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«Venía muy pasado, pidió una botella que costará menos de cinco euros y, como no la había, intentó llevarse la primera que pilló y acabó dándole un puñetazo en la cara a la dependienta cuando intentó impedirle que huyera», relatan las compañeras de ... la víctima, una trabajadora de un estanco, que abrió sus puertas hace poco más de un mes en el paseo de Zorrilla, junto a la plaza del Doctor Quemada, y que el domingo fue el escenario de la reaparición de uno de los delincuentes más prolíficos de la ciudad, Miguel Ángel G. N., de 48 años, que sumó dos horas después del violento robo una nueva detención, y con esta suma sesenta, después de ser identificado por la propia empleada y localizado en Pajarillos.
Miguel Ángel, que arrastra una «demoledora adicción a las drogas» desde su adolescencia, al inicio de los años noventa, sumó en el primer lustro de aquella década más de cuarenta detenciones cuando tenía entre 16 y 21 años. Fue el delincuente habitual más prolífico de una época en la que la venta de estupefacientes en torno al poblado de La Esperanza causaba estragos. Y este, entonces joven, vecino de Arturo Eyries no fue ajeno a ello. Nada menos que cuatro detenciones sumaba ya cuando cumplió los 16, en 1990, por atracos con violencia y robos de coches. Opel Kadett, Renault 9... pasaron por sus manos en aquellos años.
Después, ya con la mayoría de edad recién cumplida, acumuló treinta y siete detenciones casi consecutivas entre 1992 y 1995, por atracos con cuchillos de cocina, robos en interior de vehículos y en tiendas e, incluso, de una cabina telefónica. El destino habitual de sus botines pasaba habitualmente por el poblado de La Esperanza para pagar sus dosis en especie. Y precisamente en Pajarillos, el barrio que acogió aquel gueto, demolido en 2003, fue detenido Miguel Ángel por los policías nacionales a las siete de la tarde del domingo, dos horas después de que atracara el estanco del Cuatro de Marzo para robar una botella de Baileys, valorada en tan solo 5,6 euros y que pudo ser recuperada, y huyera finalmente en bicicleta a pesar de la oposición de la dependienta. La víctima tuvo que acudir al hospital.
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