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Berta Pontes de los Ríos
Valladolid
Martes, 6 de julio 2021, 07:17
El asesinato de Samuel debido a una paliza que le propinaron el pasado sábado en A Coruña un grupo de jóvenes al grito de 'maricón', según indican varios testigos, ha sido la gota que ha colmado el vaso. «Nos insultan, agreden y matan por ... nuestra orientación y condición sexual», sostiene Alba Rodríguez, una joven transexual que lo ha sufrido en primera persona. Igual que ella, son muchos los pertenecientes al colectivo LGTBI que cargan a sus espaldas con vejaciones y miedo a mostrarse tal y como son. «No quiero sentir miedo cuando paseo con mi pareja por la calle», explica Mateo Muñoz, otro vallisoletano que por su condición de transexual se ha visto varias veces en situaciones «agresivas».
La frecuencia con la que se repiten este tipo de agresiones es «cada vez mayor y parece mentira que estemos en pleno siglo XXIluchando por tener los mismos derechos que le resto», concluye Adro Martín quien, por su orientación sexual ha sufrido agresiones en varias ocasiones, igual que Nacho Alonso, a quien le habría gustado saber de niño que «no era un bicho raro por ser gay».
La primera agresión que recuerda Mateo fue en pleno proceso de hormonación. Hace un par de años, él ya socializaba como Mateo y volviendo a casa se topó, en pleno centro de Valladolid, con dos chicos que comenzaron a intimidarle. «Me increparon y me gritaban que si era hombre o mujer, que me diese la vuelta para poder ver lo que era. Sentí miedo y aligeré el paso hasta que les perdí de vista», recuerda. Esta y otras muchas situaciones vividas por este joven «hacen mucho daño. Son cosas que no llegan a nada, porque nunca me han pegado, pero aguantar ese tipo de comentarios tránsfobos es muy cansado». Con el aumento de este tipo de agresiones, Mateo destaca que «hay veces que suelto la mano de mi novia cuando vamos por la calle por miedo a que nos hagan algo. Siento que tengo que dar un paso atrás, con todo lo que me ha costado llegar hasta aquí. Y no quiero. Quiero sentirme libre cuando voy con mi novia, igual que lo es una pareja cis hetero normativa. No quiero sentir miedo y es inevitable sentirlo, tanto por mi como por mi entorno», concluye.
«Soy homosexual y he sufrido agresiones e insultos por ello». Así de contundente explica su situación este joven vallisoletano. La más «impactante» que recuerda es cuando unos chavales le lanzaron piedras en Moreras. «En ese momento me sentí falto de libertades porque me agredían por mi orientación sexual. Me hizo sentir vulnerable e indefenso», relata Adro. Desde que recuerda, siempre se ha sentido «diferente» y eso le ha llevado a «sufrir» física y psicológicamente. Por desgracia, estas agresiones no son casos aislados y Adro vivió otro episodio de violencia mientras merendaba con su pareja. «Vinieron hacia nosotros y, aprovechando que nos estábamos besando, nos insultaron y nos robaron todo. No pudimos hacer nada porque no teníamos testigos, pero te hacen sentirte menos por tu condición sexual», asevera. Adro piensa que «el problema es la categorización de las personas, los estereotipos impuestos y el odio que estos generan hacia un colectivo que está lejos de gozar de ciertas libertades y derechos».
Ser transexual ha condicionado su vida desde que era pequeña y la ha llevado a sufrir discriminación y agresiones. «En el colegio ya comencé a ser juzgada por ser diferente y a sufrir acoso, pero fue en el instituto cuando la situación se agravó», sostiene. Su experiencia más grave ocurrió en septiembre de 2019, cuando Alba salía de casa de una amiga por la noche y notó que un grupo de chicos comenzó a seguirla. «Iba tranquila y me percaté de que me seguían. Cuando se acercaron, decidí sacar el móvil y comenzar a grabar por lo que pudiera pasarme. Intentaron atropellarme con la bicicleta y me insultaban llamándome 'travelo'. Lo pasé muy mal y sentí tanto miedo que no sabía cómo reaccionar», recuerda. El episodio que sufrió esa noche la marcó y decidió publicarlo en redes sociales «para que otros niños y niñas que puedan sufrir este tipo de amenazas o agresiones sientan que no están solos, que los transexuales somos personas igual de válidas y que merecemos tener los mismos derechos que las personas cis».
Los veranos de su infancia fueron «los más felices» en su pueblo. Pero cuando sus amigos se enteraron de su orientación sexual decidieron darle la espalda y llegaron, incluso, a burlarse e insultarle. «Tuve que pasar por una situación que no deseo a nadie, yo solo y con el temor a contárselo a mi familia por lo que pudieran pensar, porque me han educado en un entorno en el que ser homosexual era ser diferente, y eso suponía ser un bicho raro», concreta. «Me hubiese gustado saber que eso no era así porque sufrí muchísimo». Pero su decisión, pese a haber tratado quitarse de en medio, fue cortar de raíz con aquellos que le insultaron y no volver al pueblo.«Mi familia no entendía mi situación, pero yo era feliz en Valladolid con amigos que me respetaban y entendían tal y como soy», asegura. «Yo he nacido en el año 2000 y esto sigue existiendo, no es cosa del pasado ni casos aislados.Ahora puedo decir con orgullo quién soy, pero me ha costado mucho llegar a este punto y aceptarme sin juzgarme a mi mismo día tras día», precisa Nacho.
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