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El mes de mayo ha sido y sigue siendo el mes de las comuniones. Los templos vallisoletanos se engalanan para celebrar, cada fin de semana, que cientos de niños participan por primera vez en el Sacramento de la Eucaristía, recibiendo la Comunión. Es un día ... de fiesta inolvidable para los propios comulgantes y por supuesto, para sus familias. Un día de fiesta que, en Valladolid, cada vez celebran menos familias pero los que lo hacen, tiran la casa por la ventana.
En los últimos años, se ha registrado un importante descenso en la celebración de las primeras comuniones en Valladolid capital y en la provincia. Así, en 2018 se oficiaron 3.111 comuniones. En 2019 fueron 2.905 los niños que comulgaron, mientras que en 2020, en plena pandemia, se celebraron 2.589 comuniones. En 2021, según los datos aportados por la totalidad de parroquias, hubo un leve repunte y se celebraron 2.708 (1.356 en la capital y 1.352 en los pueblos). En 2022, y a falta de 62 parroquias por facilitar sus datos, nos encontramos con 1.988 comuniones, una cifra, que según las parroquias consultadas este año se verá también reducida. Los párrocos lo achacan a tres motivos principales: el descenso de la natalidad, la pluralidad de religiones y la progresiva laicización de la sociedad.
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Carmen Aguado
Los municipios más poblados de la provincia son los que tienen un mayor número de niños comulgantes. Así, la de San Juan ante Portam Latinam, en Arroyo de la Encomienda es la primera en la lista, según los datos del arzobispado. Allí, en 2021 comulgaron 120 niños, en 2022 lo hicieron 110 y este año, comulgarán un total de 97 pequeños. «El descenso lo achaco a que en el año 2013 bajó la natalidad. La mayoría de los padres se implican mucho en que los niños reciban este sacramento, les acompañan en los dos años de su preparación, participan en la catequesis para padres que organizamos una vez al trimestre y en momentos especiales como las confesiones», explica su párroco, Alfonso Mieres.
En la misma localidad, pero en La Flecha, está la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, que ha pasado de celebrar 85 comuniones en 2021 a 74 en 2022 y a 55 en 2023. «Para el año que viene ya tenemos 58 niños. El interés de las familias no ayuda. Cada vez menos niños comulgan porque no se sienten católicos o porque son de otra religión, aunque la causa principal es la natalidad», explica Jesús García, titular de esta parroquia arroyana.
En la parroquia Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Valladolid se mantienen las cifras de años anteriores, con 89 niños en 2021, 86 en 2022 y 85 en 2023. Sin embargo, para el próximo año tienen ya en catequesis de primer año a 107 niños. «Muchos son alumnos del colegio de Jesuitinas. Damos catequesis cada 15 días y lo hacemos coincidir con la misa. Hay niños que se preparan en la catequesis con nosotros y luego la comunión la hacen en el pueblo. Los padres, en general, están muy implicados», asegura Jesús Lada, su párroco.
Como en las bodas, muchos optan por su iglesia «preferida» para hacer la comunión. Así, una de las más solicitadas por los vallisoletanos en la capital es la Antigua, que en los tres últimos años ha mantenido sus cifras estables. Allí, en 2021 hicieron la comunión a 60 niños, en 2022 comulgaron 70 niños y este año serán 65 años. «En esta iglesia no se nota un descenso. El año pasado dimos 40 bodas y unos 60 bautizos. Nos mantenemos en número», expone su párroco, Paulino González.
En la Parroquia Beato Florentino Asensio de Valladolid, todos los sábados del mes de mayo tienen comuniones. Este año tendrán un total de 70, exactamente las mismas que en 2022 y 15 menos que en 2021. «Hacemos catequesis familiar los sábados y los domingos y tenemos un total de 30 catequistas», informa Máximo San Juan, secretario de la parroquia. Y es que para que todos estos niños hagan la comunión es indispensable el papel de las catequistas (son sobre todo son mujeres), que realizan una labor de evangelización, de forma desinteresada y entregada, para tratar de despertar la fe en los niños. Sabedoras de que la Iglesia se juega mucho en estos caminos de fe incipientes, se vuelcan en trabajar con los niños y a la vez, involucrar a los padres. «El perfil del catequista suele ser mujer y casi siempre de avanzada edad. Muchos son abuelos», explica Javier Carlos Gómez, párroco de San Miguel y San Julián, que este año está preparando, junto con su equipo de 25 catequistas, a un total de 42 comulgantes (en 2021 formaron en catequesis a 67 niños). «Esa bajada la atribuyo a un descenso de la natalidad y a que cada vez hay menos familias creyentes. Además, muchos de los que vienen no se toman en serio lo de venir a misa. Somos una iglesia que vamos quedando en franca minoría. Trabajamos con muchísima ilusión y con mucho gusto con los niños que tenemos, pero tenemos que ser conscientes de que en torno al 40% de los niños ya no reciben el bautismo, por ser de otras confesiones religiosas y porque cada vez hay menos practicantes», dice Gómez.
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Los preparativos
Un día tan importante merece una celebración importante. Eso es lo que piensan las familias, para las que el peso de este evento social cada vez les repercute más en el bolsillo. En los salones del hotel Lasa Sport, uno de los establecimientos de referencia en la celebración de este tipo de eventos, el 13 de mayo se celebraron 14 banquetes de comuniones, con un total de 606 comensales adultos y 135 niños. «La tendencia es que al banquete se invite a menos comensales, entre 20 y 25. Hasta hace unos años, la media estaba en unos 40-50. Lo que se lleva mucho ahora es contratar otros servicios adicionales por la tarde, como una merienda para un mayor número de invitados, con amigos de los niños o de los padres, que incluya copas o refrescos, una chocolatada o una mesa dulce, entre otros. Son como dos fiestas en una. La comida con los familiares más allegados y la merienda-fiesta para todos los amigos», explica Yasmina C. Gregory, su directora. Este hotel, con 23 años de historia, celebrará un total de 143 comuniones que se concentran en los fines de semana entre el 6 de mayo y el 10 de junio. Este año las reservas se han realizado antes que ningún año. «En Valladolid, a diferencia de otras ciudades, como por ejemplo Alicante, se concentran todas las comuniones en un muy corto espacio de tiempo, lo que hace que muchas familias no puedan celebrarlo donde quieren, sino donde pueden. En cuanto saben la fecha de la comunión, llaman. Hemos tenido días con más de 40 llamadas para reservar. Muchos padres nos han formalizado la reserva sin ver el espacio y sin hablar del menú. Tenemos, incluso, alguna comunión de cena, porque ya no había espacio a mediodía. Ya tenemos cerradas más de 60 comuniones para el 2024. Algunos, incluso, han reservado dos fechas, por si acaso. Nuestros menús de comunión oscilan entre los 65 y los 85 euros los adultos y los de niños entre 40 y 45 euros. Eso incluye el salón vestido de evento, flores naturales en el centro de mesa, monitores infantiles durante toda la tarde, discoteca y una mesa en terraza», explica Gregory.
Otra tendencia de los últimos años es que varios niños, que son amigos o compañeros de colegio, reserven el mismo restaurante para luego poder celebrar juntos la fiesta posterior. «Cada familia paga sus invitados y los menús de los amiguitos que son comunes, lo dividen entre todos. Últimamente estamos viendo cómo las bodas son cada vez más íntimas y con menos gente y en cambio, las comuniones se celebran más por todo lo alto. Las bodas han pasado a celebrarse como comuniones y las comuniones como bodas», remata Gregory.
Las mesas de golosinas son ya un imprescindible en cualquier comunión que se precie y cada una tiene su propia temática, aparte de la religiosa. «Al final, se trata de una fiesta», explica Roberto Barrios del kiosco La Magia del Dulce. «Cada vez lo hacemos más personalizado y tematizado, para que cada evento sea diferente al otro. Si al niño le gusta un personaje concreto, una película o un videojuego, nos centramos en ello a la hora de decorar las mesas. Tratamos de hacer que el niño se sienta protagonista«, prosigue este kiosquero, que lleva 6 años preparando mesas dulces. «Es rara la comunión que no incluya una mesa de chuches. Hay familias que me compran las gominolas y se encargan ellas de prepararla. El precio varía en función de los invitados pero rondaría los 150 euros», añade.
Dentro de los principales preparativos de tan importante día, los trajes que lucirán los pequeños protagonistas son de lo más importante. En Boutique Peppa, que lleva 44 años vistiendo comulgantes, ven como en muchos casos se sigue cumpliendo esa tradición no escrita de que el traje de comunión lo regalen los abuelos. «En el caso de las niñas, se llevan muchos estilos diferentes, el clásico, el romántico… y la horquilla de precios van desde los 300 hasta los 900 euros. En los niños, tenemos trajes de marinero o de calle y rondan los 200-300 euros. Es curioso que a los padres les duele más gastarse 200 euros en un traje de niño, que 800 euros en una niña», explica Patricia Martínez, propietaria de la boutique y quien reconoce que se nota que cada vez hacen menos niños la comunión. «Hace décadas los vestidos se vendían entre los meses de febrero, marzo e incluso abril. En los últimos años, la venta ha empezado en noviembre. Además, a comprar el vestido, ahora vienen 6 u 8 personas a tomar la decisión. La venta de ropa de comunión es muy bonita, aunque también complicada, porque requiere de muchas visitas, igual que en una boda: el día que lo compran, la primera prueba, la segunda prueba tras los arreglos, el día que se recoge… hace años, se compraba y se llevaba directamente en una bolsa», comenta.
Otro gran referente en moda de comunión es El Corte Inglés, donde también se ha notado cómo la compra de los trajes se ha adelantado. «En el caso de las niñas, últimamente se han puesto de moda los monos, que son una preciosidad. Los vestidos tienen mucha caída, son muy ligeros y no se lleva tanto el cancán. Cada vez se juega más con los colores. La última tendencia es que el cuerpo sea de color blanco roto y la falda en tonos rosas o azules. Las espaldas también vienen con mayor escote y cada vez vienen más alpargatas con posibilidad de customizarlas con los mismos motivos que el fajín», explica Rebeca Bezos, directora de comunicación del El Corte Inglés. Para los niños se mantienen los de trajes almirante y los marineros, pero con nuevos colores en tonos arena y azul claro. «También hay nuevos tejidos como el lino y mucho traje de calle», comenta Rebeca. Es habitual que en los probadores se den cita un buen número de familiares, sobre todo en el caso de las niñas. «Como los abuelos suelen regalar el traje, también se tiene muy en cuenta su opinión», prosigue.
En cuanto a los regalos, se detecta una clara tendencia a los regalos más tecnológicos. Las gafas virtuales 3D son lo más de mandado. «También las consolas, tabletas, cámaras instantáneas y relojes con geolocalización», explica Bezos. Los regalos más tradicionales son una apuesta segura. Entre ellos destacan las joyas, sobre todo pulseras y pendientes.
Y para recordar un día tan especial, nada como un buen reportaje de comunión. El fotógrafo vallisoletano Daniel Prieto, Danimantis lo sabe muy bien. Lleva 12 años en la profesión y ha comprobado como, de año en año, los grupos de comunión son cada vez menos numerosos. «Yo tengo el mismo trabajo que siempre, pero en las iglesias antes había grupos muy grandes de 15 o más niños y ahora es habitual encontrarme con grupos de 8 ó 9», explica este fotógrafo. «Normalmente los padres se ponen de acuerdo para comprar las flores de la iglesia y contratar un único fotógrafo para ese día. Al salir de la iglesia siempre les hago fotos con la familia. Luego, a parte, los padres también me contratan para hacer un reportaje del niño, que puede ser antes o días después de la comunión. Ofrezco tres tipos de reportajes y lo habitual es que la gente escoja el más caro», prosigue. «Hacemos una pequeña sesión previa a la comunión para las fotos del recordatorio y el reportaje principal lo hacemos en el parque, en el pueblo o donde les apetezca, para que sea más personal y único», remata Danimantis.
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