Secciones
Servicios
Destacamos
La Audiencia de Valladolid ha condenado a ocho años de cárcel al joven de nacionalidad argentina E. A. G. por tratar de asesinar a cuchilladas al novio de su madre en enero de 2019. En su sentencia, el tribunal sentenciador entiende que el joven de ... 18 años trató de asesinar al compañero sentimental de su progenitora pero aplica la circunstancia atenuante simple de drogadicción, de ahí los ocho años de privación de libertad impuestos, frente a los diez y catorce que habían solicitado las acusaciones pública y particular y los cinco años que pidió la defensa, quien tipificó los hechos como una tentativa de homicidio, con las atenuantes de abuso de sustancias, arrepentimiento, trastorno antisocial y falta de madurez.
El condenado no podrá acercarse a una distancia inferior a 500 metros del domicilio, lugar de trabajo y lugares frecuentados por la víctima por quince años, ni tampoco podrá comunicar con ella durante idéntico periodo de tiempo.
Además, indemnizará a la víctima con 6.893 euros por la lesiones y con otros 3.000 por el perjuicio estético causado, al tiempo que abonará al Sacyl otros 2.482 euros por los gastos derivados de la asistencia sanitaria dispensada a la víctima.
Los hechos se produjeron la noche del 7 de enero de 2019 en el domicilio que el joven compartía en la calle Joaquín Velasco Martín de Valladolid con su madre y el compañero sentimental de ésta, un hombre de origen marroquí, T.H.F, con quien el acusado, según reconoció, mantenía una «relación fatal» y al que no aceptaba como padrastro «porque en su cultura tratan muy mal a las mujeres».
En ese contexto, E.A.G. relató que las discusiones entre ambos eran frecuentes cada vez que la víctima aparecía por el piso aquellas veces en las que su trabajo como empresario del sector de la construcción, con cinco trabajadores a su cargo, le daba unos días de respiro para pasarlos con su madre.
La noche de autos, el joven sostuvo que llegó de la calle tras haber consumido droga y se encerró en su habitación para no coincidir con T.H.F. Fue entonces cuando, declaró ante el tribunal, comenzó a oír golpes en la pared y se fue directo a la cocina a coger lo primero que pilló, en referencia a un cuchillo, ya que se «emparonoió» al creer que el marroquí estaba pegando a su madre.
Al encontrarse en el pasillo con la víctima, el ya condenado recordó que tuvieron un intercambio de reproches. «Él es el doble que yo y me soltó un tortazo», aseguró E.A.G, quien acto seguido, con la única pretensión de defenderse «y sin intención de quitarle la vida», sacó el cuchillo de cocina que portaba y acometió al novio de su madre ya dentro del baño, sin saber dónde le dio ni el alcance de las lesiones, aseguró a las preguntas de las acusaciones durante el juicio.
Ni siquiera, dijo, recordó la intermediación de su madre, que acudió presta al oír la refriega, le empujó y evitó males mayores. El joven huyó de la vivienda y tras llamar por teléfono a su madre y ser informado de la situación acabó por entregarse voluntariamente, tres días después.
En su declaración, el acusado relató que llegó a Valladolid procedente de Argentina con 14 años y desde entonces estuvo entrando y saliendo de centros de menores correccionales (Los Manzanos, Los Perales y el Zambrana) por la comisión de delitos contra el patrimonio, periodo en el que protagonizó también fugas de dichos centros. De hecho, la noche de autos se hallaba en situación de libertad vigilada.
Sin ningún tipo de estudios y dedicado la mayor parte del tiempo a juntarse en la calle con latinos a los que conoció en el Zambrana, con los que consumía todo tipo de sustancias y alcohol que se sufragaba robando, E.A.G. también llegó a ser denunciado por su propia madre por agredirla.
la víctima, T.H.F, negó durante el juicio haber golpeado al joven aquella noche y aseguró que tras el intercambio de reproches entre ambos, a causa del destrozo de una puerta y un televisor protagonizado por E.A.G, fue acometido por el encausado de forma sorpresiva ya que «venía preparado» a por él.
«Sacó un cuchillo, me lo clavó en la boca, luego me lo clavó en el abdomen y sin sacarlo volvió a empujarlo hacia adentro. Me quedó sentado entre la pared y el inodoro y entonces me quiso apuñalar en el cuello pero recibí otra cuchillada al interponer mi brazo«, relató el lesionado, para quien la intención de su oponente no ofrecía ninguna duda: »¡Es un intento de asesinato!«
La víctima pidió auxilio a gritos y fue su novia y madre de su agresor la que le quitó de encima a éste. «Si no llega su madre me mata», insistió T.H.F, quien recordó también claramente el reproche que su agresor dirigió a la madre: «¡Suéltame la mano que le quiero matar!».
El herido -que logró salir de la vivienda y fue finalmente auxiliado de las gravísimas lesiones sufridas por una mujer que le socorrió en el puente Adolfo Suárez y llamó al 112-, reconoció la conflictividad del joven, que incluso había pegado a su madre, pero apuntó que él siempre trató de no interponerse para evitar que la situación entre él y E.A.G. se enrareciera aún más.
De hecho, incidió en que había ofrecido a su agresor un puesto de trabajo en su empresa de construcción, una mercantil que a raíz de lo ocurrido había perdido muchas obras debido a su larga convalecencia a causa de las graves lesiones recibidas, con hasta cuatro perforaciones intestinales de las que había salido vivo gracias a su fortaleza física.
La madre definió al acusado como una persona «violenta», declaró que aquella noche se acababa de duchar y que al acudir a su habitación para vestirse oyó voces y un forcejeo.
Ya en el baño, sin percatarse aún de la sangre, encontró a su hijo sobre su novio y dio un empujón al primero. «¿Qué hiciste?», dijo a su hijo, aunque la madre no recuerda que este dijera que tuviera intención de matar a la víctima, contrariamente a lo que sí indicó en su día en el juzgado.
La progenitora mantuvo horas después una conversación telefónica con su vástago, después de que éste saliera huyendo del domicilio, en la que E.A.G. le habría manfestado que había arrojado el cuchillo al río.
Las acusaciones, amén de las penas de cárcel pedidas para el joven, solicitan las correspondientes indemnizaciones. Así, la fiscal del caso interesa que el procesado indemnice a la víctima con 6.839 euros por las lesiones, otros 3.000 por el perjuicio estético causado y con otros 2.482 al Sacyl por la asistencia dispensada al lesionado.
La acusación particular, por su parte, pide 6.839 euros por las lesiones causadas, otros 3.000 euros por perjuicios estéticos y 6.000 euros más por los perjuicios económicos ocasionados a la víctima al no poder trabajar, tener que abandonar obras ya contratadas y no haber podido contratar «nuevas», junto con otros 2.482,75 euros al Sacyl, según informa Europa Press.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.