Valladolid cerró el año 2023 con 5.318 fallecimientos, la cifra más baja desde que se desató la pandemia de la covid, de acuerdo con los datos publicados este miércoles por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En aquel funesto 2020, el número de muertes ... alcanzó un pico de 6.300 personas. Un exceso de mortalidad que se empezó a amortiguar (gracias a las vacunas y al fin de la emergencia sanitaria) a partir de 2021, aunque las cifras de fallecimientos desde entonces están aún en la provincia por delante de los registros previos a la covid. En 2021 fueron 5.320. En 2022, subieron de nuevo hasta las 5.428. En 2023 se ha vivido un retroceso hasta las 5.318. Es una media de 14,5 muertes al día.
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El recuento del INE permite ver lo ocurrido por semanas. Si comparamos los dos últimos años, destaca un pico en el verano de 2022 (en el pico de calor más extremo, con los datos más altos desde que se tienen registros). Y en este 2023 se ve un aumento a finales de año, con el inicio de la temporada de la gripe. Durante ese mes diciembre, hubo además 23 personas que fallecieron en la provincia con afecciones vinculadas a la covid.
Pero detrás de estos números luctuosos, de este titular construido con duelos y esquelas, hay una buena noticia: cada vez vivimos más. Cada vez morimos más tarde.
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Y hay cuatro datos, servidos también por el INE, que lo confirman.
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¿A qué edad mueren los vallisoletanos? Durante el año pasado, casi uno de cada tres fallecidos en la provincia había cumplido ya los 90 años. En total, 1.649 personas habían rebasado esa edad en el momento de su muerte a lo largo de 2023. Son el 31% del total. El porcentaje más alto de la historia en Valladolid. Podemos abrir un poco más la horquilla. Si nos fijamos en los muertos a partir de los 80 años, el año pasado fueron 3.372 en Valladolid (casi dos de cada tres vallisoletanos, el 63,4%).
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Estos datos adquieren especial importancia cuando se ponen en un contexto histórico, cuando echamos la vista atrás y vemos lo que ocurría hace no tanto en Valladolid. Hace quince años el número de vallisoletanos que fallecieron después de cumplir los 90 fueron 919. En 2023, se llegó a 1.649. El porcentaje en 2008 fue del 19,9%. El año pasado, el 31%. En el caso de los octogenarios, se ha pasado del 56% al 63,4%. Y si se aborda el segmento de edad inmediatamente anterior ocurre parecido. En 2008 murieron 1.039 vallisoletanos que tenían entre 70 y 79.
En 2023 fueron un número similar (1.034), pero hay que tener en cuenta que el número de personas que se halla en ese segmento de edad es muchísimo mayor. Y por lo tanto, en porcentaje baja el número de fallecidos en ese segmento: del 22,5% al 19%.
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Esto refuerza esa evidencia de que cada vez fallecemos a una edad más tardía. Otra vía para confirmarlo es la esperanza de vida al nacer. Este concepto establece los años que, de media y si se mantienen los patrones actuales de mortalidad, vivirá una persona que nazca hoy. El último dato para Valladolid (2022) fija esa esperanza de vida en 84,09 años (sube hasta los 86,63 en el caso de las mujeres y se queda en los 81,48 para los hombres). Este horizonte de vida ha aumentado de forma relevante (una década) en los últimos años. En 1975, la media era de 74,11 años (de 76,9 en mujeres y 71,22 en hombres).
Valladolid se sitúa como la quinta provincia con la esperanza de vida más alta de España. Tan solo son más longevos los residentes en Madrid (84,76 años), Segovia (84,41), Álava (84,13) y Salamanca (84,12). Ninguna otra provincia está por encima de los 84 años y los valores se recuperan después del bache sufrido durante la covid.
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Y, al mismo tiempo, Castilla y León se convierte en la sexta región más longeva de Europa, según un informe de Eurostat, que sitúa la media regional en 84,3 años, solo por detrás de la región suiza de Ticino (85,7 años), Madrid (85,4), Navarra (84,8), R. Iémanique, también en Suiza (84,8) y el territorio finlandés de Aland (84,6).
En este incremento de la esperanza de vida influyen factores como la cobertura sanitaria de un país, las acciones en salud pública (para combatir plagas o epidemias, por ejemplo), la alimentación, la seguridad (que un territorio no esté en guerra), la práctica de ejercicio físico o no consumir productos como tabaco y alcohol.
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Y hay una cuarta cifra que apuntala esta mayor longevidad: cada vez son más numerosos los grupos de población de edades más avanzadas. En 2002, el más numeroso era el situado entre los 25 y los 29 años (43.770). Veinte años después, se ha movido justo hasta el tramo entre 45 y 49 años (43.875). Donde se aprecia más este incremento es en los segmentos más altos de la pirámide de población.
Los mayores de 90 años han aumentado desde los 3.139 a los 8.081 (un incremento del 157%), cuando el aumento total de la población provincial ha sido del 3,95%.
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