Inicio de la curva, en el kilómetro 3, 218 de la VA-920, en sentido a Tamariz de Campos, donde el turismo se salió de la calzada y volcó. El Norte

El conductor acusado de matar a su novia en Rioseco reconoce que ninguno llevaba puesto el cinturón

El encausado, de 33 años, se enfrenta a penas de hasta cuatro años y medio de prisión por homicidio por imprudencia grave y conducción bajo los efectos de sustancias estupefacientes

M. J. Pascual

Valladolid

Martes, 8 de octubre 2019, 15:37

A la joven Vanesa, no le habrían podido salvar la vida tal y como llegó al centro de salud de Rioseco, «ni aunque hubiera llegado un minuto antes. En este caso, el desenlace fatal era inevitable». Según ha corroborado el forense durante el jucio, ... los traumatismos cráneoencefálicos con posterior hemorragia que sufrió como consecuencia del accidente de tráfico ocurrido esa noche fatal, la del 4 de septiembre de 2018, apenas veinticinco minutos después de que su novio fuera a buscarla en su coche para tomar unas cervezas, fueron mortales de necesidad. «Ninguno llevábamos puesto el cinturón», ha reconocido durante su declaración Nicolás B. L., acusado de homicidio por imprudencia grave por el fiscal, un cargo al que la acusación particular añade otro delito de conducción bajo los efectos de sustancias estupefacientes.

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El encausado, de 33 años, que se enfrenta a penas de dos y medio a cuatro años y medio de prisión, ha relatado que los hechos ocurrieron pasadas las diez de la noche, cuando circulaban por la carretera a Tamariz de Campos (VA-920), al coger la curva, que está situada en el kilómetro 3,218 de esa carretera. «Iba aproximadamente a unos ochenta kilómetros por hora, salí del stop, un coche me deslumbró y me fui primero a la derecha y luego por la izquierda, y perdí el control», ha explicado en respuesta a las preguntas del fiscal. Después de las vueltas de campana y el vuelco, asegura que llamó a su padre y que por los nervios, «ni se acordó» de llamar al 112. «Al principio el teléfono no me funcionaba, tenía las manos llenas de sangre. Cuando salí del coche traté de ayudar a Vanesa», ha indicado, tras puntualizar que, aunque conocía bien la carretera porque la utilizaba habitualmente, «no iba confiado» ni tampoco «a más de ochenta». Sí reconoció también que entonces era consumidor habitual de drogas. De cannabis, hacía diez años. Cocaína, desde los 18 años: casi siempre, los fines de semana. Los porros, casi todos los días, «para poder dormir».

«Deslumbrado»

Sin embargo, durante la vista oral no ha resultado acreditado fehacientemente que ese consumo habitual de drogas hubiera influido de manera decisiva en el accidente que acabó con la vida de su novia y así lo entiende el fiscal, motivo por el que ha mantenido en sus conclusiones finales que el delito es un homicidio por imprudencia grave, basado en la velocidad inadecuada para tomar esa curva. Cuestiona el ministerio público que el acusado no hubiera mencionado «el deslumbramiento» en sus declaraciones previas al juicio y entiende que, por una distracción, el conductor se tragó la curva, trató de rectificar la trayectoria del vehículo pero no lo consiguió, y finalmente volcó con tal fatal resultado. Ninguno de los agentes de la Guardia Civil que habló con él en el Hospital Río Hortega de Valladolid, cuatro horas después del accidente, apreció síntomas evidentes de drogadicción, como la dilatación de las pupilas. «Estaba un tanto inquieto, nervioso por lo que le podría pasar, pero nada más», han indicado los peritos y testigos de la Benemérita.

La letrada de la acusación particular ha incidido en las explicaciones confusas expresadas por el joven para justificar lo que hizo en el tiempo que medió entre el momento en que se produjo el accidente y el de la primera llamada a su padre, sin que se le ocurriera mientras tanto seguir llamando a emergencias. «¿Qué hizo usted hasta que llegó su padre?», le interrogó la magistrada titular del Juzgado de lo Penal 1. «Estar con ella», respondió. Lo cierto, ha subrayado la abogada en sus conclusiones finales, es que, según el registro de llamadas, el acusado realizó diecisiete llamadas en veinte minutos, pero ninguna a la Guardia Civil o al 112.

Por su parte, el abogado de la defensa, que ha solicitado la libre absolución para su representado porque entiende que no se ha demostrado «la gravedad» de la imprudencia (o la temeridad, según el anterior Código Penal), también ha cuestionado la cadena de custodia de las pruebas. «Una pequeña distracción no es una imprudencia grave, con lo que no habría delito», ha argumentado. La familia de Vanesa ha recibido ya de las aseguradoras una indemnización de unos 150.000 euros, ligeramente inferior a la que había solicitado el ministerio público.

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