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Hace ya meses que las doctoras Raquel Blasco y Mónica Lalanda destacan las bondades de los medidores de CO2. Se han convertido –también por las redes sociales– en paladines de unas herramientas que consideran básicas como arma de prevención contra la covid. Y recomiendan que ... su uso se extienda más allá de los centros educativos. «Todos los comercios, los bares, los restaurantes, deberían tener uno, en lugar bien visible, para informar a los clientes de si van a entrar en un local bien ventilado».
En diciembre, en una jornada del puente de la Constitución en la que abrió el comercio, con miles de vallisoletanos en las calles disfrutando del alumbrado navideño, Blasco y Lalanda tomaron mediciones de CO2 en varios puntos de la capital. La referencia fue la playa deLas Moreras, junto al río, entre los puentes de Poniente e Isabel la Católica. Allí, los registros hablaban de 500 partículas por millón(ppm) de CO2, unos niveles «muy similares» a los detectados después, por la calle, en el paseo de Zorrilla. En el exterior, en unas condiciones normales, se habla de una concentración base de entre 400 y 500 ppm. A partir de 1.100 se considera que no hay una buena ventilación. «Y habría que empezar a mosquearse».
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Con el medidor en la mano, Blasco yLalanda comprobaron que los datos comenzaban a subir si se entraba en locales comerciales. Si contaban con ventilación artificial y forzada, se controlaba la escalada de los niveles de CO2. Si eran tiendas pequeñas, a pie de calle, con pocos metros cuadrados y bien ventiladas, apenas se veían subir los indicadores. Lo peor se daba en comercios de mucha superficie, sin sistemas de ventilación extra y en los que tener las puertas abiertas no era suficiente. «Hay comercios del paseo de Zorrilla donde llegamos a ver puntos máximos de 1.700 ppm. Esto supone que ese aire que respiro yo ha sido respirado antes por otras tres o cuatro personas, porque no hay una renovación eficaz. Si ha habido un cliente con el virus y sin mascarilla...», dice Blasco, quien insiste en que estos medidores de CO2 no detectan la presencia del virus (no hay forma de comprobarlo), pero sí que alertan «de ambientes sospechosos en los que el aire es reutilizado, no se ha ventilado bien y, por lo tanto, hay personas que lo han respirado antes que tú».
Por eso, concluyen Blasco y Lalanda, sería buena idea que los comercios informaran a sus clientes de esos niveles de CO2. «No basta con el aforo. Una tienda puede cumplir con el número de personas en su interior según sus límites de aforo, pero de qué sirve esto si además no está bien ventilado...». También recomiendan que las tiendas no tengan la música muy alta («y eso lo hemos visto mucho esta Navidad»). Cuando la radio, el hilo musical derrocha decibelios, eso obliga a hablar más alto («imagínate, gritando, el que si quiere bolsa»).Y el riesgo también se incrementa.
Las mediciones de Raquel Blasco, doctora de la Unidad de Medicina Interna del Centro Regional de Medicina Deportiva de la Junta, y Mónica Lalanda, médico bioeticista y divulgadora, se extendieron también a la vía pública. «La calle Santiago esa tarde estaba petada, como si la regalaran. Había muchísima gente, y los niveles de CO2 subieron hasta casi 700, en plena calle. Al aire libre. Pero llegaron a 800 justo debajo de la gran bola que colocaron cerca de Zorrilla, un espacio más recogido, «parece que funcionaba casi como una pecera», por donde pasaban muchas personas «y donde la gente se paraba para hacerse fotos, en muchos casos bajándose la mascarilla para salir mejor en el selfi».
¿Conclusiones? «Hay que evitar los espacios hacinados también al aire libre, sobre todo en momentos como el actual, en el que hay más casos en la sociedad y el riesgo de estar expuesto a la carga vírica es mayor». Más reflexiones: «Los comercios pequeños y bien ventilados son más seguros que los locales muy grandes y sin ventilación. Una tienda enorme nos puede dar más sensación de seguridad, porque hay más espacio libre, la gente no está tan cerca entre sí, pero si no está bien ventilada (de forma natural o artificial) el riesgo será mayor». Y algunas certezas: «Estar con mascarilla en un espacio bien ventilado reduce mucho el riesgo», asegura Blasco, quien subraya la seguridad que puede darse en un gimnasio, por ejemplo, si el entrenamiento se hace bajo esas premisas. Ylanza una idea más:«Hay que tener cuidado en las terrazas, en los espacios al aire libre donde nos quitamos la mascarilla para comer algo o fumar. También ahí hay puede haber altas concentraciones de aire que ha sido respirado varias veces por otras personas», cuenta, medidor de CO2 en la mano.
«El virus se transmite por el aire. Así que, cuanto más limpio el aire que respiras, mejor. ¿Cómo? Llevando la mascarilla bien puesta y evitando aglomeraciones y espacios mal ventilados. Si puedes hacer ambas cosas, mejor. Este mensaje sigue sin calar, pero, eso sí, hidrogel a cascoporro», remata Lalanda.
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