Son 289 páginas con instrucciones, recomendaciones y una guía sobre cómo se tendría que actuar en Valladolid en el caso de que se registraran importantes inundaciones que colapsaran la ciudad. El Ayuntamiento aprobó en Junta de Gobierno (en 2018) y publicó en octubre de 2019 ... su plan de intervención ante este tipo de emergencias que han mostrado su cara más trágica y virulenta en el Levante español. Las medidas contempladas en este documento entrarían en vigor «para hacer frente a aquellas inundaciones que tengan lugar en el término municipal de Valladolid», y el plan advierte de que si la gravedad de la emergencia «supera los medios y recursos aquí previstos, se solicitará el apoyo del plan regional» (documento de 73 páginas de marzo de 2010).
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En cualquier caso, matizan ambos documentos que esta es una «situación extraordinaria en nuestro ámbito territorial». El protocolo autonómico recuerda que «en términos generales, las inundaciones en la región pueden ser predichas con cierta antelación y su efectos esperados, dado que en su mayoría están ligados a episodio de cierta regularidad temporal (como lluvias prolongadas o deshielos)». Además, desde Protección Civil apuntan que «las condiciones morfológicas y litológicas favorecen drenajes superficiales de tiempo lento de respuesta y alturas de lámina reducidas, lo que deriva principalmente en daños económicos y no en pérdidas de vidas humanas directas».
Ese documento regional subraya que Valladolid (así como Palencia capital) «viene siendo afectada en las grandes inundaciones», ya que, entre las zonas sensibles de la región están «el tramo más bajo del río Pisuerga» o el Duero a su paso por Tordesillas. Pero, como recuerda el plan municipal, esto no ocurre muy a menudo. Los desbordamientos con «importantes inundaciones» se calculan en periodos de cada cien años. Las grandes avenidas de los ríos, cada 500. Pero, eso sí, no hay que olvidar que los incrementos de caudal provocan más a menudo daños en los parques, viviendas y garajes más cercanos a los cauces. Y que las tormentas desaforadas generan inundaciones, por ejemplo, en los pasos subterráneos.
En la mayor parte de los casos, la situación se queda en estampas de ríos crecidos, con sus costuras reventadas y, por ejemplo, las riberas del Pisuerga anegadas. Pero si la situación se complicara, si el nivel del agua creciera mucho o descargara una tormenta torrencial en la ciudad, el Ayuntamiento dispone de las herramientas para desplegar un gabinete de crisis. El órgano coordinador para situaciones de emergencia (llamado Cecopal) estaría encabezado por el alcalde y el concejal de delegado de Salud Pública y Seguridad Ciudadana.
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Junto a ellos, estarían presentes los directores de área de Planeamiento de Urbanismo, Salud y Consumo, así como representantes de Bomberos y Policía Municipal. También se contempla la presencia de Protección Civil, Cruz Roja, los servicios de limpieza, parques y jardines, movilidad, cartografía o Auvasa. Todos ellos estarían distribuidos en diversos grupos (intervención, seguridad, sanitario, apoyo técnico, logístico y asistencia social), que se desplegarían en función de las necesidades, y a partir de dos niveles (el de alerta y, si la situación se agrava, el de emergencia). El Ayuntamiento efectuó un simulacro de estas medidas el 20 de mayo de 2021.
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Marco Alonso
¿Cuándo se empezaría a actuar? La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) emite boletines de predicción de fenómenos adversos en aquella situaciones en las que se prevé que se activen las alertas amarilla, naranja y roja. Si estos avisos de la Aemet y los de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) prevén una «evolución desfavorable y la posibilidad de que se produzcan inundaciones en Valladolid», se activaría la fase de alerta. «El objetivo de esta fase es prever la emergencia, alertar a las autoridades y servicios implicados, e informar a la población potencialmente afectada».
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En este primer momento, dice el protocolo municipal, «se hace un seguimiento de las precipitaciones y de los niveles de caudal en los cauces de los ríos que puedan resultar afectados, con la finalidad de confirmar la situación de riesgo y su evolución». Si el riesgo desaparece, se declarará la vuelta a la normalidad. Si se concluye que la inundación «es inminente o ya se está produciendo», se dará un paso más para activar la fase de emergencia. Y la clave, como se ha visto en Valencia, está en ofrecer una respuesta rápida, transparente y organizada.
Más allá de las medidas concretas que adoptaría cada departamento, el plan incluye una serie de recomendaciones y claves encaminadas a la protección de la población. ¿Qué habría que hacer en una situación de emergencia por inundaciones en Valladolid? ¿Cómo habría que actuar? Este documento municipal enumera estas medidas y recuerda que «los ciudadanos tendrán que protegerse en primera instancia o pedir ayuda a los servicios públicos en caso de extrema gravedad».
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¿Y quiénes tienen que estar más atentos? «Serán afectados por el riesgo de inundaciones todos aquellos ciudadanos que tengan su residencia en los edificios o inmuebles situados en las zonas inundables, de acuerdo con los mapas de riesgos de inundaciones». Estos mapas (publicados por el Ministerio de Medio Ambiente y la CHD) concluyen que, en Valladolid, las zonas con mayor posibilidad de sufrir los excesos del agua son las riberas de los ríos y el antiguo ramal sur del Esgueva, un pasillo que discurre por Vadillos, Circular, Caño Argales. Estas medidas de prevención son especialmente importantes para los vecinos que residen en estas zonas más proclives a una inundación y, sobre todo, para «quienes tengan sus bienes en planta baja y planta sótano».
Uno de los primeros consejos que ofrecen las guías de protección civil «ante posibles emergencias originadas por lluvias intensas» está el de «retirar del exterior de la vivienda aquellos objetos que puedan ser arrastrados por el agua». Aquí se incluyen desde muebles o enseres (por ejemplo, en un patio o una terraza) hasta los vehículos. Pero, ojo, si el coche está en un garaje subterráneo. Y atención también con no aparcarlos en cauces secos ni a la orilla de los ríos. Si se tiene que viajar, «preferentemente por carreteras principales y autopistas».
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Otras las medidas de prevención es «revisar, cada cierto tiempo, el estado del tejado, el de las bajadas de agua del edificio y de los desagües próximos». Además, ya en el interior del hogar, se recuerda que hay que colocar los documentos importantes en los lugares de la casa en los que el riesgo de que se deterioren por la humedad sea menor (en pisos o lugares elevados). Y esto valdría también para productos peligrosos que se pueden derramar, ocasionando daños tóxicos o al medio ambiente (como pesticidas, insecticidas o productos químicos).
Los protocolos de emergencia ante inundaciones recogen una frase que puede parecer simplista, una perogrullada, pero que no conviene olvidar. «La principal medida de seguridad consiste en mantener una cierta distancia respecto del agua». No acercarse, vaya. Y a continuación explican el porqué: «El peligro del agua se presenta por la velocidad (arrastrado), la profundidad respecto a la vía pública y sus bajas temperaturas (hipotermia)». Por lo tanto, es clave »alejarse de los ríos o corrientes de agua y no intentar cruzarlos, ya que podría ser arrastrado« por la fuerza del agua.
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Si un vallisoletano prevé que su vivienda puede verse afectada por la inundación, el plan municipal contempla varias recomendaciones que se deberían llevar a cabo. La primera, asegurarse del cierre de puertas y ventanas. De forma inmediata, abandonar los sótanos, garajes subterráneos y plantas bajas. Hay que permenecer en los pisos más altos de la vivienda y si se vive en una casa molinera, por ejemplo, intentar moverse a la casa de un vecino. Otra idea básica es desconectar la energía eléctrica y el gas cuando comienza a entrar el agua. Y se debe evitar el uso de ascensores, por los posibles cortes de suministro eléctrico.
Protección Civil recuerda otras ideas claves de autoprotección: «Si se encuentra en el campo, hay que alejarse de los ríos, torrentes y zonas bajas de laderas y colinas, evitando atravesar vados inundados. Hay que dirigirse a los puntos más altos de la zona«. Y, especialmente en esta fase, se debe prestar atención a los avisos emitidos a través de los distintos medios.
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Este órgano creado para afrontar la emergencia en Valladolid debería establecer las zonas donde aplicar posibles medidas de confinamiento si la situación se complica. Esto conlleva el «refugio de la población en sus propios domicilios, recintos o habitáculos en los que se encuentren». Así, se emitiría un comunicado a la población anunciando esta medida y el grupo de seguridad procedería a la «señalización y vigilancia de la zona afectada por el confinamiento». Los avisos a la población se harían a través de redes sociales, «mensajería electrónica», medios de comunicación e, incluso, «a través de la megafonía de los vehículos de la policía municipal y protección civil», según recoge el protocolo.
En esta fase, los ciudadanos deberían asumir esas tareas de autoprotección personal en el interior de sus domicilios y solo deberían salir de ellos con ayuda de los servicios de emergencia, para evitar así peligros potenciales (como pozos de registros abiertos, las caídas al mismo o distinto nivel o los obstáculos y profundida que pudiera tener la lámina de agua).
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desde el exterior, los servicios de emergencia se encargarían de ofrecer una «atención permanente y continuada para dar una respuesta rápida y eficaz», según recoge el plan. En ese dossier se recuerda que esta medida es adecuada «para zonas que estén inundadas, el agua no lleve velocidad de arrastre, los edificios sean de construcción lo suficientemente rígida y estable, y la altura del agua no llegue a inundar las viviendas«. Y, en todo caso, ha de ser una medida »corta en el tiempo«, ya que las zonas confinadas seguramente estarán sin suministros básicos («electricidad, gas, agua, ascensores, calefacción, conexión a la red de datos…).
Una fase más de respuesta consistiría en el «traslado de la población desde posiciones expuestas a lugares seguros», definidos como «zonas más altas o donde no llegue la lámina de agua». Esta medida, lógicamente, implica la intervención en zonas anegadas, por lo que se haría imprescindible la puesta en marcha de los grupos de seguridad (para señalización y vigilancia) e intervención (para colaborar en las labores de alejamiento, sobre todo de la población crítica (enfermos, ancianos…)«.
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Si la situación se vuelve más complicada aún, se contempla el traslado a zonas alejadas de los espacios de riesgo. «Se trata de una medida definitiva, que se justifica únicamente si el peligro al que está expuesta la población es grande», por lo que, recuerda el plan, seguramente ya estaría activado el plan regional.
Esta medida de evacuación se adoptaría «cuando haya riesgo de desplome parcial o total del inmueble, ya sea por su estado de conservación o por las acciones que pueda ejercer el empuje del agua, cuando se inunden zonas habitables (o cuando no existan condiciones de habitabilidad compatibles con la seguridad) o cuando haya riesgo de deslizamiento de tierras, aterramientos o desprendimientos de taludes de la ribera que pueden afectar a los inmuebles próximos».
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¿Dónde se llevaría a estas personas evacuadas? «En un primer momento, y como medida urgente, a recintos de titularidad municipal, como centros deportivos, centros cívicos o de personas mayores». También se prevé la adecuación de residencias de estudiantes o colegios.
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