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Hugo Abel Díez y Demetrio Nieto con el libro 'Ni mejores ni peores, diferentes. Un pedacito de nuestra historia' José Carlos Castillo

Valladolid

El club Don Bosco, una escuela de la vida

Hugo Abel Díez ha escrito un libro que recoge la historia y evolución del Club de Fútbol Don Bosco y su gran labor en Pajarillos

Laura Negro

Valladolid

Domingo, 9 de junio 2024, 08:43

«Aquí juegan todos». Esa es la filosofía que siempre se ha seguido a pies juntillas en el Club de Fútbol Don Bosco. Desde que se fundó en 1977, este club vallisoletano ha sido mucho más que un espacio para practicar deporte. Ha sido refugio ... para muchos y el lugar donde se han cumplido y se siguen cumpliendo los sueños de numerosos jóvenes del barrio de Pajarillos. En los años más oscuros del poblado de La Esperanza, donde la droga lo dominaba todo, el Don Bosco se erigió como bastión de resistencia. Cada entrenamiento, cada gol y cada partido, eran un pequeño paso hacia la redención del barrio.

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Esa gran trayectoria social y deportiva ha quedado recogida en el libro 'Ni mejores ni peores, diferentes. Un pedacito de nuestra historia', escrito por Hugo Abel Díez, un joven maestro de 35 años, miembro de la directiva del club y trabajador en la casa de juventud Aleste, que ha plasmado en esta obra los comienzos y evolución de este resiliente club vallisoletano. «Quise hacer una retrospectiva para que la gente conociera el pasado, valorara el presente del club y pudiéramos construir entre todos un futuro.

Es una recopilación de contenidos históricos, no sólo del ámbito deportivo, sino también del entorno que nos rodea, lo urbanístico, las luchas sociales y también las vecinales», apunta el autor que para redactarlo ha tenido que beber de diversas fuentes del club y recopilar datos en archivos municipales. «Este libro sirve para reconocer la labor desinteresada de muchas personas que, con un balón como pretexto, aportan su granito de arena para que hoy el club sea un referente. La acogida del libro está siendo muy buena. Se puede adquirir en la oficina del club. Es ameno y es de lectura fácil», añade.

En el libro queda también muy patente cómo Demetrio Nieto Padrones, es el alma y corazón del Don Bosco. Tiene 72 años y lleva 32 cambiando vidas a través del deporte. Dice con humor que «es el más viejo del lugar». El fútbol siempre fue su pasión. Desde bien pequeño lo demostró en su Fuensaldaña natal. Con apenas seis años se mudó a Pajarillos y comenzó a jugar en distintos equipos de la ciudad, hasta que en su juventud dio el salto a Barcelona y luego a Salamanca. Trabajaba en Telefónica y al regresar a la capital del Pisuerga encontró su verdadera misión. El entonces presidente del club, Antonio Martín, le pidió ayuda para resolver «la problemática del barrio». Pocos meses después, las circunstancias quisieron que Nieto se convirtiera en presidente.

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El punto de penalti más caro del mundo

Con el poblado de La Esperanza a pocos metros, Demetrio tuvo que ingeniárselas en muchas ocasiones para salir airoso de situaciones comprometidas. «Durante años en el barrio la droga era lo prioritario. De hecho, en este campo tuvimos el punto de penalti más caro del mundo», señala. «En 1990, una mujer que llevaba la droga al poblado de La Esperanza, al verse acorralada por la policía dejó caer en el campo una bolsa de aproximadamente un kilogramo. Nosotros no sabíamos lo que era y cuando lo supimos, decidimos usar aquella sustancia para pintar el punto de penalti, en lugar de usar cal o yeso, como era habitual. Cuando se lo contamos a los policías, no salían de su asombro», continúa. Esa es una de tantas anécdotas que se recogen en el libro escrito por Hugo.

Dos ejemplares del libro escrito por Hugo Abel Díez en el punto de saque del córner en los campos del Don Bosco José Carlos Castillo

Bajo el liderazgo de Demetrio, el Don Bosco no solo enseña fútbol. Enseña valores, disciplina y respeto. «Queríamos que los chicos aprendieran lo bonito y digno que es este deporte, para que prefirieran quedarse en el campo y no saltar al otro lado de la tapia», explica. El trabajo del presidente, de directivos y de entrenadores caló hondo y previno que muchos jóvenes cayeran en el mundo de la droga. Entre todos establecieron una cultura de respeto, esperanza y esfuerzo. Por esta escuela de la vida pasaron grandes deportistas como Pedro Peña o Benjamín Zarandona, que siempre han presumido de su paso por el Don Bosco. «A nosotros nos mueve todo lo social. Trabajamos codo con codo con la Casa de Juventud Aleste y con la Fundación Juan Soñador para ayudar a las personas con pocos recursos. Pero también lo deportivo nos llena de orgullo. En los 47 años de historia del club, es la primera vez que tenemos un equipo compitiendo en regional. Es algo increíble», dice el presidente.

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Actualmente el club es un crisol de culturas donde todos son bienvenidos. Tienen en sus 26 equipos a niños y jóvenes de 20 nacionalidades diferentes y presumen de tener la cuota más baja de la ciudad. «Todo eso es gracias a la labor desinteresada de los 70 voluntarios que trabajan en pro del club. Somos modestos pero capaces de llegar a lo más alto, lo cual es un éxito», asegura Demetrio, quien se dedica a recorrer muchos pueblos y ferias de la provincia con su discomovida para recaudar fondos y así garantizar que ningún niño se quede fuera del club por razones económicas.

El Don Bosco es más que un equipo. Es una familia y un símbolo de lo que el deporte puede lograr en las vidas de las personas. Gracias a la labor de Demetrio y sus voluntarios, Pajarillos ya no es recordado solo por aquellos tiempos en los que la droga lo copaba todo, sino como un lugar en el que los sueños se hacen realidad.

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