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S. F.
Viernes, 3 de febrero 2023, 14:37
El jueves 26 de enero, apenas diez días después de que varios familiares denunciasen la desaparición de Leire Navarro Martín, una mujer de 40 años a la que su entorno más cercano había perdido la pista desde antes de finales de año, la Policía Nacional ... localizaba finalmente su cadáver en una vivienda de la calle Azorín, en el barrio de Vadillos.
La fallecida se encontraba recostada en la cama y sin aparentes signos de violencia, tal y como constatan fuentes policiales y la propia subdelegación del Gobierno, pero los interrogantes ante el hallazgo del cuerpo sin vida de Leire Navarro se suceden, porque la vivienda donde, al parecer, residía la mujer de forma ilegal desde el pasado mes de mayo se encontraba tapiada.
La puerta estaba oculta tras un grueso muro de ladrillos y cemento y el acceso era imposible, por lo que la policía -una vez que las pesquisas le llevaron a ese domicilio- solo pudo entrar en su interior cuando los efectivos del servicio de bomberos abrieron paso a través de una de las ventanas del domicilio y demolieron el muro. En una de las habitaciones de la casa permanecía el cadáver de la mujer de 40 años, que fue inmediatamente trasladado al Instituto Anatómico Forense, para realizar la correspondiente autopsia que esclarecerá tanto las circunstancias como las causas o la fecha aproximada de su muerte.
Los vecinos del bloque (tiene cuatro alturas y dos hogares por planta) apenas abren la puerta y no quieren hablar cuando se les pregunta por la vecina del tercero B, donde residía Leire. «Las hijas vinieron preguntando por ella quince días antes de que apareciera y la puerta ya estaba tapiada cuando eso pasó, pero no sabemos quién lo ha hecho, ni en qué momento», señalan desde la comunidad en la que todos los vecinos prefieren ocultar su identidad.
«Hemos vivido un calvario con ellos». Hablan en plural, por que tal y como señalan, la mujer de 40 años vivía con un hombre «y eran continuas las peleas, los gritos a cualquier hora, las amenazas...», aseguran.
«Eran drogodependientes los dos y era una situación muy incómoda para todos los vecinos, la policía ha venido aquí muchas veces porque se peleaban entre ellos. Les daba igual todo, nos han tenido noches enteras sin dormir. Dañaban las zonas comunes y no tenían respeto por nada», coinciden.
El hombre que convivía con la mujer hallada muerta habría ingresado en prisión a finales del año pasado, en torno al mes de noviembre, y pese a que las discusiones habían terminado ella sí que acudía al piso okupado donde residía desde principios de mayo. «Pero en las últimas semanas venía cada vez con menos asiduidad, por eso, cuando hemos dejado de escuchar portazos, ruidos y hemos empezado a estar más tranquilos lo que pensábamos era que se había ido», explican varios vecinos.
Hartos de la situación y de una convivencia que califican «de pesadilla», incluso llegaron a cambiar de cerradura meses atrás para que ambos no pudieran acceder al piso que ocupaban de forma ilegal. «La policía ha estado aquí en numerosas ocasiones pero no podían hacer nada. Es una rabia y una impotencia enorme que te toque algo así», señalan los residente del bloque sorprendidos por el hallazgo, hace justo una semana, del cadáver.
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Ya en la calle, al tratarse además de una zona muy poco transitada, el resto de vecinos apenas se había enterado de la noticia del hallazgo del cadáver de la mujer. «Nos hemos enterado por los medios y sinceramente es algo muy extraño», aseguraban la mayoría.
Los investigadores continúan con sus pesquisas policiales en torno al tercero del portal número 1 de la calle Azorín, donde esta mañana dos agentes de paisano inspeccionaban la puerta de acceso al domicilio, en el que aún se encuentran varias bolsas con los ladrillos del muro que tuvo que ser derruido por los bomberos. Falta por esclarecer ahora quién y cuándo tapiaron la puerta de acceso a la vivienda de un bloque cuyos vecinos solo piden «volver a recuperar la normalidad en el día a día».
El hallazgo de la mujer de 40 años en la calle Azorín ha sorprendido a los vecinos del barrio de Vadillos, al igual que sucedió el pasado 27 de noviembre con los residentes de Bailarín Vicente Escudero, una calle situada apenas a 600 metros. Entonces se enteraron de que unos okupas, al intentar acceder de forma ilegal a una vivienda del bloque 22, encontraron el cuerpo momificado desde hace cinco años de Antonio Torralba, de 60 años. En ese caso, los propietarios del inmueble tapiaron puerta y ventanas para evitar la entrada de inquilinos ilegales.
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