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No parece fácil que las calles de Valladolid vean este año desfilar las procesiones de Semana Santa. La situación sanitaria (con el inicio de una ... tercera ola de contagios), las restricciones de aforos, el toque de queda desde las 22:00 horas (lo que impediría las salidas nocturnas) son impedimentos claros para que la Pasión de este año se pueda celebrar con la normalidad que era habitual hasta 2019.
El arzobispo de Sevilla ya ha firmado el decreto de suspensión de las procesiones en la capital hispalense. Hace una semana hizo lo propio la diócesis granadina. Valladolid aún no ha adoptado una decisión definitiva. Pero «cuando las barbas de tu vecino veas cortar...», aseguró este viernes José Miguel Román, secretario de la Junta de Cofradías de Valladolid, entidad que este sábado a mediodía celebra una reunión –con representantes de las veinte hermandades– para recabar la opinión de cada una de ellas y alcanzar una postura común respecto a las celebraciones de la próxima Semana Santa (el 28 de marzo será Domingo de Ramos).
Esta idea será la que, posteriormente, traslade Valladolid en la reunión telemática que el 15 de enero mantendrá la directora general de turismo de la Junta con representantes de las principales Semanas Santas de la comunidad (la que han obtenido declaración de interés nacional e internacional), con el objetivo de fijar una estrategia compartida en toda Castilla y León. Y, seguramente, a tenor de la incidencia de la pandemia, el acuerdo pase por la suspensión de las procesiones en la calle y la búsqueda de alternativas para celebrar la Pasión.
«La situación no es nada halagüeña para que se pueda celebrar una Semana Santa como estábamos acostumbrados», reconoce Román, quien recuerda que «dependemos del disposiciones de las autoridades sanitarias». «Si dicen que no puede haber pocesiones, no habrá procesiones. Salir a la calle con los pasos es muy complicado: se necesitan importantes medidas de seguridad...». El operativo y la liturgia no lo ponen sencillo. Es casi imposible que los cofrades guarden distancia de seguridad al portar las imágenes, ya que la cercanía es vital para soportar el peso de las tallas. Seguramente se les tendría que someter a pruebas PCR... «Esto no es como los Reyes Magos, que pueden dar una vuelta por la ciudad en calesa. No tiene ni punto de comparación, una procesión requiere tener e cuenta muchos aspectos», evidencia el secretario de la Junta de Semana Santa, consciente de las dificultades de salir este año en procesión.
El obispo auxiliar, Luis Argüello, abundó en esta dirección el pasado día 30 en una entrevista en la cadena COPE, días antes de que la Junta endureciera las medidas de contención de la covid, con la extensión del cierre perimetral de la comunidad hasta mayo. Argüello apunta a las dificultades de este año («el ritmo de la pandemia sigue ahí, las personas vacunadas de aquí a marzo tampoco van a ser muchas»), aunque recuerda que se está en una mejor posición que el pasado mes de abril, cuando la Semana Santa coincidió con el más duro confinamiento.
«En 2020 hasta los templos estaban cerrados. Las celebraciones litúrgicas se pudieron celebrar con muy pocas personas o solo con el sacerdote. Este año, al menos la dimensión litúrgica se podrá vivir con mayor extensión y profundidad». Y después, confía Argüello, «espero que, aunque sea de forma sencilla y simbólica, pueda haber una expresión pública de la devoción popular». Por eso, el obispo auxiliar animó a las cofradías «a hacer un ejercicio de imaginación». «Sin duda, no vamos a vivir un programa de procesiones, pero podríamos imaginar –y me consta que las cofradías están pensándolo– alguna manera de manifestar esa devoción».
La que podría haber sido una celebración gozosa, se tendrá que conformar con unos actos de nivel bajo. La Junta de Cofradías (Junta Pro Semana Santa en sus orígenes) cumple en este 2021 sus 75 años de historia. «Es un aniversario muy importante para los 13.000 cofrades de las veinte cofradías de Valladolid», explica José Miguel Román, secretario del colectivo, quien resalta que el papel de la entidad ha sido clave para que la Pasión vallisoletana sea reconocida de forma internacional. «Queremos celebrarlo, en la medida en la que se pueda, con exposiciones en un año tan importante para nosotros».
La Junta de Cofradías ha mantenido ya reuniones con el Ayuntamiento (a través de la concejalía de Cultura y Turismo) para analizar algunas de estas alternativas. «Un segundo año sin celebrar la Semana Santa sería muy duro para Valladolid», ha asegurado el alcalde, Óscar Puente. Por eso, se buscan vías que sustiuyan a las procesiones, si finalmente se concreta su suspensión.
Así, entre las posibilidades que manejan las cofradías está la exposición de los principales pasos, para que puedan ser visitados en los templos, de forma escalonada. «Para eso, necesitaríamos ayuda de las administraciones en el control de asistencia y aforos», apuntan desde la Junta de Cofradías. En otras ciudades, incluso, se ha planteado la posibilidad de sacar las tallas a la calle, en pequeños altares a la puerta de los templos.
En Valladolid, para enriquecer la vertiente litúrgica de la Semana Santa, la Junta de Cofradías propone la organización de conciertos y exposiciones, en espacios seguros y de acuerdo a las normas de ocupación que durante esas fechas estén en vigor en la comunidad. «Respecto a otros actos, habrá que consensuarlo entre las cofradías. Es difícil celebrar un pregón de una Semana Santa que quizá no se celebre como tal, por ejemplo». E imposible la celebración de besapiés (ya suspendidos el año pasado, antes de que el confinamiento obligara a la sociedad a encerrarse en casa).
En cualquier caso, la postura común que se adopte este sábado por parte de las cofradías vallisoletanas será trasladada después a la reunión con la Junta, con la intención de que todas las Semanas Santas de la región caminen en la misma dirección. Así lo manifestaron a principios de esta semana en Salamanca, donde ya aventuraron las dificultades para celebrar procesiones en la calle.
Las restricciones perimetrales de la comunidad impedirán además la llegada de turistas desde otras regiones, lo que mermará el atractivo turístico que llevan aparejado las celebraciones.
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