Ayer sábado, el patio y las aulas del colegio San Viator de Valladolid, eran un hervidero de gentes, de abrazos y de entrañables recuerdos y anécdotas. Este centro educativo cumple su medio siglo de vida y ha querido celebrarlo con distintas actividades que arrancaron ayer, ... con un encuentro entre antiguos alumnos, profesores, directores y padres. Unas 500 personas se dieron cita en sus instalaciones para tan especial efeméride.
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En 1966, el entonces arzobispo de Valladolid, Monseñor García Goldáraz, solicitó a los Viatores que construyesen un colegio en el barrio de Las Delicias para «atender la educación cristiana de los niños, jóvenes y familias». Fue el 15 de febrero de 1969 cuando colocó la primera piedra del futuro edificio colegial y el 14 de septiembre de 1972 arrancaron las clases, con 6 aulas y 207 alumnos, que se duplicaron con creces en el curso siguiente. Ha llovido mucho desde entonces, pero hay quien recuerda muy bien aquella época.
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Uno de ellos es el veterano profesor Octavio Campos, que ayer, a sus 82 años, vivió uno de los días más emocionantes de su vida. Él empezó a dar clase en San Viator el mismo año de su inauguración. «Tuve el privilegio de ayudar a poner en marcha el colegio. Recuerdo estar colgando los crucifijos en las aulas y los espejos en los baños antes de aquel septiembre», dice entre risas. Ayer, muchos de sus antiguos pupilos le reclamaban para hacerse fotos para el recuerdo. «Han venido muchos de los alumnos de aquella primera promoción. Me ha hecho mucha ilusión, ya que todavía recuerdo sus caras y el nombre de todos ellos. A muchos les he conocido por el tono de voz y he podido comprobar cómo se parecen a sus padres en aquella época. Ha sido extraordinario», comenta este maestro que daba clase de ciencias sociales, de cultura clásica, ética y religión.
Para Pedro Pablo Crespo, el de ayer también fue un día entrañable. Él es antiguo alumno, de la promoción de 1977, más tarde, como profesor, por sus aulas pasaron 24 promociones de alumnos. Ahora, además, también es padre de dos niños alumnos de este colegio. «San Viator ha marcado mi vida, desde mi infancia hasta el día de hoy. Mi mujer también trabaja en el colegio. Si las piedras del patio hablaran, seguro que algo de mí dirían», comenta. «La palabra que lo define todo es 'Emoción'. Hoy me he acordado de todos los que ya no están, de los que no han podido venir y de todos los que han dedicado su vida para que nosotros pudiéramos promocionar. Este es un colegio de barrio. Y para nosotros fue la herramienta de desarrollo humano y personal. Los amigos que hice en mi época de colegial, todavía los mantengo, y hoy, ellos, Oscar, Enrique, Juan Luis, José Manuel, Iván, Emilio… tampoco han querido perdérselo», dice.
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Pedro Luis Angulo, quien pasó también por las aulas de los viatores, primero como alumno, luego como profesor y más tarde como director y el religioso Alberto Muñiz, profesor y entrenador de balonmano, fueron los encargados de dirigir unas palabras que emocionaron y sacaron una sonrisa a todos los presentes. La dirección del centro había preparado una exposición de recuerdos, con orlas, fotografías, trofeos, cartillas de correspondencia entre padres y profesores y hasta antiguos exámenes. Ese pequeño museo se convirtió en una cápsula del tiempo que devolvió a los celebrantes a su más tierna infancia y juventud.
La tradicional Cachava no podía faltar
Tras la recepción y entrega de las camisetas conmemorativas realizadas para tan especial ocasión, arrancó la tradicional 'Cachava', una actividad muy arraigada en esta comunidad educativa, en la que se puntúa el deporte y deportividad y que tiene como premio un bastón gigante de caramelo. Ayer, todos quisieron participar y revivir aquellos momentos practicando deportes como el fútbol, baloncesto o el balonmano. María Ángeles Salgado, directora de este centro educativo también fue una jornada muy especial. Lleva 31 años en este centro y ha vivido su evolución en primera persona. «Actualmente tenemos 539 alumnos desde infantil a secundaria y también de ciclos formativos de grado superior. A nivel educativo el colegio ha cambiado mucho: la manera de impartir clases, las nuevas pedagogías y tecnologías, el trabajo por proyectos... La evolución ha sido increíble», comenta esta docente que se jubilará a final de curso. «Aquí he invertido tres décadas de mi vida que han estado llenas de experiencias positivas. Trabajar en San Viator ha sido muy enriquecedor», completa.
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Todos los presentes se hicieron una gran foto de familia. Y muy contento, entre viejos compañeros y profesores, también se encontraba Isidoro Martínez, de 55 años y que con tan sólo 4 entró en las aulas de este colegio para estudiar la EGB. Ahora es profesor en la Universidad de León. «Cada vez que vengo a Valladolid no me pierdo la visita al barrio de Las Delicias y a mi colegio. A todos los que hemos estudiado aquí nos han inculcado unos valores que nos han acompañado a lo largo de nuestra vida. Ha sido muy agradable reencontrarme con antiguos compañeros y antiguos profesores, como Juan Carlos Herreras, que fue mi tutor durante 6 años y que marcó mi camino, y también julio de Paz que además de darnos educación física y matemáticas, nos entrenaba a balonmano y nos enseñó el valor del esfuerzo», recuerda.
Los profesores del actual claustro del colegio fueron los encargados de la organización de esta importante cita. Entre ellos Aitor Sáenz, profesor de Educación Primaria, para quien este evento era «algo totalmente necesario para recuperar el espíritu del centro y el sentimiento de pertenencia al San Viator», remata.
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