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La estructura y fachadas del nuevo edificio ya están concluidas. Los operarios de la empresa Pasilca trabajan ahora en su interior. Un bloque de cuatro alturas para nueve viviendas con trasteros y un local comercial en su planta baja ha cambiado la fisonomía de la ... plaza de la Cruz Verde. La demolición, a finales de 2019, de la casa que albergó el mítico bar La Luna, un clásico para escuchar 'rock and roll' y obligado destino para quienes querían comprar entradas para los conciertos cuando Internet era una entelequia, borró de este concurrido espacio uno de los vestigios históricos que se conservaban en este punto de la capital, en el esquinazo donde confluyen las calles Mantería y José María Lacort.
La obra en marcha, que se completarán a finales de este año o principios del que viene, ya ha despertado el interés de posibles compradores. «Estamos recibiendo muchas llamadas, pero todavía no se ha lanzado el plan de venta», acotan en la promotora Plaza de la Cruz Verde, que todavía no ha fijado los precios de estos pisos de uno a tres dormitorios. Su céntrica ubicación los hacen atractivos para los que quieran residir en un área del semicentro bien comunicada con el casco histórico y con la zona de la plaza Circular.
El ladrillo cara vista que se aprecia detrás del andamiaje sustituye ya al vetusto inmueble que desde finales del siglo XIX era insignia de este cruce de caminos. Fue en 2016 cuando el Ayuntamiento de Valladolid autorizó el proyecto ahora en marcha. Entonces, sorprendió que el Plan General de Ordenación Urbana no considerara aquella casa de estilo castellano y con tejado a dos aguas como un bien a proteger. La propiedad solicitó su derribo para afrontar la nueva edificación y se le concedió al no ser un inmueble catalogado.
El derribo se llevó el bar La Luna, mientras que la Cafetería Marbella, ubicada en un lateral de aquella casa, se mudó a otro local en la misma calle Mantería, al número 31. La tienda de bolsos Ibiza Piel, que también daba servicio en el bajo del inmueble, se trasladó a la Bajada de la Libertad.
El adiós al bar La Luna, que durante 35 años regentó Arturo Huertes , acompañado de Viki, la camarera, fue multitudinario. Una gran fiesta en agosto de 2017 despedía tres décadas de música y tertulias de artistas, en especial pintores, que se reunían en él para compartir unos tragos y charlas sobre la vida cultural de la ciudad. El desaparecido edificio tenía historia. A principios del siglo XX despachaba vino a granel Juan Puentes, propietario de la Taberna El Segoviano, un establecimiento muy conocido entonces. Más tarde, en los años 70, se hizo cargo del local Manolo Sánchez, padre del torero vallisoletano, hasta que a principios de los 80 entró Arturo Huertes y lo convirtió en un referente de la noche vallisoletana.
De lo que ya es una postal del pasado, solo se mantiene la fuente que se sitúa frente al nuevo bloque y que data de 1952. Según recoge Juan Agapito y Revilla en la obra 'Las calles de Valladolid', la que en su momento se llamó plazoleta de los Herradores –fue el primer corral de comedias de la ciudad en el siglo XVI– adquirió su actual nombre por la cruz de piedra que se levantaba en este espacio en el XVIII y que era destino de las procesiones de las cofradías, entre ellas la de la Vera Cruz, cuyo hábito de color verde terminó por completar la denominación de este picón.
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