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Son el ‘google maps’ del siglo pasado, las fotografías aéreas más antiguas que se conservan de Valladolid, un tesoro a vista de pájaro que permite descubrir cómo ha cambiado la provincia desde aquel año 1945 en el que aviones del departamento de Defensa de EE ... UU sobrevolaron buena parte del sur de Europa en una operación secreta que recibió el nombre de Proyecto Casey Jones.
Estados Unidos, una vez completado con éxito el desembarco de Normandía y con el fin en ciernes de la II Guerra Mundial, constató la necesidad de contar con información fidedigna sobre la cartografía del sur de Europa y del norte de África, como punto estratégico para el desarrollo de su política exterior.
Entre enero y marzo de 1945, varios aviones estadounidenses sobrevolaron la península sin el consentimiento de la dictadura de Francisco Franco, por lo que tuvieron que evitar las rutas militares habituales para tomar las imágenes y posteriormente elaborar los mapas aéreos de España.
El trabajo se completó al año siguiente, entre febrero y septiembre de 1946, esta vez sí con el visto bueno franquista, que reclamó la cesión gratuita del material. Ahora, todas esas imágenes pueden consultarse libre y gratuitamente en la página web del Instituto Geográfico Nacional, dependiente del Ministerio de Fomento. Aparecen agrupadas como Vuelo Americano Serie A (hubo otro, serie B, entre 1956 y 1957). Son 435 rollos de película con las imágenes (en blanco y negro) que tomaron los aviones, a una altitud de entre 6.000 y 8.000 metros.
Esta distancia permite comprobar cómo ha variado la fisonomía de la capital, una ciudad de provincias, rodeada de tierras de labor, que sobrevivía a los primeros años de la posguerra en medio de las estrecheces económicas posteriores a la Guerra Civil. De los 37 kilos de carne por persona que los vallisoletanos consumieron en 1932 se pasó a 1,9 kilos tan solo diez años después.
El Ayuntamiento emitió el 4 de octubre de 1945 una nota de Alcaldía en la que censuraba «los abusos de algunos industriales desaprensivos que, con miras exclusivas hacia su negocio» expedían leche de mala calidad. Las cartillas de racionamiento recordaban que el café tenía impuesto de lujo y limitaban para los adultos el suministro de azúcar (200 gramos por persona), garbanzos (250) o harina (200). La capital salía además de una epidemia de tifus que comenzó, según estudios de la Universidad, en una taberna de la carretera de Renedo y que se extendió luego por la campiña del Carmen, Barrio España y Vadillos, con «focos en las cuevas de San Isidro», La Rubia, San Andrés yDelicias. Dejó 211 muertos.
La economía, con alto grado de dependencia de la agricultura, estaba a punto de vivir su gran transformación. Tan solo seis años después (con la firma de un contrato de cesión de licencias) comenzó la vinculación de Valladolid con Renault y su gran expansión urbanística.
Las fotos aéreas también tomaron como objetivo la provincia, por ejemplo, Medina del Campo.
Estas estampas vallisoletanas se enmarcan en una provincia que tuvo que hacer frente a una sequía que lastró los resultados agrícolas. La ausencia de lluvias llegó a ser tal que el Arzobispado emitió una circular en la que obligaba a los párrocos a incluir en todas las misas rogativas para que lloviera. Alguien les tuvo que hacer caso porque llovió... justo el Domingo de Ramos, para deslucir la procesión de La Borriquilla.
Cuentan Josefa Fernández Aruge, Olga Ogando y Juan José Juste en su libro ‘La economía de la provincia de Valladolid’ que estos fueron, sin embargo, «años dorados» para la indsutria textil», sobre todo en 1942 y 1943, «merced a la demanda alemana de tejidos para uniformes de la II Guerra Mundial». Fue buena época también para los productores de achicoria, debido a la escasez del café.
Aún así, la sociedad buscaba resquicios para la diversión. El 9 de febrero de 1945 el teatro Lope de Vega acogía un recital de Manolo Caracol y Lola Flores, «la artista que arrebata a los públicos», con «nervio, arranque, finura, gracia e intuición». En los cines se proyectaba ‘Dumbo’. El Ayuntamiento emprendió un proyecto para plantar 1.800 árboles en la capital (Fuente el Sol, la campiña del Carmen, La Rubia y calles del centro)y arreglar el Campo Grande en torno a la Fuene delCisne. Los sustos llegaron de una banda (compuesta por ‘El canoso’, ‘El gordo’ y ‘El poeta castellanito’), desmantelada el 17 de marzo de 1945, que se dedicaba a colocar «fajos de billetes del Banco de España en el que solo el de arriba era legal. El resto, papel blanco cortado a guillotina». Los detenidos habían llegado desde Bilbao y robaron varias carteras en el tren.
La transformación de municipios del entorno de Valladolid es salvaje, como en el caso de Laguna de Duero, que durante este tiempo ha multiplicado por diez su población.
El padrón del 31 de diciembre de 1945 dice que la capital tenía entonces 112.509 habitantes (el último dato oficial es de 299.715) y la ciudad era un pañuelo de calles que limitaba al norte con la rondilla de Santa Teresa (más allá eran huertas) y se extendía hacia el sur por el Paseo de Zorrilla, con núcleos aislados en La Rubia. Al otro lado del río, apenas unas viviendas en el entorno de la carretera de Burgos (La Victoria). El despegue urbanístico de Valladolid se daría más de diez años después, con la industrialización y Renault.
A partir de ahí, comenzaría un éxodo rural hacia la capital que propició una enorme transformación urbana y obligó a mejores infraestructuras. Municipios como Tudela de Duero también han percibido esta transformación.
Pero volvamos a la capital. El convento de Santa Teresa marcaba el inicio de un campo de huertas que se extendía hacia el norte y que pronto se percibió como un terreno perfecto para el crecimiento de la ciudad, que necesitaba viviendas para acoger a los recién llegados a la capital en un éxodo rural cuyo despegue comenzaría en los años 50. Las promociones de Santa Clara datan de 1950, las de Amor de Dios de 1956, mismo año en el que se urbanizó la Rondilla de Santa Teresa.
La visita al cementerio del Carmen se hacía por un camino en el que solo se vislumbraban casas en el Barrio España, que en el otoño de 1945 contaba con 1.500 vecinos y cerca de 300 niños, «tan alejados de la zona urbana que resultaba difícil, si no imposible, que acudan a la escuela más próxima», contaba El Norte de Castilla, para dar cuenta de la inauguración de unas escuelas parroquiales «en una barriada que parece agazaparse humilde en la zona que limitan el Pisuerga, el ramal delEsgueva y la carretera de Santander». Años después, en 1951, comenzaría la edificación del barrio de San Pedro Regalado. Hoy esa zona alberga también el Campus Miguel Delibes. Al otro lado del río (comunicado por la ronda) están la fábrica Michelin, Mercaolid y Centrolid.
Tan solo el Puente Mayor y el Puente Colgante permitían el paso hacia el otro lado del Pisuerga, en el que Huerta del Rey eran, efectivamente, huertas y terrenos de labor. El de Isabel la Católica se construyó de 1954 a 1957. El de Poniente entró en servicio en 1960. El alcalde de Valladolid en 1945, Fernando Ferreiro, anunció su intención de crear «un magnífico parque que se extendería desde la parte posterior de la Academia de Caballería, por Las Moreras, hasta el Puente Mayor».
El proyecto para construir viviendas militares en el entorno del Paseo de Zorrilla (cerca de la plaza del Ejército) data de 1944 y se prolongó hasta 1957. El límite hacia el sur lo marcaban casi la plaza de toros y el estadio de fútbol, aunque más allá estaba el matadero (construido entre 1932 y 1936) y las casas de La Rubia. La iglesia de los franciscanos del Paseo de Zorrilla es de 1951; el Cuatro de Marzo data de 1955. Más al sur estaba el colegio de la Asunción (actual sede de la Junta).
Los talleres de Renfe fueron el motor que insuflaron vida al barrio de Delicias, el más populoso ya en 1945. El 9 de febrero de ese año el Ayuntamiento acordaba pagar un tercio de la compra y colocación del reloj en la torre de la iglesia del Carmen. El domingo 30 de septiembre, en el convento de las Hermanas de la Cruz abría «en la apartada y extensa barriada de Las Delicias un dispensario en el que recibirán asistencia gratuita los heridos y enfermos pobres, incluso inyecciones».
Pajarillos era tan solo un triángulo de calles pegado a la carretera de Villabáñez. El resto eran campos, porque apenas existían casas más allá de las vías del ferrocarril. La plaza Circular (las puertas de Tudela)eran casi el final de una ciudad que despedía sus edificaciones en la ermita de San Isidro.
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