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«Desde luego feo fue un rato y de muy mal gusto», lamentaba este lunes Ángel, uno de los propietarios, junto a su hermano José Luis, del mítico Pub Patton de la calle Felipe II, en alusión al robo sufrido durante la madrugada del pasado ... sábado en su negocio. Y lo dice así no tanto por el asalto en sí, qué también, sino por el momento elegido por el delincuente. Ángel y José Luis habían cerrado el bar la tarde anterior y colocado en la cristalera de la puerta la esquela de su padre, Basilio, de 88 años, que había fallecido ese mismo viernes.
«No sé si fue al ver la esquela, pero lo cierto es que sabían que aquí no iba a haber nadie y esa misma noche, suponemos que de madrugada, se colaron por un pequeño hueco de la puerta y nos robaron», resume el veterano hostelero, cuyo negocio, abierto en 1977, regenta junto a su hermano.
Lo singular del asalto, al margen del momento elegido, es que el autor, presumiblemente uno, rompió dos cristales (originales de los años setenta) del lateral de la puerta del pub para colarse al interior por un hueco del tamaño, y es literal, de dos folios A-4. Por allí, por un espacio de apenas veinte centímetros de ancho por menos de sesenta de alto, se metió el delincuente. «Debía de ser contorsionista o algo así, porque es difícil de explicar», suspira ahora el propietario.
El caso es que el delincuente, cuya constitución debía ser notablemente delgada, entró al establecimiento, situado en la esquina de las calles Felipe II y Leopoldo Cano, a 150 metros exactos de la Jefatura de la Policía Nacional, y puso «patas arriba» la oficina situada detrás de la barra, dentro del almacén del local.
«Muy preparado no debía venir, ya que cogió lo que pilló para reventar la cerradura de la puerta y luego tiró los archivadores y lo que se le puso por delante hasta que encontró seis paquetes de monedas de un euro de los cambios», resume el hostelero antes de concretar que el delincuente huyó con un botín de 150 euros en metálico.
«Nos fastidia porque aquí nunca hemos querido tener tragaperras y siempre dejamos la caja abierta y no solemos tener ni un euro, pero está vez sí teníamos esos paquetes de monedas y los consiguió encontrar», resume Ángel antes de matizar que el ladrón, al menos, «no tocó nada más». Ni bebidas ni mobiliario... Nada. «Solo buscaba dinero, está claro, lo cogió y se fue por el mismo agujerillo de la puerta», concluye.
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Ángel y José Luis, su hermano mayor, han vuelto a abrir este lunes las puertas de su histórico Pub después de un triste fin de semana en el que despidieron a su padre, «muy querido por los vecinos y clientes del entorno», y sufrieron un más que inoportuno asalto a su negocio. Este lunes han interpuesto la correspondiente denuncia ante la Policía Nacional, cuyos agentes investigan ahora el asalto para tratar de identificar al autor.
«Hay que ser desalmado y mala personas para entrar a robar en un momento así», coincidían en señalar el sábado por la mañana, cuando el local aún estaba cerrado y aún lucía la esquela junto a la cristalera rota por el delincuente. Fueron decenas los vecinos que se asomaron al veterano local de la calle Felipe II y que mostraron su pesar por la muerte de Cristóbal. «Siempre solía estar por el bar, con sus hijos, y es una pena», apuntaron.
Basilio Cristóbal Velasco, de 88 años, falleció el viernes. Hacía ya algún tiempo, por su edad, que frecuentaba menos un pub que ayudó a montar a sus dos hijos, José Luis y Ángel, a finales de los años setenta. «Él era albañil y nos ayudaba en su día con las obrillas del local y, cuando se jubiló, solía estar por aquí, charlar con la gente y echar una mano», relata con pena su hijo Ángel. Familiares y amigos le despidieron el domingo en el cementerio de Las Contiendas.
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