3.800 muertos después

Valladolid dice este domingo adiós, después de 99 días, al estado de alarma que el Gobierno decretó a mediados de marzo para combatir la pandemia. La ciudad se prepara para una nueva vida que llega después de la tragedia vivida en los hospitales y con graves heridas económicas

Víctor Vela

Valladolid

Domingo, 21 de junio 2020

Aquel día era jueves. 12 de diciembre. Las calles presumían de traje de luces navideñas. Cuatro personas ingresaban en prisión acusadas de matar a una mujer de 73 años en su piso de la Circular. Los jueces condenaban a 38 años de cárcel a tres ... exjugadores de la Arandina acusados de agresión sexual. El alcalde, Óscar Puente, exhibía Valladolid como ejemplo de buenas práctica en la cumbre del Clima de Madrid. En Salamanca, 21.700 jóvenes, todos juntos, apiñados, tan felices, celebraban el fin de año universitario en la Plaza Mayor. En la tele, Adara, Mila Ximénez y Alba Carrillo se clasificaban para la final de Gran Hermano VIP. En los comercios sonaban villancicos sin límite de aforo. Y en la ciudad de Wuhan, en China, a 9.835 kilómetros del Pisuerga, funcionarios de salud comenzaban a investigar a pacientes con síntomas de una extraña neumonía viral. Aquel día era jueves, 12 de diciembre. Y aunque entonces no lo sabíamos, nuestras vidas ya habían empezado a cambiar.

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Esta es una crónica de certezas quebradas, de rutinas perdidas, de niños sin cole y familias sin besos. Es el recuerdo de 3.768 personas muertas en Castilla y León. De 27.136 fallecidos en España. De 440.000 en todo el planeta. Es un puñado de palabras que intentan explicar un nuevo mundo por descubrir. El repaso a unas semanas tristes imposibles de olvidar.

El 6 de enero de 2020, hay miles de niños que abren regalos. Familias que se reúnen sin miedo –qué miedo habría que tener, que temer– en torno a los últimos polvorones de la Navidad. Ese día de Reyes, Melchor saluda desde la portada de El Norte de Castilla. El periódico está lleno de fotos de cabalgatas. En las páginas de Internacional, Zigor Aldama, corresponsal en Pekín, titula: «Un brote de neumonía atípica en China revive el fantasma de la epidemia mortal». Cuenta que ya hay 70 contagiados. Explica que el epicentro es un mercado de la ciudad de Wuhan. Critica la opacidad de las autoridades chinas, que hasta el 31 de diciembre no informaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de esos casos detectados tres semanas atrás. El 7 de enero, los primeros análisis permiten a la OMS identificar un nuevo coronavirus. Lo llaman 2019-nCov. El 11 de febrero, la enfermedad es bautizada como covid-19. El mal ya tiene nombre. Lo peor está por llegar.

El 11 de enero, primera víctima mortal en el mundo. El 20 de ese mes se confirma el contagio entre humanos. El 23, las autoridades chinas aíslan a 21 millones de personas en la ciudad de Wuhan. Hay 18 muertos. 650 infectados. En China.

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El Ministerio de Sanidad dice que no hay razones para preocuparse aquí en España. Pero ya hay quien ha empezado a hacerlo. Las farmacias de la región detectan una venta inusitada de mascarillas, sobre todo entre la comunidad china, entre los turistas que las compran aquí para llevárselas luego a su país. Para finales de mes, las boticas están desabastecidas.

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El 30 de enero, el mismo día en el que la OMS declara la emergencia internacional, una viajera china se asoma a la portada de El Norte, con mascarilla, frente al acueducto de Segovia. Es la primera vez de una imagen hoy tan cotidiana.

Al día siguiente, 1 de febrero, se declara el primer caso de España en La Gomera. La Consejería de Sanidad ha creado un comité técnico en Castilla y León, reservado dos habitaciones en los hospitales de referencia por si hubiera algún caso en la comunidad. El virus ya circula por titulares y conversaciones. Hay disfraces en varios pueblos por el Carnaval, memes que viajan por 'whatsapp', bromas entre amigos y colegas de trabajo cada vez que alguien estornuda o rompe a toser: «Cuidado con este que tiene el coronavirus». Las sonrisas se están a punto de congelar.

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27 de febrero. Primeros dos casos positivos en Castilla y León (hay por entonces 23 en toda España). En Segovia, un italiano de 18 años que acaba de regresar de Milán. En Valladolid, un ingeniero iraní de 32 que estuvo trabajando en Cidaut. El 2 de marzo ya son cinco casos en la región. Las cofradías todavía confían en celebrar la Semana Santa, pero limitan los besapiés a una inclinación de cabeza. El Gobierno publica una guía en la que recomienda el teletrabajo. Las autoridades sanitarias dicen que al toser hay que hacerlo en la cara interna del codo. En los coles, los profesores enseñan a los niños a lavarse bien las manos. El día 7, la Iglesia católica dice que, en las misas, comunión en mano y nada de tocarse al dar la paz. Han empezado a abrirse fisuras en la vida cotidiana... y las grietas se harán cada vez más profundas. Mucho más.

El 10 de marzo, Sanidad suspende los eventos deportivos, los vuelos, los viajes del Imserso. Empiezan las colas en los supermercados y desaparece el papel higiénico de los lineales. La Junta ha ampliado ambulancias y camas en Castilla y León. Destina 30 millones a un plan de contingencia. La Consejería de Familia no ha prohibido aún las visitas a las residencias de ancianos (la orden de que solo una al día por residente llegaría el jueves 12 de marzo). El día 13, la Junta anuncia que suspende las clases. Recomienda no abrir bares. Tampoco los comercios. Ya hay tres fallecidos en la comunidad. Esa jornada se registran 77 nuevos casos, los primeros en Ávila y Soria. Sacyl instala módulos en el Clínico de Valladolid para asumir la llegada de pacientes. Horas después, hará un llamamiento público para que empresas y particulares donen material a los hospitales. El BOE está a punto de publicar el decreto que anuncia que España entra en estado de alarma, que se prohíben los viajes entre provincias, que se establece el confinamiento.

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Quédate en casa.

Resistiré.

Los cristales de las ventanas se llenan de dibujos infantiles, mensajes de ánimo con arcoíris.

A las ocho, hay aplausos diarios en el balcón.

Es el primero de 99 días de una primavera que ojalá nunca hubiera existido.

Ingreso de pacientes en el hospital Clínico, desinfección de una residencia de ancianos, colas en un supermercado de Delicias. GABRIEL VILLAMIL Y HENAR SASTRE

Es sábado 14 de marzo y las calles están vacías en Valladolid. Solo se ven colas en los supermercados y estancos. Apenas pisan acera los perros que pasean a sus dueños. Las pocas personas que salen de casa se evitan, se esquivan, dos metros de distancia social, guantes y mascarillas si es que hay suerte de encontrarlas. La Unidad Militar de Emergencias se despliega los días siguientes para ayudar en la desinfección de espacios públicos, estaciones, hospitales. Hay un silencio eterno de rotondas sin coches, de columpios precintados, de escaparates huecos, bares huérfanos, avenidas sin motores ni peatones que de pronto son conquistadas por corzos y pavos reales.

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En las calles hay miedo.

En las casas, incertidumbre. Jóvenes que estudian ante un ordenador, niños que juegan sin amigos, familias que hablan por teléfono y videollamada con sus seres queridos. Hay teletrabajo. Hay ERTE. Hay paro por el cese de actividad. Hay frigoríficos llenos por miedo al desabastecimiento. Y despensas cada vez más vacías porque empiezan a faltar los ingresos para poderlas llenar.

En las residencias, silencio. Muy pocas reconocen aquellos días los estragos que la enfermedad está causando entre los ancianos allí alojados. El tiempo desvelará la tragedia vivida. El último dato (después de más de tres meses de pandemia) dice que 1.725 mayores fallecieron en las residencias por coronavirus o síntomas compatibles. Otros 866 fueron trasladados al hospital y murieron allí. De los 3.768 muertos en Castilla y León por covid-19, había 2.591 (el 68,7%) que vivían en una residencia. El 24 de abril, el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, reconocía que la situación en estos centros había sido «especialmente cruel».

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En las calles, miedo. En las casas, incertidumbre. En las residencias, silencio.

En los hospitales, cada vez más enfermos.

Testimonios

Sara Hernando, terapeuta

De ERTE en ERTE en busca del regreso a la estabilidad laboral

La desescalada completada y la 'nueva normalidad' coinciden con la vuelta a la jornada laboral previa a la pandemia para Sara Hernando, que lleva cinco años trabajando en la Fundación Aspaym. Esta terapeuta ejerce su labor en el Programa Ictia para personas con daño cerebral adquirido, un indudable trabajo de contacto y con población de riesgo.

Carmen Ramos, taxista

Turno permanente para los taxistas con las calles vacías

Carmen Ramos sabía lo que es enfrentarse a una crisis al volante de su taxi. «Llegué a esta profesión con la de 2008 y ahora me toca esta», comenta con resignación. No ha dejado el asfalto y su parada en todo este tiempo. «Hemos tenido que cubrir todos los servicios de la ciudad con el 50% de plantilla. Los chóferes se han ido al paro y han quedado los titulares de las licencias», recuerda.

Pedro Luis Cardeñosa, camarero en la residencia de Parquesol

«Tenemos claro que les hemos contagiado nosotros»

«Como legionarios, a pecho descubierto». Con un mono de pintor usado, una mascarilla de varios días, un sotocasco de la moto, un pañuelo en la cabeza y una máscara de esquiar, Pedro Luis Cardeñosa se ha enfrentado a la covid en la residencia de Parquesol. «A los que limpiaban las habitaciones se les decía que no les hacían falta y ahora nos pasan un curso en el que se subraya que son obligatorios», señala.

Vanesa Blanco, responsable de Carnicería en un súper de La Cistérniga

De la fiebre por el papel higiénico al desabastecimiento de harina y levadura

Llegó la pandemia y, con ella, la fiebre de compras en los supermercados. La pulsión histérica por acaparar el papel higiénico, los primeros días, y productos para la repostería como la harina o la levadura, más adelante, vació las baldas de las tiendas. Vanesa Blanco, responsable de carnicería en un súper de La Cistérniga, lo experimentó en primera persona. .

El 18 de marzo hay 281 ingresados en planta. 54 personas en las unidades de críticos. Una semana después ya son más de mil pacientes, la ocupación de la UCI se ha multiplicado por cuatro. La atención de todo un país está puesta en lo que alguien llamó la curva, esa gráfica que marca el número de contagios y que a finales de marzo parece no hallar techo. En Castilla y León lo encuentra el 1 de abril. Ese día hay 2.356 pacientes con covid-19 en los hospitales de la región. 353 personas en unas UCIs ampliadas. Saturadas. Ya han muerto 723 personas por coronavirus en los centros sanitarios. El 2 de abril, fue el día más luctuoso: 82 fallecidos en una sola jornada en los hospitales. Un muerto cada 17 minutos. España estaba inmersa entonces en un confinamiento extremo. El Gobierno había decretado por dos semanas el parón total. Solo se salvaban los servicios esenciales. Se abría un abismo enorme en la economía. Y aún no somos capaces de vislumbrar cuán profundo es.

Entre marzo y mayo, 26.569 personas engrosaron las listas del paro en Castilla y León. Durante estos meses, se han tramitado 33.991 expedientes de regulación temporal de empleo con 198.321 trabajadores afectados en el acumulado de Castilla y León (con hostelería, comercio, industria manufacturera y construcción como grandes afectados). Los pagos de los primeros ERTE tardaron más de dos meses en llegar. El incremento del paro y la tardanza en el pago de las prestaciones abocó a decenas de familias a pedir ayuda.

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Testimonios

Nicolás Hidalgo, médico de Uci en el Hospital Clínico

«Pude haber sido uno de los pacientes de UCI que metían en bolsas negras»

A Nicolás Hidalgo aún le cuesta dormir por las noches. Los 75 días que permaneció ingresado en el Hospital Clínico de Valladolid, donde trabaja como médico de UCI desde hace 22 años, le están «pasando factura». Aún resuena en su mente el 'silbido' de su pulmón que le anticipó lo que horas después confirmó un test: se había contagiado por coronavirus. Era mediados de marzo.

María Rubio, profesional hospitalaria

Sanitarios «de bajo riesgo» pero en primera fila contra la covid-19

La riosecana María Rubio Lora, de 32 años, ha batallado al coronavirus desde la primera línea de combate. Lo ha hecho como personal sanitario del Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Río Hortega de la capital, en el que trabaja desde el pasado mes de septiembre. Reconoce que han sido unas semanas «con un volumen muy grande de trabajo».

Noelia García, docente en Medina de Rioseco

«La escuela es más que un temario, no se puede sustituir por un ordenador»

Noelia García es profesora y jefa de estudios en el CRA Campos Góticos de Medina de Rioseco. Le avalan 17 años de experiencia en la docencia y estos meses han supuesto uno de sus mayores retos profesionales. Confiesa que ha sido un trabajo duro, pero del que todos han aprendido..

Eusebio Carbajo, propietario de El Majao de Sebi

Una hostelería «distinta» en la que el cliente elige la calle antes que el interior

El hostelero vallisoletano Eusebio Carbajo, propietario del restaurante El Majao de Sebi, bajó la persiana de su negocio el viernes 13 de marzo por la tarde después de una semana «horrible», en la que las reservas se desplomaron. Lo hizo «consciente» de la gravedad de la situación, pero «confiado» en que el cierre no se prolongaría más de quince días.

El Banco de Alimentos ya tuvo a finales de marzo que modificar su plan de trabajo para afrontar la creciente demanda. Cáritas ha atendido esta primavera a 35.000 personas, casi el triple de lo habitual. Cruz Roja ha incrementado hasta el 40% el número de beneficiarios de su programa de reparto de víveres. Ha habido largas colas del hambre a las puertas de las ONG. Y también una respuesta solidaria enorme durante estos meses: voluntarios que hacían la compra a sus vecinos, costureras que cosían mascarillas caseras ante la falta de material, ciudadanos que regalaban aplausos a los sanitarios hasta que, el 28 de abril, el Gobierno presentó las fases de la desescalada.

Una semana antes llegó el primer gesto de relajación: los niños de hasta 14 años podían salir a pasear con un adulto. Después se fijarían franjas horarias para el resto de la población. A partir de mayo se ha iniciado un proceso (desescalada) de progresiva reapertura de bares, de comercios, de espacios públicos todavía con limitación de aforo, con obligación de mascarilla, con distancia de separación en esta nueva realidad que ahora da un paso más. Este domingo termina el estado de alarma con la posibilidad de viajar entre provincias. Llega después de 3.768 muertos. De 26.155 positivos en Castilla y León. Hoy comienza una nueva vida que aún no sabemos exactamente cómo vamos a vivir. Aunque aquí estamos para intentarlo.

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