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El confinamiento en los domicilios y la prohibición de pisar la calle, sobre todo de madrugada (y sin motivo aparente), jugó en la madrugada del ... martes en favor de los policías (locales y nacionales) a la hora de evitar la muerte de un bebé, una niña de tan solo ocho meses en su casa de Pajarillos. Los agentes sorprendieron a la una y veinte de la mañana a la mujer, junto a su otro hijo de tres años, cuando caminaba por la calle, en el paseo de Juan Carlos I, en bata, descalza y empujando una sillita. La pararon, como a cualquier otro viandante, y después de un breve interrogatorio ella misma acabó confesando de manera espontánea que había incendiado su casa con su bebé en el interior al oír los agentes un aviso por la emisora de que los vecinos de un bloque de la calle Tordo habían alertado de que fuego en un piso.
«Iba muy nerviosa e, incluso, intentó inicialmente huir de los agentes –llegó a sacar a su hijo de la silla y salió corriendo con él en brazos–», relatan fuentes policiales. Pero la pararon finalmente y justo cuando estaban con ella entró el citado aviso por la emisora en el que informaban de un incendio en un piso de la calle Tordo. Preguntaron a la mujer y ella mismo confesó que era su domicilio y que lo había incendiado. Eso después de alegar en un primer momento que se dirigía la hospital porque estaba embarazada. Después confesaría, sí, pero dando una versión apocalíptica de visiones y otros desvaríos que ella misma atribuyó a un consumo excesivo de cannabis. «Es mi casa y la he quemado con mi hija dentro», reconoció ella misma.
Los primeros agentes que accedieron a la vivienda de la mujer detenido por intentar quemar la casa con su hija de ocho meses dentro se encontraron su interior «completamente revuelto» y algunas cajas de medicamentos en las que faltaban numerosas pastillas. Quizás fruto de un posible intento de suicidio por parte de la madre, como ella misma llegó a declarar –también dijo que fumó porros–, si bien es cierto que tanto la detenida como el hijo de tres años con el que huyó de la casa estaban bien. Y su pequeña de ocho meses también.
El caso es que los policías locales avisaron de inmediato y sus compañeros del Cuerpo Nacional de Policía acudieron segundos después al domicilio, situado en la calle Tordo (una perpendicular a la calle Villabáñez, entre el paseo de Juan Carlos I y Cigüeña), donde no dudaron en derribar la puerta blindada al escuchar llantos de bebé en el interior para recorrer a toda prisa las estancias de la vivienda en busca de la pequeña. Así encontraron, por fortuna, al bebé sano y salvo. La escena, sin embargo, «era terrible», según reconocen las fuentes del caso consultadas. La pequeña se encontraba en la cuna rodeada de cerillas (ya consumidas) junto a una depiladora láser encendida (una fuente de calor capaz de provocar un incendio).
Y lo cierto es que el incendio se produjo, si bien no llegó a causar daños en la cuna y en la vivienda, más allá de generar el humo suficiente para que alertara los vecinos y estos avisaron al 112 de que había fuego instantes después de las 1:30 horas. Los bomberos, de hecho, llegaron a ser movilizados sin que observaran humo en el exterior. Después llegaría la patrulla de la Policía Nacional y, al oír los lloros, derribaron la puerta y la niña fue rescatada a tiempo y sin lesiones.
La mujer, D. D., de 32 años, fue detenida a la espera de una evaluación psicológica que determine su estado mental. En un primer momento estaría siendo investigada por un delito de incendio y un posible intento de asesinato (ambos en grado de tentativa) en el ámbito doméstico. Los servicios sociales tendrán que determinar ahora la situación de los dos hijos de la sospechosa y el juez determinara su situación procesal cuando pueda pasar a disposición judicial. Los menores, por el momento, están bajo la custodia de la abuela materna, que reside en las inmediaciones. La madre de los pequeños se encontraba sola en su domicilio del número 1 de la calle Tordo, si bien los agentes contactaron esa misma mañana con el padre de los menores.
La sospechosa, por su parte, fue trasladada inicialmente al Río Hortega y luego a los calabozos de la Comisaría de Delicias, donde reiteró su versión inicial de que fumaba «muchos porros» y de que había oído voces que le indicaban que debía quitarse la vida ella y matar a sus dos hijos.
La mujer fue trasladada al mediodía a su domicilio, en un dispositivo en el que todos los agentes, y ella misma, llevaban todas las medidas de autoprotección ante el coronavirus (mascarillas, guantes...), para permitirle que se vistiera, ya que aún estaba descalza y en bata, tal y como la encontraron los agentes de madrugada. Después fue llevada de nuevo al hospital para recibir asistencia psiquiátrica a la espera de que pueda pasar a disposición judicial.
Los especialistas de la Policía Nacional, entre tanto, inspeccionaron la vivienda para intentar reconstruir los hechos ocurridos durante la madrugada anterior.
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