El conductor del autobús calcinado: «En cinco minutos ya estaba en llamas»

Y nadie mejor que él para contar lo vivido en la esquina de las calle Pío Baroja con Miguel Delibes. «Hice la parada en Pío Baroja y después se encendió un testigo. Se cortó la inyección automáticamente y se paró el autobús. Una señora me afirmó que olía a quemado, así que dije a los viajeros (cuatro) que se bajaran. Me fui hasta la parte posterior y vi el humo. Volví a por el extintor y lo utilicé, pero ya era un imposible. En cuestión de cinco minutos las llamas ya se estaban apoderando del autobús», apunta el chófer, con catorce años de experiencia en Auvasa.

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Acto seguido, otro compañero, con otro autobús llegaba a la misma parada. «Entre los dos, y con ayuda de vecinos, volvimos a intentar sofocarlo, pero no se podía hacer nada», añade Adrián, que se resta méritos de sus acciones. «Todos hubiéramos hecho lo mismo. No me iba a quedar comiendo pipas».

Con las llamas por todas las partes del autobús y una humareda que se vislumbraba desde todos los rincones de la ciudad y parte del alfoz, Adrián fue testigo del avance de las llamas. «No sé cómo ha podido extenderse tan rápido. Era un horno. Se explotaban las lunas, los líquidos salían por todos los lados...», describe Adrián Gumiel, que llevaba dos horas trabajando con el mismo autobús, el cual, hasta ese momento, funcionaba «correctamente» al ser parte de la línea de refuerzo de la línea 18 hasta Puente Duero.

«En todos estos años, nunca me había pasado algo similar. He tenido averías de todo tipo, pero, por ejemplo, nunca había sacado el extintor del compartimento», concluye Adrián, que ha recibido también la llamada del alcalde de Valladolid para felicitarle por su acción.