El concierto de Quevedo en Valladolid une generaciones

Padres y madres que en su juventud vibraron al ritmo de Hombres G, de La Guardia, Celtas Cortos, Mecano y otros grupos ochenteros y noventeros, ahora acompañaban a sus hijos, fervientes admiradores del carismático Quevedo, entendiendo perfectamente lo que es el fenómeno fan que rodea a esta estrella, porque ellos mismos lo vivieron cuando tenían su edad.

Allí estaban María Jesús Mozo y Laura Yustos, que acudieron con sus hijas Valentina y Carlota, de 13 años y fans del artistsa. «Nos hemos animado a acompañarlas. Esperamos pasarlo muy bien», decían mientras esperaban pacientemente que abrieran las puertas para entrar al recinto. «Sólo nos sabemos una canción pero venimos a darlo todo. Yo todavía recuerdo cuando fui a ver a El Último de la Fila y lo mucho que disfruté. Las entiendo perfectamente», afirma María Jesús. «Mi ídolo era Julio Iglesias y con 17 años me lo pasé en grande en su concierto», añade Laura.

Eva Palacios y Luis Serrano llegaron hasta la capital del Pisuerga desde Madrid, con sus hijos Iker y Sara, de 11 y 17 años. Acudían muy comprometidos con disfrutar del espectáculo. «En Madrid es más complicado acudir a este tipo de conciertos. Aparte de ser más caros, se celebran en recintos tan grandes que se ven muy de lejos y para los niños es mucho más atractivo venir a Valladolid, donde pueden ver al artista más de cerca», explica este matrimonio. «Escuchamos todo tipo de música y de Quevedo nos sabemos un par de canciones, 'Quédate' y 'La playa del ingles'. Venimos encantados», prosiguen.

Las vallisoletanas Nuria Muñoz, Nuria Morejón e Isabel Morejón acudieron como acompañantes de sus hijas Daniela, Carlota y Cristina y sus amigas. «Yo no he esperado esta cola ni siquiera para Miguel Bosé», dice entre risas la madre de Daniela. «Yo era fan de Alejandro Sanz y vengo tan ilusionada al concierto como mi hija Carlota, porque a mí también me gusta», apunta Nuria. «Mi hija, de los nervios, no ha pegado ojo en toda la noche», apostilla Isabel.

Otras que estaban entusiasmadas, eran Pepi y Rosario Hernández, que acudieron con su hija y sobrina Sheila de 15 años y con su prima Yaiza. «Me gusta demasiado Quevedo y nos hemos venido desde Salamanca para verle», apunta la joven. «Es la primera vez que vengo a un concierto y ni en sueños me imaginaba tener que desplazarme tan lejos, pero merece la pena sólo por la ilusión que tiene mi hijs. A fuerza de escuchar a Quevedo, me ha empezado a gustar», señala Pepi. «Lo tenemos hasta la sopa», apostilla remarca la tía Rosario. «Yo era fan de Mecano y entiendo muy bien las ganas que tiene por ver a su artista favorito», añaden.

Padres e hijos coinciden en que recordarán siempre este concierto, como una experiencia que ha unido generaciones.