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Ana del Castillo
Santander
Lunes, 24 de junio 2024, 10:37
La ruta de la Garmaciega-Sima del Sombrero, en Soba, se realiza, a buen ritmo, en unas 20 horas (sin paradas). Tiene forma de 'U', con dos bocas -entrada y salida-, es compleja, fría (a cuatro grados) y tiene una travesía de unos 500 metros de desnivel en descenso para remontar, posteriormente, los 240 metros de Pozos de Cellagua, con gran diversidad de terrenos. Se trata del recorrido en el que se ha buscado a una vallisoletana y su pareja, que tenían que haber salido de las entrañas de la Tierra en torno a las 12:00 horas del domingo 24 de junio. Finalmente los equipos de rescate han podido localizar a la pareja a media tarde del lunes.
Una vez se llega a la unión, como informa El Diario Montañes, se remonta el río hasta la base de los pozos y comienza el ascenso de salida. «No es la travesía típica en Cantabria, como Coventosa por ejemplo, la Garmaciega-Sima del Sombrero está en otro nivel, hay que saber interpretarla, y requiere mucha condición física y mental», puntualiza Martín González, presidente de la Fundación Espeleosocorro Cántabro (Esocan).
La travesía abarca pozos cortos y grandes, intercalados de otros muy estrechos, rampas deslizantes en anchas galerías, cuerdas ascendentes, numerosos pasamanos, salas con excéntricas, cornisas acrobáticas, meandros retorcidos, estrechos y húmedos, zonas encañonadas y atléticas, galerías fósiles de gran tamaño, ríos tranquilos y arenosos, zonas inundadas y profundas y, finalmente, el ascenso de los pozos de Cellagua.
Según la página web de Esocan, la travesía solo es apta para espeleólogos confirmados con experiencia en todo tipo de terrenos y en buena forma física: «No es una travesía disfrutona para pasarlo bien sin agotarse demasiado. Muy al contrario es bastante agotadora, sobre todo por el agua siempre presente que moja y enfría y lo retorcido de los meandros intermedios, además del baño inevitable que además de aumentar el frío obliga a llevar bastante peso y bulto».
González busca en su memoria incidencias recientes y destaca la que protagonizaron dos espeleólogos el año pasado cuando, por la subida del nivel del agua, tuvieron que hacer noche en la cueva «sin mayor contratiempo».
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