El cierre de la mayor empresa de menaje para cáterin deja colgadas varias bodas en Valladolid

Todas las empresas de Valladolid, así como los restaurantes más emblemáticos de la provincia que organizan bodas, bautizos y demás celebraciones, tenían antes del evento una cita obligada en la nave de Catering y Celebraciones para surtirse de vajillas, cubiertos y cristalería; de fuentes y bandejas; manteles, sillas, servilletas y mesas. La empresa de Santiago García González, ubicada en el polígono de Argales, se encargaba del suministro integral de todos los servicios, incluidos los electrodomésticos, el montaje de carpas y equipos de sonido, la contratación de espectáculos, azafatas o personal de seguridad. La empresa, con más de dos décadas de trayectoria, tiene clientes en toda la comunidad autónoma y en otras aledañas como La Rioja.

Con el fallecimiento del fundador el pasado mes de enero se ido al traste el negocio y también el empleo de la plantilla. Los clientes descubren que están sin menaje de la noche a la mañana y la búsqueda de alternativas se complica. En la provincia no hay copas para tantas bodas como se avecinan y esta misma mañana eran varios los organizadores de comidas y cenas que viajaban a Madrid a abastecerse de material.

Hasta 40 pedidos llegaban a servir en un solo fin de semana, explican los empleados de Catering y Complementos, seis personas repartidas entre las oficinas y el almacén. Llevan ya más de tres meses sin poder trabajar pero obligados a acudir a su puesto; sin cobrar y a expensas de una resolución del juzgado. La causa es que tras el fallecimiento del empresario, una desavenencia entre sus tres hijos a cuenta de la herencia ha dejado la empresa en el limbo. Al no haber nombrado ni siquiera un administrador para que lleve a cabo la liquidación y cierre, explican, están a la espera de que se convoque el acto de conciliación previo al cobro de los salarios pendientes en el Fogasa.

Entre la docena de firmas de cáterin que trabajan en Valladolid y de las que C&C era proveedora, este corte de suministro llega en el peor momento. Justo cuando empieza el buen tiempo y se suceden las contrataciones de celebraciones; pero con los precios de prácticamente todo por las nubes y los de la gasolina, más allá. Alquilar cien copas cuesta 25 euros, pero si hay que ir a recogerlas a Segovia, el beneficio se esfuma. Las más grandes tienen recursos, comentan desde el sector, pero las pequeñas están haciendo malabarismos para que nadie note nada raro ese día feliz tan minuciosamente organizado.

De modo que así se encuentran los trabajadores: organizando el almacén y lavando el material (porque la empresa tiene hasta una lavandería industrial incorporada) o preparando la documentación para acreditar la suspensión de la actividad. También cumpliendo con su jornada laboral (o no laboral) mientras cruzan los dedos para que el trámite judicial y administrativo se agilice y no se les eche encima el verano.

Y defendiendo 'el fuerte' de los pícaros: hace unos meses, cuando se corrió la voz de lo que pasaba, hubo algún que otro cliente que se llevó varios cientos de copas y ha olvidado devolverlas. «Si vamos a la suspensión, lo normal es que se subaste todo el patrimonio de la empresa para abonar las deudas así que, según estamos, aprovecharemos los viajes al juzgado para recuperar hasta la última pieza», aseguran.