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Una joya del siglo XVI atrapada en un estuche urbanístico –espacio privado de uso público–, que lejos de protegerla ha sido el principal escollo para su correcta conservación. Monumento histórico artístico desde 1967, al claustro de Las Francesas, en pleno corazón de la ciudad, ... le acaban de comunicar que entra en quirófano en noviembre para aliviarle de sus dolencias tras más de diez años en lista de espera.
Valladolid ha dejado que este bello corredor del extinto Convento de Santa Cruz de las Comendadoras de Santiago, incrustado en una mole residencial y comercial levantada sin demasiados miramientos en la década los setenta, haya tenido que ingresar en la UVI del patrimonio local para tomar medidas.
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La Consejería de Cultura de la Junta, en manos de Vox, ha contratado por 60.000 euros las obras de rehabilitación del Patio de las Tabas, el espectacular solado de este atrio decorado con la técnica del enchinado: un empedrado de guijarros y huesos de ovino y bovino, sello de la arquitectura popular castellana del siglo XVI. El proyecto, elaborado por el arquitecto Fernando Guerra-Librero, acabará con las calvas que ahora salpican este pavimento, una pérdida de elementos que llevó, hace ya tres lustros, a tapar las zonas afectadas con chapas de acero para evitar que el desastre fuera a más.
Durante tres meses, un grupo de restauradores especializados trabajarán para rellenar esos huecos con respeto a su esencia histórica, de manera que se dé continuidad a los dibujos que ornamentan este singular suelo.
El anuncio de la obra ha sido bien recibido por la comunidad de propietarios del inmueble, que durante los últimos años ha visto pasar por la junta de vecinos varios proyectos para este espacio, que finalmente se quedaron en el cajón. El de ahora, sin embargo, se materializará de manera inminente, aunque dejará flecos pendientes por resolver. El principal:cómo protegerlo tras el arreglo. El documento del Ejecutivo regional insta no solo a reponer las puertas y los cristales, muchos de ellos rotos o sueltos, que separan este corredor del patio interior a la intemperie, sino que apuesta porque se coloquen unas lunas especiales para evitar afecciones de los rayos ultravioletas al trabajado tapiz de piedras y huesos.
Y aquí vuelve la polémica. Mientras que el Ayuntamiento sostiene que tiene que pagarse con el presupuesto de la comunidad de propietarios –el Consistorio forma parte de ella como dueño del patio, la sala de exposiciones y la primera planta–, los vecinos consideran que esos cerramientos de los arcos del claustro corresponden a la Administración municipal, propietaria del patio. De nuevo, el desacuerdo.
60.000 euros euros destina la Consejería de Cultura a la restauración del claustro.
282 metros cuadrados es la superficie sobre la que actuarán los especialistas.
Subraya Manuel Saravia, concejal de Planeamiento Urbanístico, que el mantenimiento del espacio, «con un valor innegable al ser uno de los mejores claustros renacentistas de la ciudad», es «completa responsabilidad» de los que en su día compraron viviendas y locales en un edificio histórico, «conscientes de esa carga». «La obligación es suya, aunque se resistan a cumplirla como ha ocurrido al menos desde 2013», recalca. La comunidad, por contra, considera que su calificación como monumento requiere de apoyo público, porque, además, su uso está abierto a todos los ciudadanos, sin que haya «ningún tipo de control ni vigilancia por parte de los servicios municipales». «Aquí se refugian todos los fines de semana pandillas de chavales a comer pipas, hacer botellones... Lo dejan todo lleno de basura y no hay más que ver la colección de pintadas que lo adornan», insisten los vecinos del inmueble.
La figura urbanística que ampara este bien cultural parece cuando menos poco adecuada para este caso, aunque Saravia acota que en la ciudad hay más de cincuenta situaciones urbanísticas similares. «Comunidades con muchísimos menos recursos que la que nos ocupa se hacen cargo de estas zonas de su propiedad», insiste el edil. «Pero ellos no tienen un monumento de esta envergadura e importancia dentro», replican los residentes.
Este desacuerdo, que está judicializado, rebaja algo el entusiasmo de la restauración del Patio de las Tabas. La Consejería de Cultura comparte con el Ayuntamiento que la responsabilidad de su conservación es de la comunidad. Así lo recoge el protocolo firmado el pasado mes de junio. «Este documento establece que el Ayuntamiento se compromete a facilitar los proyectos y estudios técnicos necesarios y a fomentar acciones de promoción y difusión. Y la comunidad, al mantenimiento del claustro y pavimento y a promover y facilitar el acceso público a la planta baja», explican en la Junta de Castilla y León. De momento, la joya de Las Francesas recuperará lustre, aunque de seguir el contencioso la intervención podría arruinarse con el paso del tiempo. No estaría de más abrirse al diálogo y llegar a acuerdos por el bien del espacio.
La contratación de la restauración del claustro de Las Francesas es el segundo tema pendiente que la consejería que gestiona Gonzalo Santonja ha resuelto en la capital vallisoletana desde el pasado mes de mayo. Lo heredó de Ciudadanos, al igual que la elección de una sede para dar cabida a la Casa-Museo Miguel Delibes para la que también ha encontrado un espacio:el Palacio del Licenciado Butrón, en la plaza de las Brígidas, un inmueble que cuenta con el beneplácito de la familia del escritor. Ambos asuntos se le quedaron atrancados a la formación naranja durante su estancia al frente de este departamento regional.
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