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El singular proyecto de renaturalización del polígono de Argales, que abrirá una suerte de corredor verde en el árido y duro paisaje del área industrial, está ya en marcha y comienza a mostrar sobre el terreno los primeros bocetos de un diseño que dibujará ... una ruta entre jardines y arbolado entre la acequia de Valladolid, que discurre en paralelo a la calle Arca Real, y el olvidado cauce del arroyo Espanta. Este último fue, y aún es, en teoría, un segundo afluente urbano del Pisuerga que a lo largo del siglo XX fue quedando arrinconado por el avance del urbanismo hasta apenas dejar un rastro de su existencia escondido al borde del muro de la tapia del tren y los talleres de Redalsa entre Argales y el grupo de viviendas Parque Arturo León y La Rubia.
El proyecto de 'mejora ambiental del polígono de Argales' incluye ahora la recuperación del último tramo visible de la ciudad del arroyo Espanta, al que se acababa de abrir un acceso al final de la calle Pilar Miró, en cuya rotonda (sin salida) se ha habilitado en paralelo un 'jardín de lluvia', donde crecen ya los primeros árboles, que estará rodeado por bancos y alcorques ajardinados con vistas al arroyo Espanta.
Un tramo de trescientos metros lineales del cauce seco del citado afluente del Pisuerga, que nace en La Cistérniga, donde fue canalizado y entubado a mediado de los años noventa, discurría por el polígono de Argales y desembocaba en el entorno del mirador del Cuatro de Marzo, acaba de ser recuperado y limpiado para habilitarlo como un pequeño paseo (sin salida) con una hilera de árboles recién plantados.
La ruta por el cauce seco del arroyo Espanta, eso sí, se topa, por un lado, con la tapia de la vía y, por otro, con una salida cegada hacia la avenida de El Norte de Castilla por una valla y un entradero privado (y verjado) a una imprenta situada en el número 38. Así que parece complicado abrir este singular enclave al polígono más allá del acceso abierto desde la rotonda de la calle Pilar Miró a costa del derribo de una tapia que ocultaba hasta ahora su existencia.
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El corredor verde del polígono de Argales, cuyo presupuesto de ejecución alcanza los 215.960 euros y que se enmarca en el proyecto europeo Indnatur (de regeneración de áreas industriales), incluye en paralelo la humanización de un tramo de casi medio kilómetro en la avenida de El Norte de Castilla (paralela a Pilar Miró), donde los operarios trabajan ya en la construcción de dos hileras de alcorques, con un sistema de drenaje del agua de lluvia, que serán ajardinados y en los que se plantará más arbolado. Eso además de incorporar un carril bici y bancos en el citado tramo entre la avenida de Zamora y la intersección de la calle Forja (la que conduce al nuevo jardín de Pilar Miró).
Estas dos intervenciones –en la rotonda de la calle Pilar Miró y su prolongación por el cauce del arroyo Espanta y en aceras de la avenida de El Norte de Castilla– tendrán su continuidad hacia la acequia de Valladolid por la avenida de Zamora, en cuya mediana se prevé plantar árboles. El futuro corredor, aunque aún con tramos un tanto inconexos, continuará así por la acera de la avenida hasta la acequia de Valladolid, a doscientos metros de distancia, situada entre las calles Vázquez de Menchaca y Arca Real y que cuenta con senderos peatonales para continuar el trayecto hasta su final ante las vías que discurren junto a la avenida de Madrid.
Los trabajos en el corredor verde comenzaron hace un mes y avanzan a buen ritmo con la previsión de que estén concluidos antes de final de año –el plazo de ejecución es de tres meses–. Los operarios trabajan ahora en los tres puntos principales del proyecto, desde la avenida de El Norte de Castilla hasta la rotonda de la calle Pilar Miró y su salida al cauce seco del arroyo Espanta. Este afluente olvidado de la margen izquierda del Pisuerga, el segundo de carácter urbano junto al Esgueva, volverá así a aflorar un cuarto de siglo después de que la construcción del aparcamiento subterráneo para residentes de la desembocadura de las calles Daniel del Olmo y Joaquín María Jalón con el paseo de Zorrilla –llegó a llamarse Espanta-Daniel del Olmo– lo condenará definitivamente al olvido a mediados de los años noventa. Una calle con su nombre, Espanta, era hasta ahora el último vestigio de su existencia. Dicha vía sigue el cauce del arroyo hasta el estacionamiento. Su existencia, además, obligó a construir hasta tres pequeños acueductos para salvar su cauce durante la construcción de la ronda exterior (VA-30).
Un pequeño tramo de su cauce seco, su última huella visible en el casco urbano, será en un futuro próximo paseable como parte del recorrido del corredor verde de Argales, un singular proyecto que apunta a una necesaria segunda fase a medio plazo para dar continuidad a esta ruta ajardinada por el duro paisaje del polígono.
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