

Secciones
Servicios
Destacamos
Antonio Corbillón y L. Linacero
Valladolid
Domingo, 9 de enero 2022, 09:32
En la batalla contra el cambio climático, la investigación y profundización se posicionan como un arma imprescindible. Una carrera contrarreloj en la que cuatro científicos ... del Grupo de Óptica Atmosférica (GOA) de la Universidad de Valladolid han pasado el cambio de año en la Antártida para avanzar un paso más en el conocimiento del clima.
Dos parejas y cada una a extremo del continente helado. El investigador palentino Abel Calle y su colega Patricia Martín viajan a la base argentina de Marambio, situada en el este, en la isla Seymour. Desde Valladolid, Carlos Toledano y Ramiro González van al otro extremo, al oeste, a la base española Juan Carlos I, ubicada en la isla Livinsgton.
Los cuatro tendrán un largo periplo. Calle y Martín permanecerán dos semanas de cuarentena en Buenos Aires. En Marambio estarán unas tres semanas aunque no llegan hasta Reyes (5 de enero). Por su parte, Toledano y González han guardado su cuarentena en Usuahia (capital del fin del mundo austral) hasta el 27 de diciembre. Después, un barco del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) les cruzará el cabo de Buena Esperanza hasta la placa helada en la que estarán hasta el 20 de enero.
«La línea de trabajo es el estudio de los aerosoles atmosféricos que tienen un gran impacto en el cambio climático», explica Abel Calle, profesor de Física Aplicada de la UVA. Este palentino forma parte del GOA que «utiliza la red de la NASA para medir aerosoles atmosféricos».
Para otros miembros de la expedición, como Carlos Toledano, la experiencia no es nueva. Este físico madrileño afincado en Valladolid ya estuvo hace tres años en Marambio. En esta ocasión viaja a la base española inaugurada en 1988 para colocar de momento una cámara de todo el cielo. «Se trata de una cámara que tiene un ojo de pez. Ofrece una visión hemisférica que coge toda la bóveda del cielo», resume.
Es el mismo instrumento que colocó hace unos meses frente al volcán de Cumbre Vieja en La Palma para medir los efectos de las emisiones de polvo y cenizas en el medio ambiente. «En la Antártida -continúa Toledano- tan límpida, los cambios se notan más. Antes del coronavirus, los grandes incendios de Australia se percibían en la Antártida».
De hecho, en una próxima expedición, los expertos del GOA esperan instalar en la Juan Carlos I un fotómetro y un ceilómetro, aparatos de precisión que también instalaron en la isla canaria y que han permitido un seguimiento en tiempo real de las emisiones a través de una página web de libre acceso.
El cuarteto se enfrentará a temperaturas extremas. Pero no tanto, ya que la zona austral camina hacia su verano. Esperan temperaturas de entre -5ºC y 0ºC, aunque «el viento ha ce que la sensación sea mucho más baja».
La base española, cerrada en el invierno, abre ahora sus puertas para acoger a expertos de unos 15 proyectos que irán llegando en las próximas semanas.
El trabajo de la otra pareja se centrará en el mantenimiento de aparatos ya instalados, y fijar alguno nuevo que permita una mejor investigación. «Tenemos dos equipos funcionando de forma robusta tanto en verano como en invierno, algo que en las zonas polares es bastante complicado», aclara el científico palentino. Una tarea difícil con «las temperaturas tan bajas que experimenta y los pocos periodos al año donde la radiación del sol es significativa».
Calle y Martín cambiarán los medidores instalados por otros más avanzados. Permitirán «medir la radiación también de la luna no solo del sol». Así, en tándem con los satélites se complementan y validan las mediciones de cara a futuras investigaciones.
Una vez instaurado el complejo, el control en tiempo real se hará desde Valladolid. «Si hay cualquier problema damos las indicaciones pertinentes al personal desde aquí y se puede resolver», destaca Abel Calle.
El objetivo es dotar de más datos sobre el impacto del cambio climático mundial. Las zonas polares son importantes para «tomar el pulso del planeta, funcionan como un gran laboratorio de medidas». Unas mediciones que lamentablemente reflejarán la situación irreversible en la que se encuentra el clima. «El estado atmosférico es tal que, aun bloqueando las emisiones, estaríamos décadas sufriendo los daños ya causados», lamenta Calle.
Las predicciones son claras y no dejan lugar a teorías conspirativas, por eso lamentan estos científicos que «los políticos no tomen medidas determinantes porque los informes científicos son bastante concluyentes».
Una visión pesimista del científico palentino que se basa en datos que no dan lugar a interpretaciones. «En el acuerdo de Copenhague se resolvió la eliminación de emisiones de clorofluorocarbonos que destruían la capa de ozono y se logró una estabilidad», recuerda. Ahora los países no están actuando con rapidez. «No hablamos de dejadez, es que hay que cambiar los esquemas energéticos de la humanidad».
El equipo del GOA espera que su viaje sirva para documentar estas ideas gracias a que «en la Antártida, la atmósfera está más aislada y y percibir las masas de aire que llegan con más nitidez es más evidente». Sus reflexiones van más allá. Abel Calle destaca que las energías renovables están ganando terrero pero «aún no alcanzan para cubrir la demanda a nivel mundial». Todavía no se puede concebir como una solución. Hay que recurrir a «medidas contundentes de los gestores políticos». Las soluciones que se sopesan están enmarcadas en la búsqueda de sumideros de carbono para intentar eliminarlo de la atmósfera.
«El cambio climático no se para con acciones individuales ni pintando todo de verde, la magnitud es tal que hay que tomar decisiones drásticas», concluye Abel Calle antes de partir.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.