Valladolid
La conductora atrapada por la inundación en el túnel de la Circular: «Me sacaron por la ventanilla»
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La conductora atrapada por la inundación en el túnel de la Circular: «Me sacaron por la ventanilla»Su Ford Focus de segunda mano, para ella «como si fuera nuevo» porque lo había comprado con sus primeros ahorros hace menos de dos años, se convirtió en la noche del pasado viernes en la imagen de la jornada, en el compendio de la súper tormenta que anegó Valladolid ... , en metáfora de los problemas que tienen los desagües de los túneles de la capital. Y en la principal víctima de la noche junto con su dueña, Sonia Zurdo, que se ha quedado con un previsible siniestro total y un susto en el cuerpo del que no ha logrado desprenderse tres días después.
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«Entré en estado de shock. Cuando empecé a ver agua por todas partes, que subía y me llegaba a las rodillas, sentí una opresión en el pecho y pensé: 'se acabó; me quedé sin coche y encima voy a ser la comidilla de todo el mundo'. En principio me sentí un poco culpable, pero lo cierto es que también eché de menos algo más de ayuda y de diligencia por parte de los servicios municipales», relata Sonia Zurdo, de 25 años, que ha tenido un mes de junio para olvidar. Pero que, a la vez, le costará quitarse de la cabeza.
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Este lunes por la tarde, Sonia volvía por segunda vez a Urgencias con una crisis de ansiedad causada por lo sucedido en la noche del viernes, cuando poco después de salir del trabajo las fuerzas de la naturaleza se ensañaron con ella y su querido Ford Focus de 2009, su primer coche, que cuidaba como si fuera nuevo porque es la primera compra importante pagada de su bolsillo; y era el medio de transporte con el que se trasladaba desde su casa, en La Cistérniga, hasta su puesto de trabajo.
Por si tuviera pocas ganas de que terminase junio, Sonia es teleoperadora y desempeña su labor en Intrum, la empresa que este mismo mes de junio presentó un expediente de despido colectivo y el día 21 pactó las condiciones de salida para 133 trabajadores de Valladolid, 581 en toda España. La compañía todavía está en periodo de adscripciones voluntarias al ERE y no ha informado de si habrá empleados que finalmente tengan que salir de manera forzosa.
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«Salí de trabajar a las diez de la noche y ya había empezado la tormenta -relata en conversación telefónica-. Siempre voy por el túnel de la Circular y sí que se me pasó por la cabeza coger un camino más largo y volver por la Ronda de circunvalación, pero no me gusta y menos de noche, porque creo que es más peligroso, hay más accidentes. Creí que de haber algún problema en el túnel, la policía habría cortado la circulación».
Pero no. Hubo problema, no hubo corte de tráfico ni advertencia y le tocó a ella.
Durante todo el trayecto fue despacito. «Por los carriles de 'a 30' y conduciendo a 20». No había muchos coches por la ciudad a aquellas horas, con la tromba descargando con fuerza creciente en una tormenta que duró en torno a hora y media. Cuando llegó al túnel que conecta la plaza Circular con el Paseo de San Isidro iban ella por el carril derecho, otro vehículo por el izquierdo y dos coches más detrás del de Sonia.
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Ya se apreciaba un gran charco, pero le dio la impresión de que podría pasar, una creencia a la que contribuyó el hecho de que no hubiese ninguna patrulla de la Policía Municipal regulando o prohibiendo el tránsito. Pero Sonia no llegó al punto más bajo del túnel. La furia del aguacero pudo con su Focus, «en cuestión de segundos ya todo era agua, el motor hizo un ruido fuerte y empezó a salir humo blanco», cuenta. El coche de su izquierda pasó por los pelos. Los que iban detrás pararon y dieron marcha atrás.
«Frené, pero el coche siguió cayendo. Diría que en aquel momento el agua llegaba hasta las ruedas. Tiré del freno de mano y el coche se paró. Me encontré allí sola, sin ninguna iluminación ni señalización, a oscuras. Solo se oía el ruido del agua. Llamé a mi pareja para avisarle y, rápidamente, al 1-1-2. No sé cuánto tiempo tardaría, pero de forma instantánea el nivel del agua subió y subió y ya no pude abrir la puerta».
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Entonces, además de agua por fuera, empezó a haber también una inundación dentro. «Fue súper rápido. Cuando llegaron las personas de Protección Civil a rescatarme casi no podían ni bajar por el túnel. Uno de ellos se cayó y desapareció en el charco. Dentro del coche, el agua ya llegaba a la palanca de cambios. Vieron que yo no podía abrir la puerta, que el agua subía más y más, y me sacaron por la ventanilla. Verdaderamente sufrí un ataque de pánico».
Ante una situación así, Sonia Zurdo destaca que se sintió perdida. No hay referencias ni experiencia que le digan a uno lo que tiene que hacer. Todo sucede de improviso, empeora de manera acelerada y la incertidumbre se confunde con el desconcierto, con el miedo, con la angustia. «Sentí una opresión en el pecho, hiciese lo que hiciese ya estaba atrapada... ¡y sin coche! te sientes insignificante y un poco idiota». admite.
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Ni esa noche ni la del sábado y la domingo pudo conciliar el sueño. Ha ido dos veces a Urgencias y le han recetado medicación para la ansiedad. Tampoco ha podido ir a trabajar este lunes. Y su desagradable peripecia aún le reservaba algunos coletazos no precisamente cómodos.
Aún tratando de superar semejante experiencia, a Sonia le ha quedado mal sabor de boca por la actuación de la Policía Municipal y el Ayuntamiento vallisoletano. «No había señalización, ni advertencia, nada. Los policías tardaron bastante tiempo en llegar y se desentendieron un poco, dijeron que todo había empeorado demasiado rápido como para que pudieran cortar la circulación con antelación», lamenta.
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A las once de la noche, el fotógrafo de El Norte Carlos Espeso entre todas las fotos de la tormenta, enviaba una en la que se veía el túnel de San Isidro completamente inundado y, cuando uno se fijaba con atención, se veía el techo de un coche asomando apenas unos centímetros por encima del agua. «Nadie hizo ningún intento por sacar el coche de allí, por minimizar los daños. Si lo hubieran hecho, cuando a los pocos minutos dejó de llover, quizá podrían haberlo salvado. Ahora está muerto».
Además, continúa, en aquel mismo momento los agentes le dijeron que «ellos se encargarían de sacarlo al día siguiente y de llevarlo al depósito de la grúa». «Pero luego me llamaron para decirme que tendría que encargarme yo. Y cuando llamé a la asistencia y llegó al túnel, el sábado por la mañana, el coche ya no estaba porque lo había desplazado hasta la plaza Circular», señala Sonia, que muestra disposición a estudiar qué responsabilidades puede tener el Ayuntamiento o si pudo haber alguna negligencia.
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Para remate, aún con el susto en el cuerpo y la ansiedad en las vías respiratorias, Sonia se ha dirigido a la mutua de accidentes de trabajo de su empresa para informar de su situación de incapacidad laboral temporal y la primera respuesta que ha recibido tampoco ha aliviado las cosas. «Se limitan a informarme de que descartan que lo sucedido se pueda considerar un accidente laboral 'in itinere' porque quedar atrapada en el coche y sufrir una crisis de ansiedad no supone un traumatismo directo de causa laboral», comenta Sonia, quien espera poder superar y olvidar lo sucedido en la recta final de un mes de junio que, por suerte, ya ha dado paso a julio y acerca el periodo de vacaciones.
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