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Miguel Ángel Sánchez, en el patio de su casa en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca). Alberto Mingueza

«Nos descontaron hasta las ayudas para los entierros»

40 años del síndrome de la colza: veneno a domicilio ·

El contagio con el aceite adulterado cuando tenía 11 años dejó a Miguel Ángel Sánchez atado a una silla de ruedas. Hoy sigue denunciando que «el Estado no ha sido nada solidario después de ser el responsable del delito»

Antonio Corbillón

Valladolid

Sábado, 1 de mayo 2021, 19:56

Miguel Ángel era un niño de 11 años alegre y trabajador que disfrutaba ayudando a su extensa familia (padres, ocho hermanos, abuelo y sobrinos, todos en casa) en la gestión de la granja familiar ubicada en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca). El consumo del aceite adulterado arrasó a su familia.

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Empezó con dolores de espalda, el cuerpo inflamado y entradas y salidas continuas en el hospital. De 42 kilos se quedó en 17, postrado en una cama. «Después de muchas pruebas y de no encontrar solución, nos mandaron a casa a mi madre y a mí. A mi padre le dijeron 'mire se van a morir, llévelos a casa y hasta que Dios quiera'». Y Dios se llevó a su madre esa noche, pero el delicado cuerpo de Miguel Ángel logró sobrevivir.

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Galería. Las imágenes antiguas del mayor contagio sanitario en España.

Su sobrino, al que le ponían aceite en el chupete, murió a los 33 años. «Yo lo achaco a las secuelas», insiste Miguel Ángel, que tiene a otros familiares con dependencia.

La suya ha sido una vida marcada por un mal «degenerativo e imprevisible, con más de 100 patologías» y al que se ha enfrentado con aplomo. Se casó, tiene dos hijos adolescentes, y tomó el relevo de su padre como presidente de la Asociación de Afectados de Salamanca.

Denuncia el desamparo al que les han sometido las administraciones a las que recuerda que «las sentencias y todo el Congreso se comprometieron por unanimidad a cuidarnos. Y no ha cumplido ningún Gobierno».

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Cuando le pagaron su indemnización se compró un terreno y se hizo su actual casa adaptada para un gran dependiente. «Pero antes nos descontaron las medicinas, las sillas de ruedas, la leche materna, hasta las ayudas para enterrar a los muertos. Hubo gente que tuvo que pedir dinero».

Este aniversario recuerda a la sociedad que «no es consciente de lo que pasó». Y al Estado que «no ha sido solidario para nada después de ser responsable de un delito». El coronavirus ha supuesto para el colectivo «revivir todo y sufrir aún con más miedo ya que, tenemos todas las papeletas por las patologías que tenemos».

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