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Claudia Carrascal
Valladolid
Jueves, 20 de agosto 2020, 07:06
Con la llegada de la covid-19 se originó también una ola de ataques xenófobos hacia la comunidad china en todo el mundo. Desde el principio se les acusó de ser los responsables del virus y de propagarlo. Aunque en ciudades como Valladolid no es ... una situación generalizada, hay casos puntuales en los que la convivencia resulta muy complicada. Este es el caso de Lin Wei, portavoz del Centro Cultural Chino en Valladolid, quien asegura que desde hace unos meses ella y su pareja sufren un acoso frecuente por parte de un vecino. «Al principio solo me llamaba 'chinita' en tono despectivo, pero luego fue a peor. Cada vez que nos le cruzamos nos insulta y hace días apareció la primera pintada en el portal, y a las pocas semanas otra en el ascensor. Lo mismo que nos dice en persona pone en las pintadas: 'putos chinos sois coronavirus'».
Coronavirus en Castilla y León
Cansada de aguantar estos desprecios, decidió pedirle que les dejase en paz y cesase en sus insultos, a lo que este vecino de la calle Magallanes respondió con amenazas que han despertado un verdadero temor en la familia. «Me dijo que cuando no estuviera mi marido me iba a dar una paliza, y me preocupa porque estoy embarazada y tengo un hijo de catorce meses. No quiero que les pase nada», reconoce Lin.
La joven, que lleva 16 años en España y gestiona una academia de chino y español, admite que es «muy triste y sorprendente» que haya gente que por desinformación y racismo pueda hacer estas cosas. Y para evitar riesgos y poder vivir tranquilos han decidido mudarse. Esta misma semana se van a casa de su suegra y luego buscarán otro alojamiento. «La mayoría de los vecinos han sido muy buenos conmigo y me han apoyado mucho con este asunto, sé que los malos no representan a la comunidad, pero hemos decidido marcharnos», puntualiza.
Aunque no pensaba denunciar, sus vecinos y amigos le han animado a hacerlo y tiene la citación judicial el 30 de septiembre. Confía en que al autor al menos sirva para hacerle reflexionar, ya que tendrá que testificar por un presunto delito leve de amenazas.
Lin resalta que se han producido otros muchos casos como el suyo en Valladolid. Pintadas, amenazas e insultos en la calle o en el interior de tiendas se han convertido en actos muy frecuentes. «Algunos comerciantes nos han contado que la gente se reía de ellos y los clientes han llegado a lanzarles el dinero desde una distancia de un metro, porque decían que no querían tener contacto con gente con coronavirus», critica.
Más preocupante todavía es la situación a la que tendrán que enfrentarse los niños chinos con el regreso a las aulas. «Los últimos días de colegio antes del confinamiento fueron muy duros para los pequeños, porque en clase les insultaban», dice. Algunos incluso sufrieron agresiones físicas por parte de sus compañeros. En concreto, «a una niña de trece o catorce años le arañaron los brazos entre varios niños y le decían que era para quitarle el virus que tenía por ser china», relata.
Ejemplos de racismo y xenofobia de diferente gravedad se producen prácticamente a diario en la ciudad, sin embargo Lin considera que no salen a la luz porque «los ciudadanos chinos son muy reservados y no lo cuentan». La dificultad para hacerse entender en un idioma que no es el suyo también provoca que les cueste más denunciar ante las autoridades competentes, y en los casos más leves el problema es, a su juicio, que «se acaban normalizando este tipo de comportamientos y se asume que hay aguantar».
Una estudiante que reside en Valladolid desde hace dos años y prefiere no desvelar su identidad, cuenta que el coronavirus ha generado situaciones muy incómodas para ellos. «Un día caminaba de noche y un grupo de chicos muy jóvenes me empezó a gritar. Se creen que porque sea china tengo la covid-19 y no es así», lamenta. Hace tan solo dos semanas sufrió otro episodio de este tipo en un comercio del centro de la ciudad. «Estaba de compras y un hombre se me quedó mirando, luego se acercó y me dijo que yo era el virus. No tiene sentido y menos si lo dice alguien que no lleva mascarilla cuando son obligatorias», sentencia.
Esta joven reconoce que las primeras veces que sufrió este tipo de discriminación se sintió triste y enojada. Sin embargo, terminó acostumbrándose y ahora «no siento nada, prefiero no preocuparme por estos comportamientos y pensamientos». Asimismo, cree que es mejor no temer al racismo porque «hay un número pequeño de personas que nos discriminan, pero la mayoría de la gente es más inteligente y amigable». Para erradicar estas conductas considera fundamental la educación y que gobiernos y medios de comunicación proporcionen información correcta a sus ciudadanos. Por último, reclama que no se demonice a su país porque «China hace todo lo posible para avanzar y los chinos aceptamos culturas diferentes y nos adaptamos a las tendencias del mundo».
Zecheng Zhou y su familia llevan más de diez años en España y tienen un bazar en la localidad vallisoletana de Íscar. Desde la llegada del virus también han tenido que soportar este tipo de humillaciones, sobre todo «insultos y bromas de mal gusto», la mayoría de gente joven. Uno de estos episodios tuvo lugar en las redes sociales porque «cerramos la tienda dos semanas antes de la cuarentena para evitar posibles contagios, ya que vimos que en España no se estaba prestando demasiada atención a las consecuencias del coronavirus. A los pocos días vimos que se estaba difundiendo a través de Facebook una noticia falsa en la que se informaba de que habíamos cerrado por estar contagiados por la covid-19».
Aunque Facebook ha eliminado dicha publicación y les avisaron de que se trataba de una broma, señalan que los perjuicios que suponen estos rumores y noticias falsas, que también se han difundido a través de otras redes, son muy serios. Zecheng detalla que esta situación no es nueva para él porque lleva recibiendo insultos racistas de ciertas personas desde los ocho años, pero en esta ocasión era un acto reprochable que perjudicaba al negocio y, por tanto, al sustento de su familia, por lo que decidieron interponer una denuncia. Eso sí, critica la escasa acción de las autoridades y advierte de que, desde marzo que emprendieron acciones legales, no han recibido una respuesta.
Lucía vino a España para formarse y lo define como un país «acogedor y agradable para vivir porque la gente y la cultura te hacen sentir muy a gusto». Sin embargo, comenta que raíz de esta pandemia mundial «los españoles miran con otros ojos a China». Por eso, ve fundamental «romper las barreras, dejar a un lado la discriminación, los conflictos y luchar juntos para controlar la pandemia y para encontrar una vacuna. Ante la adversidad los ciudadanos del mundo tienen que ser como una gran familia unida».
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