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La Academia de Caballería despidió este viernes a los 50 cadetes que se han formado en este centro del Ejército de Tierra, y que han cursado el último año de la especialidad de este arma.
A la espera de recibir sus despachos, a primeros del ... mes de julio en la Academia General Militar de Zaragoza (AGM) y en la Básica de Suboficiales de Talarn (Lérida), los nuevos mandos participaron en un acto que presidió el coronel director, Santiago Aguado, y con el que se da por concluida su etapa de formación.
Del quinto curso 2018-2019 han salido 19 alféreces para la escala de oficiales, y 31 de la de suboficiales. Los primeros, a los que se les conoce por 'cordón rojos' (distintivo de fibra de ese color que deben de portar en los actos castrenses), han de completar en los próximos días en Zaragoza su estancia académica, y el día 10 de julio recibirán la titulación del empleo como tenientes de Caballería. Este año, la promoción de esta escala de oficiales, que saldrá en toda España, alcanza los 185.
En el caso de la treintena de sargentos ('cordones blancos'), el acto con el que se dará por finalizada su etapa formativa será el 5 de julio en la Academia de Suboficiales de Talarn, a donde acudirán también todos sus compañeros de la 44 promoción del Ejército de Tierra, que se han formado en centros de Infantería, Artillería, Transmisiones o Ingenieros.
De los 50 nuevos mandos, tan solo una es mujer. Se trata de la sargento Escarlata González León, que ayer desfiló en el patio de armas de la Academia vallisoletana durante el acto oficial, al que no acudió ningún representante institucional del Ayuntamiento de Valladolid, inmerso estos días en las negociaciones para formar el gobierno municipal. Tampoco estuvieron representantes de la Diputación Provincial.
Por parte de la Junta, acudió Jesús Manuel Hurtado, director general de Recursos Humanos de la Consejería de Educación, con la que la Academia de Caballería mantiene acuerdos formativos.
Con la aplicación del programa de materias del Plan Bolonia, la enseñanza militar se ha hecho más dura para los nuevos mandos de las Fuerzas Armadas. Asignaturas como Morteros, es una de las difíciles.
«En algún caso, hemos visto como compañeros han tenido que abandonar las academias, ya que aunque estaban bien preparados desde el punto de vista militar, sin embargo, no llegaban a los niveles de estudios que se exigen para una carrera de ingeniería, de organización y dirección», explica un cadete.
Los alumnos de quinto curso de oficiales han recibido la formación en lengua inglesa por parte de profesores civiles universitarios.
Durante este curso, no se ha formado ningún cadete perteneciente a un ejército extranjero, con los que el Ministerio de Defensa mantiene acuerdos de colaboración, como es el caso de Corea, Colombia y Tailandia
En el discurso de despedida, el coronel director recordó «la responsabilidad que han tenido los alumnos dentro y fuera de las horas lectivas». Aguado resaltó además el modelo de profesionalidad del centro gracias a sus profesores.
Por la noche, para celebrar el final del curso, se organizó en el antiguo picadero de la Academia una cena para los dos últimos cursos de cada escala, a la que acudieron también familiares de los alumnos.
Hasta que se publique en el Boletín Oficial de Defensa el primer destino de estos nuevos mandos, los 50 cadetes podrán disfrutar de unos días de descanso.
Antonio López Añón, joven alférez nacido en Valencia (1995), ha pasado cuatro años en la Academia General de Zaragoza (donde fue el tercero de su promoción de entre los 185 cadetes oficiales), y este último en el centro de Caballería del paseo de Zorrilla. Este viernes recibió las felicitaciones de sus profesores, mandos y compañeros por ser el primero en la Academia de Valladolid.
Tras superar la selectividad, para la que se preparó en el instituto de Aldaia, el alférez Añón se matriculó en una ingeniería en la Universidad Politécnica de Valencia.
«Pero no tenía muy claro si acceder al Ejército o irme por la vía civil. Así que lo dejé con el primer curso aprobado al completo y me presenté a las pruebas de acceso para oficiales», dice Añón, que las sacó a la primera.
«En la Academia General Militar de Zaragoza, la formación que recibí ha sido dual, es decir, es como un doble grado, pero en este caso civil y militar. Por las mañanas teníamos clases como cualquier otro universitario de ingenierías este país, pero enfocadas a un perfil de la defensa. Y esta formación la compaginamos con el adiestramiento, las visitas a unidades, armamento y táctica».
El único antecedente castrense en su familia fue su padre, «que hizo el servicio militar», ironiza el joven valenciano.
«A mi me atrajo la vocación de servicio que tiene esta profesión. Y por mis estudios decidí acceder al ingreso de la escala más alta, la de oficiales, en este caso de Caballería. No me llamó atención un arma más técnica, como puede ser la Artillería o Transmisiones. Soy más de acción, de combate», explica con entusiarmo este alférez de 24 años, bajo la atenta mirada de la veteranía de dos subtenientes, que saben lo que es el fuego enemigo real.
El próximo 10 de julio recibirá el despacho como teniente, y su deseo es que pudiera tener como primer destino alguna de las unidades de Caballería situadas en la Comunidad Valenciana.
«El Ejército está claro que es una salida profesional, pero el que quiera entrar tiene que tener mucho sentido del deber. No es un oficio fácil. Las notas que obtengas en el Bachillerato marcan, pero no tienen porque determinar tu futuro en el que ha de primar la vocación«, señala, mirando aquellos alumnos que están pendientes estos días del resultado de la antigua selectividad (hoy EBAU).
El sargento Javier Giral La Cueva (Zaragoza, 1992) es un reflejo del 'ascensor profesional' que existe dentro de las Fuerzas Armadas, y que permite mediante el mérito y la constancia el ascenso desde el empleo más bajo de tropa hasta la escala superior de oficiales.
«Estuve cinco años como soldado e ingresé en el 2016 para la escala de suboficiales después de superar las pruebas de promoción interna. Lo intenté dos veces cuando estaba en el Regimiento Acorazado Pavía, también de Caballería. El haber estado como tropa antes pienso que favorece a la hora de ejercer luego como mando. Sabes lo que se sufre y lo que puedes exigir o no«, dice.
El sargento Giral, al igual que sus otros 30 compañeros, ha permanecido en la Academia del paseo de Zorrilla dos años y medio. «Han sido duros por el nivel de exigencia tan elevado. Por otra parte, la impartición de materias militares ha contribuido a que se pasen también los meses más rápidos, ya que eran algo que nos despertaba mucho interés», explica este joven zaragozano de 26 años.
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