Trescientas personas se solidarizan en Valladolid con la población palestina

Entre el público, bastantes mujeres con pañuelos y tez inequívocamente árabe. Otras con bufandas con signos palestinos. Desde la Plataforma Solidaria con Palestina de Valladolid, reparto de banderas de este territorio y pancartas en las que se leía 'SOS Gaza. Paremos el genocidio'. Por cierto que hubo un tiempo en que el carisma del líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, popularizó su pañuelo (la kufiya) que podía verse por todas partes. Con la muerte del 'rais' (2004), enemigo del integrismo de Hamás, su emblema también se perdió en Occidente. Ya no se ve.

Algunas caras de sorpresa entre los viandantes al escuchar los primeros gritos que salieron de un megáfono y coreaban muchos de los presentes: 'Gaza resiste, Palestina vencerá', 'Israel asesina del pueblo palestino' o 'Dónde están, no se ven, las sanciones a Israel'. En todo caso, son días difíciles para colocar en el debate público los argumentos del otro lado, tras la brutal ofensiva contra el estado hebreo de Hamás, la milicia más aguerrida y que manda en Gaza.

'Resistencia, no es terrorismo', 'El sionismo es terrorismo', continuaba proclamando el megáfono. Después, llegó la lectura de varios comunicados en los que se acusó a Israel de «tratar a todos los gazatíes como animales y de ser el mayor vulnerador de los acuerdos y leyes internacionales». En esos documentos se recordó que «más de la mitad de la población de la franja de Gaza, son menores que pagan el coste» (del ataque de Hamás).

En un documento propio de la Plataforma Solidaria de Valladolid, sus mentores reclamaron que «se analice el contexto de la violencia, como elemento detonador»; además de acusar «a la potencia colonialista israelí de convertir a Gaza en la mayor cárcel del mundo», donde practican la «deshumanización del pueblo palestino». Un texto que concluyó con la advertencia de que la violencia «no empezó el sábado sino hace 75 años». Que es el tiempo de vida del Estado de Israel (1948) y en el que se ha dedicado a «la limpieza étnica a cámara lenta».

No faltó un recuerdo, en tono comparativo, para otro conflicto que sigue en toda su virulencia: la guerra de Ucrania. Para los concentrados resulta «indecente que los que han avalado a los luchadores ucranios, llamen ahora terroristas a los palestinos».

Mientras sonaban los discursos y las proclamas, una niña pequeña, tal vez tres años (su madre vestía kaftán árabe), caminaba sobre la bandera de un lado a otro, con su pancarta reivindicativa en las manos. Metáfora de un pueblo que la única lucha que está ganando en este conflicto es la vegetativa. A pesar de unas condiciones de vida cada vez más duras.