Los vecinos de la asesinada: «Casi no les conocíamos, llevaban poco tiempo viviendo aquí»
sucesos ·
Residentes del inmueble número 10 de la calle Siglo de Oro señalan que la mujer muerta tras ser acuchillada, su pareja y el hijo eran reservados y apenas se relacionabancon el vecindario
Sentadas a la puerta del edificio número 10 de la calle Siglo de Oro, en pleno barrio de la Rondilla, las integrantes de un clan familiar, rodeada de pequeños, se decían unas a otras que no sabían bien de quién se trataba, quienes eran los ... vecinos de piso primero derecha que habían protagonizado la tragedia. Las comadres charlaban con la pareja de uno de los bajos, y al final caían en la cuenta de que eran «unos vecinos nuevos, ella, su hijo y su pareja», pero nada más. «Apenas les conocíamos, llevaban poco más de unos meses aquí viviendo», se excusaban. «Les veíamos entrar y salir, pero poco más». Grupos de jóvenes, en la acera frente al edificio, miraban subir y bajar a los forenses y a los integrantes de la Policía Judicial, que tuvieron dificultades para acceder al piso porque la puerta estaba cerrada. Finalmente, tuvieron que acceder desde el exterior, por el tendedero.
La puerta de la vivienda que está justo frente a la de la mujer asesinada se abre y se asoma tímidamente un joven. No quiere fotos, pero señala que sus vecinos eran españoles y poco comunicativos. «Vivían su vida, no teníamos mucha relación». Y confirma que, efectivamente, apenas llevaban viviendo en el piso unos meses y en este tiempo no había oído nada extraño, ni presenciado peleas ni situaciones tensas. Solo que el chico era «un poco raro, poco educado».
El único signo exterior de que algo no iba bien era la ventana rota de la parte de atrás de la vivienda. Ni siquiera los vecinos de las viviendas gemelas que van a dar a ese patio trasero oyeron nada. Así que alguno bajó para preguntar a los periodistas y enterarse de algo. «Yo conocía a las anteriores personas que vivían en ese piso, eran sudamericanos, nos veíamos y saludábamos en la pandemia desde los balcones. Pero no creo que estos sean los mismos», señalaba uno de los residentes del piso de enfrente.
Los grupos de chicos y chicas, muchos de ellos la misma edad que el joven detenido por acuchillar a su madre, se mantenían alejados y a la expectativa. «A ver si ponéis que eran españoles, que cuando no lo son bien que lo ponéis», indicaba una adolescente que minutos antes, junto con su amiga, en un alarde de desparpajo, se acercaban al portal del inmueble para mirar en los buzones y ver si, por los nombres, sacaban alguna pista sobre la identidad del joven homicida. «No, no le conocemos», repetían. En el buzón del primero derecha, había tres nombres escritos a mano y con un bolígrafo azul. El primero, el de la mujer que había sido asesinada, a las seis y media de la tarde, por su hijo: Eva María Sánchez Villarreal, de 50 años.
Mientras las vecinas hablaban al fresco, en torno a las nueve y media de la noche la comisión judicial daba por finalizado su trabajo en el lugar del crimen y precintaban la entrada a la vivienda.
Tampoco los jóvenes conocían al chico que, todavía por causas que se desconocen, decidió acuchillar a su madre y luego llamar a una amiga de Barcelona para contárselo. Esta noche, el adolescente dormirá en Comisaría y este viernes va a ser puesto a disposición de la Fiscalía de Menores, que entonces acordará las medidas a tomar sobre el matricida.
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