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Ensamblaje del Rover que viajará a Marte con la expedición Mars 2020 de la NASA. NASA/JPL-Caltech
La clave para detectar vida en Marte pasa por Valladolid

La clave para detectar vida en Marte pasa por Valladolid

La UVA lidera tres proyectos internacionales destinados a pisar el planeta rojo; dos en 2020 y otro, impulsado por Japón, en 2024

Antonio G. Encinas

Valladolid

Miércoles, 9 de octubre 2019

Hace 15 años que Fernando Rull, ahora catedrático emérito de la Universidad de Valladolid y responsable del Grupo de Espectroscopia Avanzada en Ciencias de la Tierra y Planetarias, es una pieza clave en la exploración de Marte. Otras veces ha hablado de ello en la sala de prensa del Palacio de Santa Cruz, normalmente acompañado por el rector de turno y algún otro experto investigador. Hoy, sin embargo, su sitio estaba a un lado, junto a Anthony Carro, representante de la NASA en España, porque la tarima principal la ocupaban todas las instituciones que esta vez han decidido aportar un granito de financiación a la causa. 40.000 euros por cada uno de la foto: Ayuntamiento, Diputación, Junta de Castilla y León, Cámara de Comercio, Confederación Vallisoletana de Empresarios y, por supuesto, Universidad de Valladolid, que además pone el grupo de investigación, las herramientas y el talento.

El acto en sí servía para firmar el protocolo y anunciar, en principio, que Valladolid iba a participar en dos proyectos internacionales con destino Marte, pero Fernando Rull aprovechó para contar que finalmente serán tres. El MMX 2024, con impulso japonés y colaboración europea, que pretende enviar un robot al satélite marciano Fobos en 2024, también ha confiado en los suyos para su odisea espacial. «La UVA participa desde posiciones de liderazgo en tres misiones a Marte. Esto es un hecho que conviene destacar, una universidad de tipo medio lidera algo que muy pocas instituciones universitarias en el mundo, salvo Los Álamos, agencias espaciales, etc., pueden conseguir», presumió Rull.

Víctor Caramanzana, de la Cámara de Comercio (fuera de foco); Conrado Íscar, de la Diputación; Óscar Puente, del Ayuntamiento; Antonio Largo, rector de la UVA; Rocío Lucas, consejera de Educación; Enrique Berzal, secretario del Consejo Social de la UVA; Ángela de Miguel, de la Confederación Vallisoletana de Empresarios, presiden el acto. Al fondo, Fernando Rull y Anthony Carro. Henar Sastre

Antes de que llegue 2024, sin embargo, el calibrador con el logo de Universidad de Valladolid -que lo tiene- ya habrá viajado hasta Marte. Con las misiones Exomars 2020 y Mars 2020.

Para poner en contexto esta aventura, sin embargo, lo mejor es refrescar las lecciones del instituto. ¿Cómo está de lejos Marte? Pues veamos. James O'Donoghue, físico que ha pasado de la NASA a la agencia aeroespacial japonesa, ha simulado en un vídeo lo que tardaría un fotón de luz, a esa velocidad de 300.000 kilómetros por segundo que define lo que es el vértigo, en llegar a la luna. 1,25 segundos. A Marte, sin embargo, tardaría casi tres minutos y dos segundos en llegar.

No hagan cuentas con los 120 kms/hora de la autovía: salen 455.000 horas al volante, del tirón, sin descansos cada dos como recomienda la Dirección General de Tráfico. O lo que es lo mismo, 18.958 días, 51,9 años. Solo para la ida y solo si se escoge el camino más corto, que es de unos 54,6 millones de kilómetros. «La distancia a Marte varía desde 50 millones de kilómetros a 400 millones y se calcula de forma que el recorrido sea más corto», explicaba Anthony Carro en Santa Cruz.

60

misiones se han enviado a Marte desde los años sesenta del pasado siglo. El siguiente reto en enviar a un hombre y una mujer a la luna en 2024. «Y después, viajar a Marte», asegura Anthony Carro, responsable de la NASA en España.

Vistas las distancias siderales -porque son siderales-, ¿a qué este empeño de tocar tierra marciana? El propio Carro ofrece la primera respuesta. «La exploración de la NASA en Marte es fundamental si queremos saber algo de la posibilidad de vida fuera de la Tierra. Es posible que haya vida fuera del sistema solar, pero dentro de él, además de un par de satélites de Júpiter y de Saturno, Marte es el lugar ideal para que pueda existir algún tipo de vida». Por eso, añadía, desde los años sesenta se han lanzado más de 60 misiones espaciales con destino a Marte, más de 40 auspiciadas por la NASA. «En este momento hay cinco, tres de ellas orbitando».

Y Fernando Rull ofrecía la segunda respuesta, más pedestre, al asunto del por qué a Marte. «Toda la investigación y la tecnología tienen aplicaciones terrestres. En industria, medio ambiente, ciencias de la salud, patrimonio histórico... Como por ejemplo las expediciones que hemos realizado para estudiar la estructura del hielo en el Ártico; el análisis de las aguas ácidas en Ríotinto; la contaminación ambiental en la cueva del Soplao, en Cantabria. También la caracterización espectroscópica de la sangre para detectar marcadores moleculares de Alzhéimer, o productos tóxicos en lotes contaminados en operaciones de retina. En Patrimonio son técnicas imbatibles porque no hay contacto con las muestras y podemos analizar los pigmentos de beatos, detectar los mecanismos de deterioro de la Catedral de Burgos o analizar los bisontes rupestres pintados en la cueva de Altamira».

Todo el sistema debe aguantar fuerzas de 4.000 g. Un Fórmula 1 que se estrelle al final de una recta alcanzaría los 120-130 g.

Porque la Universidad de Valladolid no aporta el cohete, ni el vehículo. La pieza que realiza el equipo de Fernando Rull, y que ayer se pudo ver por primera y única vez fuera del laboratorio, en el Palacio de Santa Cruz, manipulada como si fuera nitroglicerina por los guantes de látex de los investigadores, es la tarjeta de calibración de la Supercam, el dispositivo que analizará el terreno marciano en busca de restos biológicos. «Queremos averiguar cómo se formó Marte, su geología, la posibilidad de que hubiera parte de vida en el pasado. Se sabe que hubo abundancia de agua y se va a ir a un cráter donde se cree que hubo mucha cantidad de agua, un lago de unos 40 kilómetros de diámetro y 200 metros de profundidad», contaba Anthony Carro. Hay que tener en cuenta que Marte, con ser uno de los planetas 'pequeños' del sistema solar, tiene 144,8 millones de kilómetros cuadrados y que la expedición, a 54,6 millones de kilómetros de distancia, quiere aterrizar en un punto tan concreto como un lago seco de 40 kilómetros de diámetro. Si esto se consigue, llegará el momento de que el Supercam, equipado con la calibradora de la UVA, comience su trabajo.

Misiones a Marte con participación de la UVA

  • Mars 2020, impulsada por la Nasa. Se lanzará dentro de 282 días, en el mes de julio de 2020, con una ventana de lanzamiento entre el 17 de julio y el 5 de agosto. Está previsto que aterrice en Marte el 18 de febrero de 2021 y la duración de la misión será un año marciano (unos 687 días terrestres), según recoge la web del proyecto.

  • Exomars 2020, misión de la Agencia Espacial Europea (ESA) junto a la agencia rusa Roscosmos. En 2016 se envió una sonda, Schiaparelli y el Rover debería lanzarse en 2020. El objetivo es conocer si hubo vida en Marte en algún momento. El trayecto durará 9 meses, calculan. La Exomars entrará en la superficie marciana a 20.000 kilómetros por hora y tratarán de controlar el aterrizaje para alcanzar un punto de en torno a 104 kilómetros de largo por 19 de ancho. Web del proyecto.

  • MMX 2024, acrónimo de Martian Moons Exploration, la intención de la Agencia Espacial de Japón es explorar las dos lunas de Marte, Fobos y Deimos, y traer muestras de una de ellas. Se cree que pueden acumular sedimentos expulsados millones de años atrás del planeta rojo. La fecha será el año 2024. Web del proyecto.

«Hay tres unidades esenciales del instrumento Supercam», continuaba Rull. «Es una nueva generación de instrumentos que combina diferentes técnicas analíticas, y esto es un nuevo salto: Libs, Raman, infrarrojo... para analizar la morfología, la composición química del terreno. Permitirá hacer mejor ciencia y obtener una mejor caracterización de la geología y si es posible algún resto orgánico, algún resto de vida». Vida microscópica, se entiende.

Rover que viajará a Marte. La Supercam está situada en la parte de arriba (zona azul del mástil, aproximadamente) y el calibrador, junto a la tapa roja que aparece a media altura sobre las ruedas traseras. NASA/JPL-Caltech

«Lo que va en el mástil ilumina las muestras en la superficie de Marte y hay una tarjeta de calibración. El sistema de calibración tiene un conjunto de muestras muy sofisticado con composición química, estructuras bien definidas, que permiten al instrumento analizarlas y comparar con la superficie», comenta el catedrático emérito de la UVA.

«Supercam puede analizar minerales y moléculas y capturar imágenes en color en lugar de solo en blanco y negro»

El conjunto es tan evolucionado que incluye cinco técnicas diferentes de analizar la superficie marciana, cada una con sus peculiaridades. 'Libs' permite utilizar un láser pulsado para obtener muestras a siete metros de distancia del vehículo. 'Raman' alcanza los 12 metros. 'Imaging' llega a varios kilómetros. Y aún hay otras dos técnicas, Visir y Time-Resolved Fluorescence. Lo cuenta el propio grupo desarrollador en su web, después de definir la Supercam de este modo tan contundente: «SuperCam incorpora las más avanzadas innovaciones tecnológicas en materia de espectroscopía para investigación planetaria». Se podría decir que no existe una herramienta más avanzada en este campo en lo que se conoce de universo.

Por comparar entre semejantes, la tarjeta de calibración que incorpora el Curiosity, el predecesor del próximo vehículo que aterrizará allí en 2020, contenía una tercera parte de las muestras en su Chemcam. Supercam es, así lo define la NASA en la web del proyecto Mars 2020, su hermano mayor: «Sus cámaras tienen supervisión y sus espectrómetros tienen supersentidos para identificar la composición química del suelo y las rocas marcianos. Supercam puede ver a largas distancias para medir objetivos que no se pueden alcanzar con las demás herramientas del Rover. Es una versión mejorada del láser Chemcam que equipaba el Curiosity: Supercam puede, además, analizar minerales y moléculas y capturar imágenes en color en lugar de solo en blanco y negro».

Simulación que indica dónde irá colocado el nuevo sistema de calibración, más completo, en el Rover. Debajo, sobre estas líneas, la tarjeta instalada en el anterior vehículo, el Curiosity, y su ubicación en él. NASA/JPL-Caltech
Imagen principal - Simulación que indica dónde irá colocado el nuevo sistema de calibración, más completo, en el Rover. Debajo, sobre estas líneas, la tarjeta instalada en el anterior vehículo, el Curiosity, y su ubicación en él.
Imagen secundaria 1 - Simulación que indica dónde irá colocado el nuevo sistema de calibración, más completo, en el Rover. Debajo, sobre estas líneas, la tarjeta instalada en el anterior vehículo, el Curiosity, y su ubicación en él.
Imagen secundaria 2 - Simulación que indica dónde irá colocado el nuevo sistema de calibración, más completo, en el Rover. Debajo, sobre estas líneas, la tarjeta instalada en el anterior vehículo, el Curiosity, y su ubicación en él.

«Incluye un trocito de diamante para calibrar Raman y un trocito de meteorito marciano que en esta misión será devuelto a su casa», señalaba Fernando Rull. Así es. Se va a devolver a Marte lo que es de Marte. La NASA ha utilizado dos trozos de meteorito durante los preparativos del viaje. Uno de ellos, para calibrar y probar los espectroscopios. El otro viajará en el Rover de vuelta a su casa. Según la base de datos de 'The meteorical society', en el mundo existen unos 240 meteoritos cuya procedencia marciana está confirmada.

Y todo esto, además, con una dificultad añadida. Todo debe estar diseñado para aguantar los esfuerzos a los que todo el equipo es sometido durante el trayecto, incluidos el despegue y el siempre complicado aterrizaje. «La parte mecánica es de lo más importante, deben aguantar una fuerza de 4.000 g.», señalaba Fernando Rull. Y de nuevo, el contexto: «Un Fórmula 1 que se estrella al final de la recta padecería una fuerza de 120-130 g». Dicho con más claridad por el propio investigador: «Es de locos».

Un ingeniero muestra uno de los dos trozos de meteorito marcianos utilizados en la misión Mars 2020. NASA-JPL-Caltech

«Ha pasado todos los test, parte de la calificación en NASA y parte en España. El modelo de vuelo fue entregado a la NASA». afirma. Así que en teoría todo está listo. Aunque tanta tecnología novedosa aún tendrá un añadido más. «Un micrófono para registrar por primera vez el sonido del impacto de los pulsos láser en la superficie».

Ciencia ficción que se puede quedar en nada ante los siguientes retos que plantea la carrera espacial. «Marte sigue siendo muy interesante, estamos proyectando ir a la luna en 2024 con el programa Artemisa, con un hombre y una mujer», avanza Anthony Carro. «Y después queremos ir a Marte». Y lo mejor es que, según el representante de la NASA en España, esos planes también pasan por la meseta: «En el futuro, España y la UVA tendrán un papel muy importante».

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