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En las grandes neveras de la facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid (UVA) prácticamente no cabe ningún cuerpo más donado a la ciencia. ... Rozan casi el 100% de ocupación en las gélidas cámaras. «No me quiero ni imaginar si llegasen muchos de golpe», se plantea el titular del departamento de Anatomía y Radiología, el doctor Juan Francisco Pastor Vázquez.
Esa situación, la de tramitar un posible excedente de cadáveres, es la que menos le preocupa actualmente a este experimentado profesor. Se ha encontrado con la tesitura de que, «de la noche a la mañana«, se ha quedado sin poder desarrollar gran parte de los cursos de formación que impartía el departamento, especialmente a empresas o asociaciones ajenas a la universidad. «Desde hace dos años, el vicerrector de Investigación, Innovación y Transferencia, Óscar Martínez (ha dejado su cargo recientemente), no nos firma estos cursos porque supuestamente no superan un comité ético», recalca el doctor sobre una situación que «ha generado un grave perjuicio al departamento y a la universidad a nivel económico porque se habrán dejado de ingresar en estos dos años alrededor de 50.000 euros».
«No entendemos que pongan trabas cuando el dinero de la empresa privada llega a las arcas de una institución. Traemos dinero de lo privado a lo público. La gestión que hacemos es buena y transparente», apunta contrariado Pastor.
Desde el año 2008, el departamento de Anatomía y Radiología, con el doctor Pastor a la cabeza, empezó a emplear los cuerpos donados a la ciencia en cursos formativos tanto para personal de hospitales, especialmente los adheridos a los de la UVA, como para empresas. Se ampliaba un servicio, aprender a través de prácticas con cadáveres, que hasta el momento era exprimido por los alumnos universitarios de las diferentes carreras que se imparten en la facultad de Medicina. Unos acuerdos remunerados y que se articulaban por el artículo 83 de la Ley Orgánica de Universidades (L.O.U.), que regula la colaboración entre las universidades y el sector empresarial. «Las modalidades de servicios que la universidad puede prestar en el marco de esta normativa pueden agruparse en las siguientes categorías: trabajos de investigación y desarrollo experimental», reza el citado artículo.
Juan Francisco Pastor Vázquez
Titular del departamento de Anatomía y Radiología de la UVA
«Es un documento por el que los profesionales de las universidades pueden colaborar con terceros, siempre a través y con el permiso de la universidad. Hay un sinfín de ejemplos dentro de la docencia, como los profesores de Químicas que completan catas de arsénico en determinadas aguas. Con ese artículo se expone el proyecto que se va a hacer, además de los ingresos y los gastos. Es decir, que antes de aprobarse se sabe el dinero que se ingresa, el que va a destinado a los que han trabajado...», detalla Pastor.
De cada presupuesto del artículo 83, un 15% va directamente a la universidad. «El resto se destina para las dietas, para pagar a los técnicos y a los profesores que forman parte de este proyecto. Todo lo que percibe un profesor o un técnico está regulado en este artículo. Lo que sobra, en nuestro caso, va al departamento de Anatomía», afirma el doctor Pastor.
Ángel Gato, catedrático de Anatomía de la Universidad de Valladolid, habla y expone motivos por petición del decano de Medicina, José María Fidel, y a sabiendas de que es desde dentro de la Universidad de Valladolid (UVA) «la que tiene que solventar el problema». Una situación que se ha enquistado tras no superar las formaciones con cadáveres donados a la ciencia diferentes comités éticos. Eso ha sucedido en los dos últimos años con los cursos impartidos a empresas privadas.
«La mayoría de las actividades docentes que se proponen como cursos formativos están organizadas por empresas privadas o sociedades profesionales y requieren derivación de cadáveres donados a la Universidad de Valladolid para unos fines distintos a los que autorizaron los donantes y que implican beneficio económico con el cuerpo donado, lo cual genera un problema ético», explica Gato, que aborda también la remuneración de los profesionales que forman parte en estas formaciones.
«La realización de estos cursos conlleva una serie de retribuciones económicas relevantes al personal de la UVA que no se justifica por actividades docentes concretas, sino por conceptos tan vagos como 'control' de los espacios de prácticas o asistencia técnica y no tener ninguna función docente asignada. Esto podría ser entendido como una compensación económica por facilitar el uso de los cadáveres donados, es decir, una comercialización indirecta», añade.
Por esos motivos, desde el decanato de Medicina consideran que este tipo de formaciones «pone en riesgo el prestigio de la universidad, como ocurrió con los cadáveres de la Universidad Complutense de Madrid».
Estas son las causas por la que la UVA hace unos años estableció una regulación ética de estas actividades, que «pasaron de contratarse en bloque como servicios técnicos repetitivos a contratarse a través de una institución pública (ICSCYL), previa aprobación de cada actividad por la comisión ética correspondiente de la Universidad de Valladolid».
Dada la «carencia» de legislación y la preocupación ética que genera este problema en ámbitos académicos, «hay universidades como la Universidad Autónoma de Madrid y la Miguel Hernández que en sus fichas e instrucciones de donación establecen claramente que son entidades públicas sin ánimo de lucro y con rendición de cuentas a la sociedad, garantizando el destino altruista del cuerpo del donante», añade Gato.
Este problema ético ha sido abordado de forma generalizada, tanto por la Sociedad Anatómica Española como por la Americana, que establecen como principio ético básico en las donaciones a las universidades públicas la «no comercialización del cadáver donado, en el todo o en sus partes, ni directa, ni indirectamente (no se cobra por el cadáver, pero el beneficio se obtiene por servicios prestados en relación con su uso)».
«Después de dos años sin realizar estos cursos aún tenemos un remanente. Con ese dinero hemos pagado material para el departamento, así como pantallas o cambiaremos algunas ventanas de una de las salas de disección. No sé qué pasará cuando ese dinero se acabe», continúa el titular de Anatomía.
Con todos esos beneficios, los docentes del proyecto siguen sin entender por qué les han censurado esos proyectos por una cuestión ética. «Estamos dispuestos a superar cualquier comité que se nos presente, no ocultamos nada. Con los cadáveres aprenden nuestros alumnos y todo aquel que se quiera formar. Además trae dinero a la universidad y a la ciudad, porque con la celebración de esas formaciones, atraemos a profesionales de fuera a dormir y a comer en nuestra ciudad», añade.
Juan Francisco Pastor Vázquez
Titular del departamento de Anatomía y Radiología de la UVA
Entre las lamentaciones de este equipo docente se encuentra también la oportunidad perdida de que la Universidad de Valladolid sea un referente a nivel nacional en formación con cadáveres. «Será muy difícil recuperar nuestro espacio. Nos han adelantado universidades que se han formado o han tomado ejemplo de nuestro modelo de trabajo. Es una pena. Además, hay un descontento general entre los profesionales de áreas quirúrgicas que se tienen que ir a otras universidades a realizar estos cursos.», continúa Pastor.
Por su parte, el nuevo equipo directivo de la universidad aún no ha querido dar la versión de lo sucedido durante los dos últimos años al nombrar el rector recientemente al nuevo vicerrector de Investigación, Innovación y Transferencia, Enrique Baeyens Lázaro (director del Parque Científico). En cambio, el decano de Medicina, José María Fidel, se muestra en contra de estos cursos de formación, a pesar de que no forma parte del equipo que toma estas decisiones. «Nunca he entendido que se hagan estas formaciones por ética y, sobre todo, porque hay profesores que se lucran con ellos, por eso dan guerra. Son cuerpos donados a la ciencia y por lo tanto nadie puede ganar dinero con esa actividad», incide Fidel, que no le vale el razonamiento de que esta práctica se completara hasta hace dos años. «No porque se hiciera antes significa que esté bien», concluye.
Explicación a la que el propio Pastor le detalla que «la sangre también es gratuita, pero tiene unos gastos con el personal que la extrae, el material empleado, la conservación... Pues con los cuerpos donados a la ciencia es lo mismo», explica Pastor antes de entrar en un curso de formación, en la que otorrinolaringólogos se disponen a practicar una intervención de tiroides en dos cadáveres. «Para estos cursos no nos ponen pegas porque son profesionales del Clínico de Valladolid», concluye.
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