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Ángel Ruiz Moráis (Valladolid, 1952) apenas recuerda qué pasó exactamente aquel día de enero del año 2014. «Sé que no íbamos deprisa», dice. «No cogí la curva y me salí de la carretera», cuenta.
Ángel conducía en moto –su hijo hacía la misma ruta montado ... en otra– camino de Motauros. Evitaron la autovía. A la altura de La Seca, Ángel tuvo el accidente. Quedó inconsciente. Cuando despertó, estaba en la ambulancia camino del hospital Río Hortega. Tal vez entonces no se dio cuenta, pero su vida había cambiado para siempre.
Sufrió una complicada lesión que le llevó durante nueve meses al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. «Allí me enseñaron de nuevo a vivir, a valerme por mí miso; para ir al baño, a la ducha, para vestirme». Hizo una larga y dura rehabilitación. «La pierna derecha no la muevo nada», cuenta.
La izquierda, «un poco». Usa silla de ruedas. «No puedo ir de otra forma». Y montado en ella explica su experiencia a los conductores y los alumnos de instituto que participan en las campañas que despliega Asapym Castilla y León para concienciar de los riesgos que se corren cuando se corre al volante.
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El director general de la DGT, Pere Navarro, ha anunciado este mes de julio su intención de que los cursos de recuperación de puntos del carné incluyan charlas en las que víctimas de accidentes de tráfico cuenten su experiencia. Cómo un despiste les obligó a estar más atentos que nunca a sus capacidades. Cómo el exceso de velocidad les llevó a parar algunos de los planes vitales que tenían en mente. Cómo trastear con el móvil cuando no debían les dejó por una temporada fuera de cobertura.
«Todo lo que ayude a ponerle rostro a las estadísticas ayuda», asegura Roberto López Martín, coordinador de proyectos de Asapym. En España hay 35.000 afectados por lesión medular debido a accidentes de tráfico. En lo que va de año, han muerto 662 personas (59 en Castilla y León, cinco en Valladolid).
«Detrás de cada cifra hay una historia personal que no siempre tenemos en mente», indica López Martín. Aspaym pilota desde hace años en la comunidad dos experiencias que inciden en ese objetivo que busca la DGT en los cursos de recuperación de puntos. La primera es la campaña 'No corras, no bebas, no cambies de ruedas'. En colaboración con la DGT y con la Guardia Civil, voluntarios de Aspaym salen a las carreteras de la región para alertar de los peligros que conllevan comportamientos como pisarle de más al acelerador o atender de menos a los espejos retrovisores.
Los agentes paran de forma aleatoria a varios conductores y, con el coche detenido, mantienen una pequeña charla con un voluntario de Aspaym. Como Ángel. Allí, en el espacio que ha habilitado la Guardia Civil, les explican su caso, por qué están en sillas de ruedas, cómo de frágiles somos cuando se comete una imprudencia al volante. «Y no solo por lo que nos pueda suceder a nosotros, sino por lo que podamos ocasionar en los demás», explica Víctor Núñez, técnico de Juventud en Aspaym.
Él es una de las personas que, durante el curso, recorre los institutos (también algunas facultades) para mantener encuentros con estudiantes de Secundaria. «Son charlas que suelen estar dirigidas a chavales de tercero de la ESO. Están a punto de cumplir 16 años y ya pueden sacarse el carné de moto», dice Víctor, quien recuerda que tipo de campañas es especialmente relevante en el medio rural. «Hay chicos que tienen que ir al instituto en la cabecera de comarca y van en moto de un pueblo a otro», asegura.
Durante al año pasado, 3.020 alumnos de Castilla y León (de 23 cursos educativos) participaron en este proyecto Vía Vida. En lo que va de 2023, han sido 2.275 estudiantes de 24 colegios. Allí se presenta Víctor, con una maleta de color morado y una mochila que coloca en el centro de la clase. Yentonces, cuando consigue despertar la curiosidad de los jóvenes, comienza a hablar. Los nombres de esta historia pueden ser ficticios. Por ejemplo, María y Juan.
«Esta maleta que tengo aquí era de Juan», cuenta Víctor. Ysigue: le hemos visto conducir deprisa por una calle, con la música tan alta que es incapaz de escuchar lo que ocurre al otro lado del cristal. Va tan distraído cantando una de sus canciones favoritas que no ve a María, la chica de la mochila, con la que choca en un cruce. El golpe es aparatoso. Durísimo. Tanto Juan como María han perdido el conocimiento.
38,5% de las lesiones medulares
se producen a causa de un accidente de tráfico.
«Y nosotros hemos sido testigos del choque. Tenemos que buscar en su maleta y en su mochila para saber quiénes son esas personas». Para saber que se llaman María y Juan, que tendremos que avisar a los servicios de emergencia para informar de la desgracia, que habrá cosas que podremos hacer y otras que será mejor evitar. «Por ejemplo, no cogerlos, no trasladarlos. Muchas lesiones medulares pueden empeorar si nosotros cogemos a alguna de las víctimas. La secuencia que debemos seguir es PAS: prevención, atención, y socorro. No debemos ponernos a notrosos en peligro, hay que avisar al 112 y socorrer, sin trasladar, a la víctima».
Con esta simulación suele comenzar Víctor sus charlas en los institutos, para proponer después un juego en el que los estudiantes demuestran lo que saben (y, especialmente, lo que desconocen) sobre seguridad vial.Y sobre los peligros que se corren en la carretera.
«Es importante que tengan presente que conducir entraña riesgos, que pueden sufrir una lesión medular. Pero, al mismo tiempo, hay que lanzar un mensaje positivo. Tener una lesión medular (ojalá que no la tengan) no es el fin del mundo. Puede cambiar muchas de tus perspectivas, pero vas a poder trabajar, tener un plan de vida...».
El juego –una especie de trivial– propone preguntas, cuestiones de verdadero y falso, pruebas de mímica. Gracias a las primeras, aprenden, por ejemplo, que el 38,5% de las lesiones meduales se producen a causa de accidentes de tráfico. Con las últimas han de representar cómo adelantarían a un ciclista o comportamientos indebidos en un peatón (como cruzar fuera de un paso de cebra o caminar por el lado incorrecto de un arcén). «Todos somos usuarios de la vía pública», recuerda Núñez, quien apunta que los patinetes han abierto nuevas situaciones complejas a la movilidad.
Si a estos encuentros en institutos asisten voluntarios como Ángel, el mensaje cala todavía más. «Es importante ver las consecuencias de un accidente cara a cara. Empatizan mucho más», cuenta Víctor.Hay una aplicación por móvil (Vía Vida) con pistas sobre seguridad vial. «Los chavales jóvenes tal vez no son tan conscientes del peligro. Yo he sido joven y lo sé», cuenta Ángel, quien después de su accidente en moto ha vuelto a la carretera. Ahora, con un coche adaptado.
«He cambiado mi forma de conducir. Voy con todos los sentidos alerta. Soy más prudente, sí. Sobre todo en ciudad y en carreteras secundarias». ¿Consejos? Nada de echar un vistazo al móvil, no poner la radio demasiado alta, evitar que los pasajeros te entretengan... «Y siempre digo que no hay que tener prisa». Porque correr de más puede hacer que no lleguemos a ninguna parte.
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