema es que somos autónomos y el precio nos lo marcan las grandes cadenas de distribución». «Hemos estado más de diez años sin subir el precio del pan, y hemos soportado nosotros la subida de los productos, pero ha llegado un momento que es insostenible», indica.
José Manuel Renedo, de churrería-bar Erchus 2
José Manuel Renedo lleva doce años al frente de la churrería-bar Erchus 2. Es uno de los buques insignia vallisoletanos de la producción de churros, en cuya elaboración el aceite juega un papel importantísimo. «En Makro ya solo nos permiten comprar una botella de 25 litros por día. Con nuestro proveedor teníamos aceite reservado para todo el año y un precio cerrado, pero ya nos ha avisado de que no puede sostener ese precio», explica este hostelero, para quien esta crisis motivada por la guerra «es peor que la de covid». «No hemos terminado de salir de la pandemia y lo que nos viene va a ser terrible. La guerra de Ucrania es la guinda del pastel. El incremento de los costes es espectacular, los alquileres han subido entorno al 6%, como el IPC; también los salarios y, en la luz, hemos pasado de pagar 1.800 euros en marzo de 2021 a pagar 3.600 euros en este mes. Va a ser imposible aguantar», anticipa, al tiempo que añade que «nosotros hemos subido los precios, pero no nos ha repercutido todo el sobrecoste que estamos teniendo. En muy poco tiempo, muchas empresas del sector se van a ver obligadas a cerrar».
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