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Los vallisoletanos se mueven menos. En coche, a pie y en autobús. El virus ha reducido nuestros desplazamientos en la capital respecto a los que se registraban antes de la pandemia. La recuperación es lenta. Lo constatan las estadísticas del Ministerio de Transporte, Movilidad ... y Agenda Urbana. A 1 de octubre estábamos nada menos que a un 27,4% de llegar a lo que se podría llamar normalidad en los tráficos. La información que ofrece el Gobierno utiliza como fuente principal los datos proporcionados por el posicionamiento de los teléfonos móviles, los kilómetros de punto a punto que se cubren con estos terminales, aunque este cálculo no diferencia entre modos de transporte.
En el análisis, se compara la movilidad diaria, desde el 29 de febrero de 2020, con la de una semana tipo equivalente previa a la crisis del coronavirus. Se toma como referencia la del 14 al 20 de aquel mismo mes, que tuvo un comportamiento normal, al no celebrarse ningún día festivo en ninguna comunidad autónoma. Digamos que en esas siete jornadas toda España estaba al 100%.
Ocho meses después, el comportamiento de la movilidad se ha normalizado considerablemente en la capital del Pisuerga, tras hundirse, como es lógico, durante el periodo de confinamiento y con incrementos importantes, pasado ya el estado de alarma, durante algunas jornadas de los meses julio y agosto, coincidiendo con el periodo de vacaciones. Hoy estamos al 73% con el curso ya comenzado.
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Casi tres de cada diez desplazamientos que se registraban antes de que explotara la bomba de la covid-19 ya no se producen. Las razones son variadas. La entrada en vigor de los ERTE, que ha dejado a miles de empleados en casa, el teletrabajo, las restricciones en aforos de espectáculos y zonas de ocio, incluida la hostelería, y la caída en la atención presencial en diferentes servicios de la Administración son solo algunos de los factores. A estos hay que sumar la prudencia de muchos vecinos, sobre todo los más mayores, que para intentar evitar contagios tocan la calle lo menos posible. La segunda ola del coronavirus ha traído consigo nuevas reticencias de los más veteranos, los que están en el punto de mira preferente de esta infección.
La herramienta del ministerio no permite, sin embargo, distinguir cómo se ha comportado la movilidad en función de los diferentes medios. Para saberlo hay que consultar con el Ayuntamiento de Valladolid. Según la información facilitada por la concejalía que gestiona Luis Vélez, ese 27,4% menos de tráfico respecto a los niveles de la prepandemia se distribuye de la siguiente manera. Si a principios de año, los viajes en coche alcanzaban los 196.595 diarios, el pasado mes de septiembre se han situado en 176.935, lo que supone una reducción del 10%. El vehículo a motor ha vuelto a recuperar la calle casi al mismo nivel. Sin duda, ha sido el más rápido en retomar su espacio.
El transporte público ha sufrido y sigue padeciendo una rebaja importante en el número de usuarios, aunque comienza a repuntar con timidez. Un día normal, antes de la crisis sanitaria, los autobuses registraban 85.846 viajeros. Septiembre se cerró con 49.791 diarios, lo que arroja una caída del 42%. En el último dato ofrecido por Auvasa la pasada semana, ya se superaban los 50.000, un avance tímido, aunque se mantiene el miedo al contagio en el transporte colectivo, a pesar del aforo limitado y las medidas higiénicas y de distancia, adoptadas por la empresa.
En el caso de los viajes a pie –346.662 de media al día a principios de 2020–, la rebaja ha sido del 33% hasta el mes pasado, cuando se contabilizaron 233.306. Hay que tener en cuenta que la movilidad peatonal sigue suponiendo el 46% del total (antes 53%), seguida del coche, con un 36% (30% en época precovid) y el transporte público, ahora con el 10% sobre el total de los desplazamientos (13% antes de la pandemia).
Otros 31.455 viajes (6,40%) se hace por en medios de transporte diferentes, principalmente la bicicleta, que suma más de 20.000 desplazamientos diarios, según las estimaciones municipales. Los cálculos del Consistorio, en términos globales, estiman que la movilidad se ha reducido el 25% al pasar de los 655.316 itinerarios por jornada a los 491.487. Las cifras del Ayuntamiento se aproximan mucho a las del ministerio.
A pie de calle, el sector del taxi está padeciendo esta caída en sus cajas. Lo corrobora Ángel Luis Lorenzo, presidente de la Cooperativa Radio Taxi de Valladolid. «Estimamos que tráfico habrá caído un 40%, no hay movimiento en la ciudad y seguimos sin recuperar el trabajo; los servicios se han reducido el 60%», subraya este profesional del volante.
La rebaja llega por muchos flancos, según enumera. Los viajes de negocios en AVE, que dejaban un goteo de carreras de profesionales, se han sustituido por el teletrabajo y las videoconferencias, la falta de atención presencial en los centros de salud ha acabado con los clientes mayores que cogían un taxi para desplazarse a ellos y los pasajes asociados al ocio nocturno se ha acabado los fines de semana con las restricciones en la hostelería. Ahora las 470 licencias de la capital y el entorno metropolitano concentran su trabajo entre las 8:00 y las 10:00 horas. «Luego solo hay que ver cómo están de llenas las paradas de la ciudad», destaca el portavoz del sector.
Los transportistas, por su parte, no han notado una reducción en el tráfico rodado, pero sí una peor organización del mismo. Javier Manso, presidente de la Asociación de Transportes de Valladolid (Asetra), es crítico con los cambios aplicados en el casco histórico. «El número de entregas está igualado, porque el comercio electrónico ha seguido al alza, pero el tiempo de las mismas ha empeorado, se necesita más personal para ingresar lo mismo; hemos solicitado al Ayuntamiento que nos permita circular por los carriles bus y taxi entre las 11:00 y las 13:00 horas, que no es una hora punta», expone Manso, quien aún espera una respuesta a esta petición.
El sector, que ha sido y sigue siendo esencial durante esta crisis sanitaria, ha sufrido también los efectos en el transporte de larga distancia, ya que en el 30% de los servicios los viajes de retorno se realizan sin carga. «La rentabilidad es nula, la gran mayoría de las empresas están funcionando en pérdidas», lamenta.
Desde la Confederación Vallisoletana de Empresarios (CVE), el presidente de su comisión de movilidad, Ricardo Fernández, reclama una revisión de las medidas adoptadas desde junio para que el Ayuntamiento de Valladolid permita que los profesionales que trabajan en el centro puedan utilizar los carriles exclusivos para el bus y el taxi, que ahora «están complicando el acceso, colapsando el tráfico y con ello perjudicando la actividad económica», según su diagnóstico.
La reivindicación ya la han planteado en el pleno del Consistorio sin que haya sido atendida. Se argumenta como contestación que si estos canales acogen a otros vehículos, su efectividad para una mejora de la velocidad comercial de los autobuses se reduciría y perderían así su fin principal.
Esta postura choca, sin embargo, con los que respaldan la nueva estrategia en la circulación, como las 22 asociaciones de vecinos integradas la Federación Antonio Machado o Ecologistas en Acción, entre otros, que apoyan sin fisuras la apuesta del ejecutivo local por restringir el espacio del vehículo privado y dar prioridad al autobús y al peatón, especialmente en la zona centro, con la mejora en la pacificación del tráfico y en la reducción de los niveles de contaminación que ello conlleva, según aducen. El debate en la capital sigue abierto y las posturas se mantienen lejos de posibles acuerdos.
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