Cada músculo de David García López enfatiza sus palabras, tal vez fruto de su pasado como jugador de tenis de mesa, donde forjó un carácter férreo, centrado en el siguiente objetivo. Las manos del rector de la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC) son grandes, ... sus hombros anchos, esculpidos en una vida de deporte diario, a tono con su perfil de escultura griega que esconde tras una incipiente barba. Si habitara en una serie americana, su sonrisa de anuncio le otorgaría el papel de capitán de fútbol. Pero la vida se aleja mucho de la televisión.
David García López fue un estudiante curioso, que forjó su pasión por la investigación en los laboratorios de la Universidad de León. Entonces la tesina de fin de grado era opcional y en su promoción solo tres licenciados decidieron acometer la tarea. Uno de ellos era David García López. Otro forma ahora parte de su equipo en el rectorado. En León se le recuerda como un joven ávido de conocimiento, con ganas de dejar su huella en una parcela que daba sus primeros pasos en España.
Casado y con dos niños pequeños, su tiempo se reparte entre la universidad y su familia. Y el gimnasio, ya que ni la paternidad ni las obligaciones al frente de la UEMC le han forzado a dejar el deporte. Es habitual verlo en el gimnasio de la universidad, dispuesto a hacer añicos las ideas preconcebidas. Si como alumno fue de los primeros en interesarse por la investigación, ahora es el primer rector español licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Algo que también alimenta su ego personal, tan necesario como habitual entre los deportistas.
Abulense de nacimiento, sus amigos vallisoletanos tratan de convencerlo para que cambie su amor por el Real Madrid por el de la camiseta del Real Valladolid. Lo tienen difícil porque el fútbol solo ocupa un pequeño lugar en su corazón. El resto lo llena el rugby, al que estuvo ligado profesionalmente cuando era un recién llegado a Valladolid. Ejerció como preparador físico de El Salvador y con el paso de los años su cariño emigró del verde a la grada. Antes de que la covid-19 llegara para cambiar el mundo, era habitual que David García López tomara un avión para ver un partido del Seis Naciones.
Su brillante pasado como alumno –es doctor con Mención Europea y Premio Extraordinario de Doctorado por la Universidad de León– ha desembocado en su llegada al rectorado con tan solo 41 años. Profesor en esta universidad desde 2006, ha ocupado los cargos de decano de la Facultad de Ciencias de la Salud (2011–2014), vicerrector de Investigación y relaciones Internacionales (2014-2018), vicerrector de Internacionalización, Cultura Científica y Transferencia (2018-2019) y vicerrector de Política Académica, Profesorado y Universidad Digital (2019-2020). Una trayectoria con parada en el despacho principal de la UEMC. Suele asomarse a los despachos de compañeros, pasear por los pasillos y no quiere que la gestión le aparte de la esencia universitaria, la que se le dibuja en las venas.
Esas por donde la sangre fluye más rápido cuando da clase. Sus exalumnos lo recuerdan como una persona cercana, capaz de desligar en pequeñas migajas los conceptos más complicados para hacerlos accesibles y que ellos pudieran, al fin, comprenderlos. Un profesor sin artificios, tan práctico como exigente. Precisamente la palabra 'práctico' se repite en las conversaciones que giran en torno a David. Aparece en la boca de sus colaboradores. La nombran sus exalumnos. La definen sus compañeros. David García López es práctico, respeta los procedimientos sin complicarlos. Y siempre trabaja en equipo, otra palabra sagrada en su rectorado. Como si lo persiguiera su licenciatura, allí le definen como un buen capitán de equipo. Junto a ellos impulsa su proyecto basado en la aceleración de la transformación digital y el refuerzo de la conexión empresarial. Bases sobre las que quiere vertebrar su mandato. Con una tercera pata, la investigación. El lugar donde se encuentra muy cómodo, donde dio sus primeros pasos hacia la persona que ahora es. Investigador, profesor y ahora gestor. De las aulas de la Universidad de León hasta el despacho de rector.