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Salir de compras en la avenida de Segovia ya no es lo que era, pese a que la clientela tenga a su disposición todo tipo de servicios y los negocios que se despliegan a lo largo de la céntrica arteria comercial de Las Delicias nada ... tengan que envidiar a los de otras zonas de la ciudad. Pero algo pasa para que allí, en el eje vertebrador del barrio más poblado de la capital vallisoletana, referencia hace no tanto del alfoz para hacer sus compras, haya cada vez más persianas bajadas y cristaleras salpicadas con carteles de «se vende» o «se alquila».
Para muestra, un botón. En el tramo comprendido entre la desembocadura del Paseo Farnesio y la Plaza del Carmen, de apenas 350 metros de distancia, hay una quincena de locales comerciales cerrados de forma permanente que se alternan con las ofertas de última hora en aquellas tiendas que apuran sus rebajas. Tan solo un pequeño ejemplo de la realidad que atraviesa desde hace años y de forma progresiva la avenida de Segovia.
La crisis económica de 2008 abrió un vacío en el corazón comercial de Las Delicias –ahora profundizado por la covid-19–, donde al menos 24 establecimientos, de un total de 124, están vacíos o buscan un nuevo uso. La friolera de uno de cada cinco. «Vaya que si se nota, con lo que era esto, que venía gente de otros pueblos aquí a comprar», espeta la propietaria del centro óptico Delicias, Paula González, quien también lamenta el notorio envejecimiento de sus vecinos. «Ya se va notando que el barrio está envejeciendo, falta bastante aparcamiento y es más cómodo ir a los centros comerciales», diagnostica esta empresaria, dueña de uno de los negocios «de los de toda la vida». Asimismo, considera que la pandemia ha agudizado este problema, ya que antes de que el virus trastocara todo «había algunos que se habían animado a abrir». «Desde 2008 empezaron a cerrar muchos locales, pero antes del coronavirus algunos habían abierto y les ha tocado volver a cerrar», indica.
Quien más, quien menos, lo percibe. El declive de la zona no le es ajeno a nadie. Aunque las asociaciones de comerciantes insisten en que lo que ocurre en la avenida de Segovia también se ha detectado en otras zonas comerciales de la capital, aunque quizás con un menor impacto.
«La media de locales cerrados en el centro es parecida, pero sí es preocupante que en un barrio haya ese nivel tan elevado de espacios vacíos, es como si la calle Santiago tuviera el 20% de tiendas en alquiler», dice el presidente de la Asociación Vallisoletana del Comercio (Avadeco), Alejandro García Pellitero, quien apunta directamente hacia los gigantes de la distribución y el comercio por Internet. Una opción, a su juicio, cada vez más recurrente entre la población joven de los barrios. «Se ven muchísimos furgones repartiendo; la nueva población compra más por la red que en los comercios de proximidad, y eso al final se traduce en un cierre de negocios», continúa.
Si hay algo que brota en los márgenes de la avenida de Segovia son entidades bancarias y tiendas de compañías de telefonía móvil. No importa a qué banco pertenezca, allí encontrará una de sus sedes. Prueba de ello es que en apenas 500 metros, entre la avenida de Segovia esquina con Trabajo y la Plaza del Carmen, se suceden hasta diez sucursales. Sin tener en cuenta, además, que algunos como el Banco Santander llegaron a abrir dos oficinas a escasos metros de distancia (finalmente cerró una hace unos meses). También es habitual encontrarse por la columna vertebral del barrio con operadores de telefonía.
Este mismo dictamen lo comparte su homólogo en la Federación de Comercio y Servicios de Valladolid y Provincia (Fecosva), Jesús Herreras, quien además regenta una tienda de ropa a los pies del túnel de Labradores, en el margen de Las Delicias. «El sector está inmerso en una transformación bastante grande y la pandemia lo ha acelerado todo. Internet está afectando mucho al comercio tradicional, pero tenemos mucha capacidad de adaptarnos y tenemos esperanzas en que poco a poco se vaya recuperando», valora, al tiempo que amplia el abanico de damnificados más allá de los comerciantes: las entidades bancarias y compañías de telefonía móvil. «El modelo está cambiando y es todo por lo mismo, por Internet. Ha sido una cosa tremenda», apostilla.
Pero no se conforma Herreras con estas posibles causas y va un paso más allá. Cree, como también lo hacen los nombres que aparecen bajo estas líneas, que «todo iría mejor» si el entorno dispusiera de más zonas de aparcamiento. Acusa Las Delicias la dificultad a la hora de estacionar el vehículo. Rara es la vez que circule por la avenida de Segovia y no haya furgones descargando mercancía o turismos en doble fila de aquellos que apresuran sus compras. «Sin aparcamiento no hay negocio, es algo fundamental sin duda. Si la gente no tiene donde aparcar, busca otras opciones donde lo tenga más fácil», subraya el representante de Fecosva. «Puede influir, pero es cierto que tienes todos los negocios al lado y puedes ir andando. Haya o no zonas de aparcar, la avenida de Segovia siempre ha sido una zona problemática de atascos, retenciones y dobles filas y creo que lo seguirá siendo», considera García Pellitero.
Esta necesidad, no obstante, ya la identificó el Ayuntamiento hace un tiempo. Al menos dos años, aunque desde entonces poco o nada ha avanzado el asunto. En la actualidad ya han iniciado las conversaciones con la Junta de Castilla y León para lograr la cesión de una parte de la parcela donde se ubica el patio del CIFP Juan de Herrera y proyectar ahí un área de estacionamiento.
Así al menos lo asegura el concejal de Movilidad y Espacio Urbano, Luis Vélez, quien además confirma que tratarán de «intensificar» y acelerar su puesta en marcha para cumplir «cuanto antes» con las peticiones del sector. Aunque advierte: la parcela no es de propiedad municipal y deberán «negociar algún tipo de cesión». «Habría que ver de qué tipo sería el aparcamiento, está aún por definir», revela el edil, mientras justifica que «no es solo de cara al comercio, sino también a los residentes de la zona ya que muchas de esas viviendas no tienen 'parking' porque son antiguas». «Es una ubicación bastante buena porque desde ahí y hasta el centro de la ciudad, incluso cuando estén los pasos peatonales nuevos, va a estar a un paso del centro», asevera.
Por su parte, la concejala de Innovación, Desarrollo Económico, Empleo y Comercio, Charo Chávez, defiende que «no es comparable la experiencia en el comercio de proximidad con las grandes superficies» y apuesta por «potenciar» las ventajas que se desprenden de estos negocios. Por ejemplo, la «atención personalizada». «A parte de las campañas que tenemos en marcha, tenemos previsto promocionar la innovación y el emprendimiento en el comercio para que sean compatibles con la cultura de otras generaciones», indica.
Una decisión aplaudida por los comerciantes, pues algunos consideran que es la receta idónea para revitalizar la zona. «Claro que afecta que no haya demasiadas zonas de aparcamiento, disminuyen un poco las ventas pero no nos podemos quejar. De nuestro sector no hay mucha variedad por el barrio y vamos vendiendo bien», sostiene la propietaria de Lencería y moda infantil María Henar, María del Diego, que en cualquier caso destaca que los establecimientos de la avenida de Segovia que han bajado la persiana lo han hecho «de forma progresiva, no de sopetón». En cualquier caso, los comerciantes de la zona resaltan su capacidad de «adaptación» y el trato «personalizado» que dan a sus clientes. Factores que –creen– les ayudará a sobrevivir. «Vivimos de clientela habitual y fiel, de gente agradecida que sabe que si un día no puedes venir a por el pan, se lo vas a guardar. Es un trato personalizado que quizás no haya en las grandes cadenas», añade Mari Paz Llanos, de la panadería El Fiel.
No atraviesa la avenida de Segovia su mejor momento. Verjas bajadas y escaparates vacíos es un patrón que se reproduce en el corazón de Las Delicias. Pero saben que, antes o después, resurgirá. «¿Para qué vamos a ir al centro si tenemos de todo? Y además al lado de casa», coincide un grupo de jubilados mientras aguarda a las puertas de un banco.
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