Juan Manuel D. P. rompió la luna de la puerta de los Juzgados el 28 de junio en protesta por no haber podido hablar con dos jueces con los que tenía causas pendientes. Rodrigo Jiménez

Un delincuente habitual suma 42 condenas firmes, la última por conducir ebrio y no soplar en Valladolid

El juez advierte al condenado de que «si tiene dinero para beber también puede pagar la multa», de 1.080 euros, aun siendo insolvente

J. Sanz

Valladolid

Sábado, 26 de octubre 2019

La sentencia deja claro que Juan Manuel, un delincuente habitual que acaba de sumar 42 condenas firmes en su historial, no solo circuló borracho en aquella madrugada del 1 de febrero (viernes para más señas) sino que, además, era consciente de su estado cuando «se negó a soplar porque no le dio la gana» a sabiendas de que podía dar una tasa más que elevada. Así que el juez condena ahora a uno de los delincuentes habituales más prolíficos de la capital a su cuadragésimo segunda condena por la comisión de dos delitos contra la seguridad vial. Uno por circular bajo los efectos del alcohol y otro por negarse a pasar la prueba cuando fue interceptado por una patrulla de la Policía Municipal instantes después de protagonizar una pelea en la gasolinera del paseo de Arco de Ladrillo y darse a la fuga al volante de su coche con «una conducción dubitativa y sin seguir una línea recta». Cuando fue parado, se bajó del coche «y se cayó al suelo inmediatamente», según recoge el fallo que condena a Juan Manuel D. P., de 55 años, a seis meses de prisión y al pago de una multa de 1.080 euros, además de retirarle el carné de conducir durante los próximos dos años.

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El magistrado que rubrica la sentencia, consciente de la previsible situación de insolvencia del procesado, advierte a Juan Manuel de que, «aún desconociendo su volumen de ingresos, el acusado dispone del dinero suficiente para beber alcohol y sufragar los consumos del automóvil». Una manera educada de invitar al delincuente habitual a abonar la multa de 1.080 euros, que es la mínima, por otra parte, que se puede imponer por la comisión de un delito de conducción bajo la influencias de bebidas alcohólicas.

Juan Manuel, de 55 años, ha pasado 15 años entre rejas y ahora suma seis más meses por el último delito

El titular del Juzgado de lo Penal número 3, al igual que sus compañeros del resto de juzgados de la materia, conocen bien a Juan Manuel después de haberle condenado en dieciséis ocasiones en los últimos años por injurias y calumnias a jueces y fiscales. El día del juicio, celebrado el 8 de octubre, ni siquiera se presentó a la cita, si bien pudo ser juzgado al enfrentarse a penas menores (está posibilidad se contempla si la pena es inferior a dos años).

Ni policía ni francotirador

Su suerte parecía echada después de que los cuatro policías locales que intervinieron en la madrugada de aquel 1 de febrero relataran cómo, en efecto, «conducía de manera errática» cuando le pararon y después, cuando se bajó de su coche, se caía literalmente al suelo. Juan Manuel, en este caso, solo ha sido condenado por dos delitos contra la seguridad vial a pesar de aquella madrugada llegó a amenazar a los agentes con matarles a todos, según relataron ellos mismos durante la vista. También les dijo que «había sido policía» e, incluso, «francotirador». Ni lo uno ni lo otro, aunque es cierto que los propios agentes recordaron que Juan Manuel, en su juventud, llegó a intentar ser policía. No lo logró. Desde entonces ha pasado quince años entre rejas encadenando distintas condenas (41 en total, a expensas de la última) por robos, agresiones, amenazas, violencia machista, daños... Su último encontronazo con los agentes, nacionales en aquella ocasión, tuvo lugar el 28 de junio, cuando reventó la luna de la puerta de los Juzgados de Angustias lanzando la base de hormigón de una sombrilla.

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