Cuarenta testigos y peritos declararán en el macrojuicio del crimen de la Circular

En esta ocasión, la «audiencia pública» no será presencial sino a través de Youtube, dadas las limitaciones de espacio de la Sala del Jurado, las distancias de seguridad obligadas por la pandemia y el importante número de acusados, letrados y acusaciones, además de los miembros del jurado. Están citados 40 testigos y peritos, que pasarán por el tribunal del jurado hasta el 12 de noviembre, cuando está previsto que se retire a deliberar para acordar su veredicto.

Los seis encausados, un protésico dental vallisoletano actualmente cumpliendo condena por otros delitos y cinco ciudadanos búlgaros (cuatro en prisión preventiva desde su detención a la espera de juicio), se enfrentan a penas que pide el fiscal de 31 años de cárcel por asesinato, robo en casa habitada, detención ilegal y pertenencia a grupo criminal. Según expondrá la acusación pública a los miembros del jurado, el «dentista» Rubén Alonso y Arso Atanasov, ambos con antecedentes penales, tuvieron conocimiento «sin que conste a través de qué personas y por qué medios les llegó esa información», de que en la vivienda situada en el inmueble 9 de la Plaza de la Circular en la que vivía sola María Aguña, había una caja fuerte en la que se guardaban habitualmente cantidades importantes de dinero. El fiscal atribuye a ambos el diseño del plan para asaltar el piso y pidieron colaboración a Emil Artinov. Decidieron ejecutar el robo el 17 de octubre de 2018 para lo cual realizaron vigilancias previas en las inmediaciones al domicilio. La víspera del golpe se reunieron varias horas para concretar los detalles del asalto y fue Emil el encargado, entre otras tareas, de «reclutar» a los sicarios que entrarían en el domicilio para apoderarse del dinero y los objetos de valor.

Para ello 'contrató' a tres compatriotas a cambio de perdonarles las deudas que mantenían con él: Gabriel Mladenov, su cuñado Gabriel Emilov y Anton Androv. Este último, con antecedentes penales, fue captado en una discoteca de Cuéllar (Segovia) y fue el único que en sede judicial reconoció su participación en los hechos y atribuyó a sus compinches las agresiones a la septuagenaria.

La mañana del 17 de octubre, expone el escrito de conclusiones provisionales de la Fiscalía, todos los acusados se reunieron en un local de Rubén. Los últimos en llegar fueron Emil y Anton, pues este residía en San Martín de Rubiales (Burgos). Le recogió Emil en un turismo azul verdoso Renault Megane Scenic que estaba a nombre de su esposa.

Durante la reunión era Arso quien traducía al búlgaro las explicaciones del «dentista», quien informó a los demás de que en la casa que tenían que entrar vivía una mujer mayor y sola, que guardaba una cantidad importante de dinero y les dio instrucciones para llevar a cabo el robo que «acordaron realizar cuando María se encontrara en la vivienda para que les facilitara la apertura de la caja». Los acusados, en previsión de que la señora ofreciera resistencia, «acordaron utilizar los medios necesarios para vencer su oposición».

Así, Arso y Emil fueron a una tienda cercana al local y compraron un rollo de cinta americana «para inmovilizar a la ocupante de la vivienda» y una caja de cartón «para depositar el dinero del que pretendían apoderarse». Esa caja se la dejaron en el cuarto de baño de la vivienda.

La banda se trasladó en dirección a la Circular en dos coches. Arso y Rubén en un Smart Fortwo y el resto, en el de Emil. En las inmediaciones se apearon Anton y los dos Gabriel y entraron en el portal antes de la una de la tarde. Subieron a la primera planta y accedieron al domicilio de la viuda. Cómo entraron es otra de las incógnitas. Una vez dentro se abalanzaron sobre ella, la empujaron y arrojaron al suelo del pasillo, donde quedó tendida boca arriba. Después le propinaron golpes y puñetazos, «a la vez que la sujetaban e impedían que pudiera levantarse, tratando de que les informara sobre dónde guardaba la llave que abría la caja fuerte». Esta estaba oculta detrás de unas cortinas y no la vieron.

Como María gritaba y pedía socorro, los agresores subieron el volumen del televisor «a la vez que la amordazaron y le ataron las manos con cinta americana, de manera que quedó imposibilitada para levantarse y moverse». Entonces sonó dos veces el timbre de la vivienda, lo que les ahuyentó. Antes de irse «se apoderaron de varios anillos de oro» que la señora llevaba puestos.

Eran las 13:16 horas. Los intrusos cerraron la puerta y dejaron a la mujer tirada en el pasillo «con varias vueltas de cinta americana que le cubrían desde la nariz hasta el mentón, de manera que tenía totalmente tapada la boca y parte de las fosas nasales, lo que le dificultaba la respiración». También tenía cinta alrededor de las muñecas. Aunque oyeron a la mujer respirar de forma agitada, no le retiraron la mordaza antes de irse, apostilla el fiscal. María falleció horas después por el estrés y la violencia sufrida que, junto a la dificultad para respirar, «le originaron una insuficiencia cardiaca aguda que le causó la muerte por sofocación».

Ya en la calle, los tres sicarios llamaron a Emil, que vigilaba en la Circular. Cerca estaban Rubén y Arso esperando el botín. Habían planeado reunirse en un polígono industrial después del robo para repartirse el dinero. Pero durante el trayecto, los sicarios informaron a Emil de lo ocurrido y después se lo contaron a los otros dos, que dudaron de la veracidad de lo que les relataban y se enzarzaron en una fuerte discusión entre ellos. Luego se dispersaron. Fueron detenidos tras dos años de investigaciones, en enero de 2020, en el marco de la Operación Mariya.