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En la primavera de 1937, el militar italiano Gaetano Ferruzzi ingresaba de urgencia en el Hospital Militar de Valladolid. Llevaba tal vez un aparatoso vendaje en la cabeza, protegida la frente por las heridas sufridas en el campo de batalla. «No he podido conseguir su historial clínico, pero seguramente tuvo que ser atendido por astillas en la frente», cuenta su nieto, Siro Busini, quien ha emprendido una cruzada histórica para reconstruir la vida de su abuelo materno, el contable italiano que combatió en la Guerra Civil española y se enamoró de Valladolid.
El 20 de diciembre de 1936 desembarcaba en Cádiz un navío con tropas de voluntarios italianos dispuestos a luchar en el bando nacional (en enero de 37 llegaría una nueva remesa). Entre ellos estaba Gaetano, un joven italiano de Poggibonsi, una localidad de La Toscana, en el camino de Florencia a Siena, que contaba con cerca de 13.000 vecinos hace casi un siglo (hoy ronda los 29.000). Gaetano estaba diplomado en contabilidad y trabajaba en un despacho de su pueblo cuando decidió cerrar los libros de cuentas y embarcarse en la guerra que desde ese verano se libraba en España.
«¿Por qué fue mi abuelo a la guerra?», se pregunta Siro, sin que haya una respuesta clara. «La propaganda del fascismo era muy intensa durante esos años en Italia, y seguro que llegarían muchos mensajes de que había que luchar por su defensa en España», aventura Siro, quien recuerda que muchos de los soldados que se embarcaron en esta campaña, sobre todo del sur de italia, eran personas muchas veces iletradas (no era el caso de su abuelo), agricultores que dependían de unas cosechas que no siempre salían bien. «El sueldo medio que podían recibir entonces era de 300 liras. Un soldado, entre el salario italiano y lo que recibían de España podía conseguir entre 900 y mil. Era una manera de conseguir dinero. Y luego está también la idea de gloria, de aventura. Italia venía de un pasado glorioso. Había ganado la Primera Guerra Mundial, también las guerras en Libia y el África Oriental. Todas estas razones, unidas, animaron a muchos italianos a combatir en España».
Gaetano estuvo primero en las trincheras de la batalla de Málaga. Durante unos días, recibió la ayuda de una familia de Cabra (Córdoba), en cuya casa se hospedó. Décadas después, Siro ha averiguado quién era esa familia, ha contactado con sus descendientes y tiene previsto visitarlos en septiembre, para organizar allí una exposición con las fotografías que su abuelo tomó en la localidad egabrense.
Porque Gaetano era un apasionado de la fotografía. Su nieto conserva la cámara con la que tomó innumerables imágenes -cerca de 400- de su estancia en España (también las hay de Valladolid). «No sabemos si llevó la cámara desde Italia, si la compró allí, si había pertenecido a un soldado alemán…». El artefacto es una Zeiss Ikon Ikonta 5120/18 que todavía funciona. «Es indestructible», dice Siro, quien ha colgado alguna de esas instantáneas en Internet como un reclamo para saber más sobre la aventura italiana de su abuelo.
Una de esas peticiones de ayuda llegó a través de Facebook a Valladolid. «Busco noticias de mi abuelo, que estuvo ingresado durante varios meses de la Guerra Civil en Valladolid», escribió. Y al otro lado de la pantalla se encontró con Luis Posadas, un apasionado de los rastros, del coleccionismo, de las fotos antiguas, quien contestó a Siro nada más descubrir su petición. «Mi mujer, María José Velloso, y yo estamos escribiendo un libro, una crónica visual de la Guerra Civil en Valladolid, y le contestamos contándole que tal vez entre todo el material que hemos recogido había una imagen de su abuelo». Siro visitó Valladolid el pasado mes de junio. Se encontró con Luis. No hubo suerte. El abuelo Gaetano no estaba en ninguna de las cientos de fotos de la colección de Luis. Pero, en cambio, el archivo del soldado italiano sí que incluía instantáneas que han ayudado a enriquecer el libro de Posadas.
El teniente Ferruzzi fue herido, seguramente el 14 de marzo de 1937, durante la batalla de Guadalajara (que tuvo lugar entre los días 8 y 23). Después de unas primeras curas, fue trasladado para su tratamiento al Hospital Militar de Valladolid y, luego, hasta septiembre, ingresó en el centro asistencial para oficiales italianos que había en Renedo de Esgueva. Estaba ubicado en la Casa-Palacio de los Power, una estructura construida a finales del siglo XIX, con planta de abadía y de la que todavía queda testimonio, ya que alberga El Valle de los Seis Sentidos, el parque infantil de la Diputación. Allí, Gaetano permaneció ingresado durante todo el verano de 1937. No era un hospital al uso, como recuerda Siro, sino un centro para la recuperación de altos cargos del Ejército italiano, que tenía toda suerte de comodidades. Desde piscina para el baño hasta vehículos que los pacientes podían utilizar para desplazarse hasta la capital.
Gaetano se acercaba a menudo por Valladolid. Para pasear la ciudad. Para disfrutar de sus calles y plazas, aunque fuera en plena guerra. Fruto de esas excursiones es el legado fotográfico que custodia su nieto, donde pueden verse imágenes del Campo Grande, la Casa Mantilla, la Academia de Caballería, frente a la cafetería Helios (en la calle Santiago) o en los preparativos de un combate de boxeo frente a la plaza de toros. Además, llevó a Italia folletos de varias tiendas, como de la joyería y relojería Enrique Esteban (en Fuente Dorada, 24) o del resguardo que recibía en Alcañiz (Acera, 18) cada vez que iba a revelar los carretes fotográficos.
Después de su estancia en Valladolid, Gaetano regresó a su localidad natal, donde falleció, a los 33 años, apenas unos meses después. Murió el 28 de abril de 1938, posiblemente como consecuencia de las heridas sufridas un año antes en España. El periódico italiano 'La Nazione' daba cuenta de su entierro en su edición del 5 de mayo de 1938.
«Quiero reconstruir la historia de mi familia. Por eso, estos viajes que estoy haciendo a España, para visitar los lugares por los que pasó mi abuelo, pero también mi tío abuelo, quien estuvo destinado en Logroño y combatió en la batalla de Levante. Quiero visitar también Barcelona, Teruel…», cuenta Siro, quien ya ha conocido ese Paseo de Zorrilla por el que caminaba su abuelo o los vestigios de aquel hospital de Renedo en el que se recuperó de las heridas sufridas en la guerra.
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Pedro Resina | Valladolid
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
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