El desafío de mantener la tradición del día de Todos los Santos en Valladolid

El agua con espuma recorría la lápida mientras la abuela se aseguraba de «dejar la tumba en la que descansa el abuelo impoluta entre todos». Carolina García, madre de los niños, explicaba que cada año acuden juntos al cementerio «a modo de homenaje», algo que le inculcaron a ella y que ahora repite con sus hijos. «Es algo importante para nosotros y queremos que para ellos también lo sea», comentaba.

La familia de Carolina cumple una tradición que otros viven de forma diferente, pero que también se esfuerzan por traspasar a las nuevas generaciones. Es el caso de Cholo Salazar, vallisoletano que cada año acude con su numerosa familia a pasar el día en la tumba de su padre. «Venimos a menudo porque para nosotros, los gitanos, es muy importante recordar a los que ya no están. Es algo sagrado». Hoy, sin embargo, es un día diferente porque «el número de visitantes a la tumba ha aumentado notablemente». En la sepultura que él y otros familiares limpian descansan los restos del patriarca y en ella depositan una corona de flores con una cachaba representada. «Esto hace que nos acordemos de él por cómo era y así se lo transmitimos a los niños, que hoy hay pocos pero otros días sí son más», contaba ayer. A los pies de la tumba se encuentra un pequeño jardín en homenaje a dos bebés enterrados allí. «Se trata de su sobrino, que apenas vivió cuatro horas y de otro que falleció a los once meses», explicaba Salazar. «A nuestros niños les explicamos quiénes yacen aquí y les contamos su historia para que cuando sean mayores sigan visitando la tumba y acordándose de sus antepasados», remarcaba.

La presencia de menores ha sido notoria en el cementerio de El Carmen y muchos progenitores han dejado a sus hijos portar los ramos de flores y depositarlos en la tumba. Otros, tras visitar el panteón familiar, pasaban por el de los represaliados en la Guerra Civil para explicar a los más pequeños el significado de esas muertes. Este monumento es una reivindicación de las asociaciones de la memoria histórica para dignificar el recuerdo de los 245 represaliados que allí descansan. En el banco, un padre observaba el muro a la vez que explicaba a su hija el significado de tanto nombre escrito en él. Sin olvidar el cometido de aquella tumba, los ojos se centraban en un cielo azul que poco a poco se ha ido cubriendo de nubes, pero la lluvia ha respetado el día de Todos los Santos.

Mientras los vallisoletanos buscaban las tumbas de sus familiares, el recorrido de las autoridades de la ciudad junto al Arzobispo Ricardo Blázquez esta mañana llamaba la atención de los presentes. Dos violines y un violonchelo interpretaban la banda sonora de La lista de Schindler mientras el alcalde, Óscar Puente, explicaba su presencia allí para «mantener una costumbre muy nuestra y recordar a los seres queridos que en este cementerio descansan».

Durante todo el día, miles de vallisoletanos han acudido a los campos santos con los más pequeños de la familia para adecentar y limpiar las tumbas de sus difuntos. Allí han sustituido las flores secas por ramos frescos en los que depositaban la esperanza de poder volver el año que viene a cambiarlos de nuevo con los niños.